Las urnas, el oxígeno que necesita Boris para revivir su agenda
PARÍS.-Frente al muro infranqueable erguido por sus adversarios para impedir un no deal, Boris Johnson tiene una sola solución: organizar elecciones generales anticipadas "cueste lo que cueste", con la esperanza de salir vencedor.
Sus adversarios políticos también quieren esas elecciones, el problema es cuándo y en qué condiciones.
"Queremos una elección general", pero "no la votaremos hoy con Johnson", advirtió Keir Starmer, responsable del Brexit dentro del opositor Partido Laborista, antes de que la Cámara rechazara anoche la moción presentada por el primer ministro en ese sentido.
El laborismo y los liberales demócratas (LibDem, proeuropeos), que tienen su propia estrategia electoral, temen que Johnson la torpedee y termine imponiendo un no deal.
En ese contexto de desconfianza, los adversarios de una salida sin acuerdo, que saben que Johnson necesita sus votos para organizar nuevas elecciones, reclaman garantías del primer ministro sobre una postergación del Brexit al 31 de enero.
"La estrategia evidente de la oposición es hacerse desear", estima John Curtice, profesor en Ciencias Políticas de la Universidad de Strathclyde.
En esas condiciones, Johnson -que a partir de hoy estará obligado a solicitar a la Unión Europea (UE) una postergación del Brexit- negociará en los próximos días con el líder laborista, Jeremy Corbyn, las condiciones para organizar las elecciones anticipadas.
Sin olvidar, en todo caso, que una postergación del Brexit no depende solo de los británicos, sino que necesita el aval de los otros 27 Estados miembros de la UE.
En realidad, la desconfianza de los laboristas no responde solo a un temor de que Boris Johnson termine imponiendo un no deal al país. También recelan los resultados que podrían arrojar las urnas.
Si el Partido Conservador del primer ministro se derrumbó en las elecciones europeas de mayo pasado cuando aún era conducido por Theresa May, llegando en la quinta posición con el 8% de los votos, la situación ahora podría ser muy diferente.
En los sondeos, los tories aparecen primeros con el 33% de intenciones de voto, lejos de los laboristas, con apenas el 22%, que llegarían casi al mismo nivel que los LibsDem (21%).
Esos dos partidos, que representan el bloque "eurófilo", no se opondrían solo a los conservadores, sino también al Brexit Party, de Nigel Farage, el otro ultradefensor del Leave (partir) junto a Johnson durante la campaña del referéndum en junio de 2016, cuando el país era gobernado por el conservador David Cameron.
El Brexit Party llegó primero con el 32% de los votos en las elecciones europeas, pero hoy se sitúa alrededor del 14% de intenciones de voto.
Prueba de que la estrategia de Johnson le permitió a los tories recuperar una parte de los votos euroescépticos perdidos con la ex primera ministra Theresa May.
Farage anunció anteayer que su partido no presentará candidatos contra el Partido Conservador si Boris Johnson promete salir de la UE sin acuerdo.
El primer ministro británico, sin embargo, está dispuesto a hacerlo, pero como último recurso.
Sin imaginar que por esa razón el Brexit Party se retire simplemente de la carrera, algunos especialistas consideran seriamente la hipótesis de una alianza electoral entre Johnson y Farage.
Porque, según las últimas encuestas conocidas, ese bloque superaría al formado por laboristas y los LibDem.
Y, sobre todo, porque otras encuestas muestran que, si fuera necesario, una mayoría de británicos están a favor de un no deal para poner fin -de una vez por todas- a esta historia de nunca acabar.
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