Las divisiones se adueñan del PP y golpean a Rajoy
Los sectores más conservadores le reprochan al presidente su "mano blanda" con ETA y Cataluña; los más moderados, su proyecto de ley antiaborto
MADRID.- La política española tuvo una lógica infalible los últimos 20 años: del centro a la extrema derecha todo era del Partido Popular (PP). Pero en la mitad de su mandato, después de dos años de gestionar la crisis económica y de enfrentar un grave escándalo de corrupción, el presidente Mariano Rajoy sufre por primera vez la amenaza de la división ideológica en su partido; una convulsión en ciernes que enciende alarmas de cara al futuro electoral.
Las tensiones se acumularon en las últimas semanas. Primero fue el lanzamiento de Vox, un frente de la derecha más dura, liderado por José Antonio Ortega Lara, emblemática figura del PP que fue víctima de un horrendo secuestro de ETA.
Hace unos días causó otro estruendo el portazo que dio el histórico dirigente Jaime Mayor Oreja al anunciar que renunciaba a ser candidato en las elecciones al Parlamento Europeo. Y la sensación de crisis se potenció cuando el ex jefe de gobierno José María Aznar descartó participar "por problemas de agenda" de la convención del PP, que se desarrolla en Valladolid. Es la primera vez que el todavía presidente de honor del partido -enfrentado a Rajoy- falta a una cita tan relevante.
El ala más inclinada a la derecha acusa a Rajoy de actuar con mano blanda ante el desafío independentista catalán y ante el proceso de final de ETA, además de discutirle su política económica.
El centro también cruje. El gobierno intentó contentar a los sectores más conservadores con su proyecto de ley antiabortista, pero le estalló una rebelión de algunos de sus caudillos regionales, que consideran innecesario eliminar el derecho vigente a interrumpir el embarazo en las primeras 14 semanas de gestación.
La convención de Valladolid se convirtió en una sesión de terapia para minimizar las heridas internas. "La unidad nos hace más fuertes. Es el PP o la nada", arengó ayer la secretaria general, Dolores de Cospedal, con Rajoy como testigo.
La obsesión de la cúpula del partido es evitar que se aireen las diferencias. Por eso quitó el tema del aborto de la agenda de la reunión y buscó restar importancia a las quejas por la política territorial del gobierno. No lo consiguió del todo. Otra dirigente díscola como Esperanza Aguirre, líder del PP de Madrid, se plantó con una ácida crítica hacia la gestión antiterrorista de Rajoy: "ETA no ha sido derrotada, aunque gente de mi partido crea que sí", dijo ayer.
Al gobierno le achacan desde la derecha haber desatendido a las víctimas del terrorismo y comportarse con indiferencia ante la sentencia de un tribunal europeo que permitió, a partir de noviembre, la excarcelación de decenas de etarras.
Todavía resuenan las recientes palabras de una ex presidenta del PP vasco, María San Gil, que acusó al gobierno de "consentir la pesadilla" que se vive en Euskadi con la reinserción de los terroristas.
La marejada ideológica hace daño a una formación política que creía haber asimilado el temporal que significó el caso Bárcenas, la investigación sobre la financiación ilegal y el pago de sobresueldos a sus dirigentes (incluido Rajoy) durante 20 años. La obsesión en la Moncloa es contener las deserciones y alistar al PP para las elecciones europeas de mayo. Aunque descuenta que habrá una dispersión del voto -como suele ocurrir en los comicios comunitarios-, necesita mantener el primer lugar. Una victoria del socialismo podría rescatar de su profunda crisis al principal partido opositor un año antes del recambio presidencial.
El politólogo Pablo Ferrándiz, de la consultora Metroscopia, sostiene que el PP enfrenta un fenómeno delicado. Su electorado, históricamente el más fiel, está tomando una distancia pocas veces vista. "El voto que está perdiendo hoy no es el situado más a la derecha, sino el de posiciones más cercanas al centro", indica.
De acuerdo con esa mirada, el impulso a la ley del aborto puede hacerle más daño en las urnas que la competencia de un partido de la "derecha españolista" como Vox.
El descontento por los recortes económicos y las políticas sociales de Rajoy nutre al centrista Unión Progreso y Democracia (UPyD), a recientes fenómenos regionales como Ciutadans, en Cataluña, y a fuerzas tradicionales como el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Sus rivales de siempre se ilusionan con un escenario de ruptura del bloque de derecha: el PSOE siempre sufrió con la fragmentación del voto progresista y ve ahora la posibilidad de que el PP pase por un trance similar.
Rajoy hablará hoy en Valladolid después de tres días de un ejercicio colectivo de negación de la crisis. Aunque este año el presidente quería hablar sólo del aparente inicio de la recuperación, tal vez le toque reajustar su discurso. Al menos si no quiere complicar más su sueño de ser reelegido a fines de 2015.
Murió la cara de la ultraderecha
Blas Piñar, líder histórico de la extrema derecha española, fundador del partido católico y nacionalista Fuerza Nueva, murió el martes pasado en Madrid, a los 95 años. Piñar fue uno de los más firmes defensores del legado de Francisco Franco, durante la transición democrática.
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