Las elecciones cruciales para Trump, las más caras de la historia de EE.UU.
WASHINGTON.- Las elecciones de renovación parlamentaria de medio término que se celebran hoy en Estados Unidos ya son las más caras de la historia para este tipo de comicios. Los candidatos de los partidos Republicano y Demócrata gastarán más de 5000 millones de dólares, que fueron aportados por donantes privados, uno de los cuales firmó un cheque por 113 millones de dólares para ayudar a los candidatos de Donald Trump .
Sin límites para los aportes, cada elección supera en gastos a la anterior y así se espera que ocurra cuando se lance la campaña por la elección presidencial, dentro de dos años. En la última contienda presidencial, los comités de campaña de Trump y la demócrata Hillary Clinton destinaron 6400 millones de dólares.
En cada elección se abre un debate sobre el financiamiento de las campañas, su transparencia, el uso de los fondos y el vínculo de los donantes con posibles beneficios a partir de las medidas que adopten sus benefactores una vez llegados al gobierno o a las bancas del Congreso. Y este año no está alejado de esa polémica.
De acuerdo con las proyecciones a partir de las recaudaciones hasta ayer, los candidatos demócratas a la Cámara de Representantes y al Senado gastarán unos 2500 millones de dólares, unos 300 millones de dólares más que los republicanos.
Al ritmo de la recaudación que todavía hoy está activa, la elección superará en unos 1200 o 1400 millones de dólares a la anterior de medio término, de 2014, que costó unos 3800 millones de dólares.
El financiamiento de las campañas como la de hoy es de origen privado pero se debe informar de dónde provienen los fondos y en qué se gastan. Hay fondos públicos para las campañas presidenciales, pero su monto es tan bajo que prácticamente ningún candidato hace uso de ese beneficio. A diferencia de lo que ocurre en la Argentina, los partidos deben informar en tiempo real sus movimientos, que son monitoreados en forma permanente por la Comisión Federal Electoral, el organismo que aplica la ley de financiamiento.
El tope para un aporte individual para cualquiera de los candidatos que compiten esta elección para diputados o senadores es de 2700 dólares. Pero no pueden poner un solo centavo a los candidatos los contratistas del Estado, bancos y sindicatos -éstos pueden hacer sus propias campañas de apoyo, independientes de la estrategia de los partidos-.
Organismos de control
Sin embargo, en 2010 la Corte Suprema de Justicia, basándose en el principio de la libertad de expresión, suprimió los límites para los aportes de los privados a través de los llamados Comités de Acción Política (PAC, en sus siglas en inglés). Con esto abrió el camino para que el financiamiento y los gastos por candidato no conozcan el techo.
Los temores a posibles casos de corrupción vinculados con el financiamiento electoral no han desaparecido. Al contrario. Y en esto la división de republicanos y demócratas vuelven a emerger. Los republicanos consideran que no debe haber ninguna regulación o límites, mientras que los demócratas se muestran más proclives a los controles, aunque ellos también se han beneficiado, y mucho, con los cambios introducidos por el fallo de la Corte de 2010.
La decisión de la Corte -que difícilmente pueda ser revisada al menos en la próxima década a partir del ingreso del juez conservador Brett Kavanaugh, impulsado por Trump- dio paso a los llamados Super PAC, que son comités de acción política que no pueden destinar los fondos a un candidato en particular, pero sí utilizarlos para influenciar el voto a través de sus propias campañas.
Hasta ayer los grupos llamados PAC habían gastado ya más de 1000 millones de dólares en publicidad para tratar de influenciar en el resultado, de acuerdo con información de la Comisión Federal Electoral.
En el organismo de control electoral de seis miembros -hoy sólo hay cuatro, dos republicanos, un demócrata y un independiente y dos vacantes- reconocen que es contradictorio que si la ley pone barreras al financiamiento, la Corte permita que estos super entes de campaña (Super PAC) puedan recaudar y gastar sin límites. De todos modos, el debate hoy no se centra tanto en el monto, sino en la forma que el dinero es recaudado y cómo se gasta.
En esta campaña 126 familias aportaron un millón de dólares y 12 familias desembolsaron más de 10 millones. Es sobresaliente el caso de los dueños de casinos en Las Vegas , Sheldon y Mirian Adelson, que donaron 113 millones de dólares a los candidatos republicanos. Superaron por mucho a los 51 millones de dólares aportados a los demócratas por el multimillonario administrador de fondos de inversión financiera Tom Steyer.
Cuando la gente ve que alguien pone millones de dólares en una campaña se pregunta cuánta más capacidad de influencia sobre los candidatos tendrán frente a un ciudadano común, que aporta 50 o 100 dólares, reflexionaba ayer un destacado miembro de los organismos de control de financiamiento.
La pregunta también es, en el fondo, si sólo con el dinero alcanza. En 2016 Hillary Clinton había recaudado más que Trump, ganó en el voto popular, pero perdió en el Colegio Electoral.
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