Lejos de aliviar la presión inmediata
BERLIN.- La eurozona acordó ayer dar un gran salto adelante en lo referido a la integración económica, pero no logró dar una respuesta convincente a los inversores, preocupados por su capacidad de resolver las ominosas crisis de deuda de Italia y de España.
Como consecuencia, resulta poco probable que el acuerdo sellado ayer alivie la presión financiera que acosó al bloque monetario durante más de dos años. Tampoco disipará la preocupación de que la eurozona acabe por desarticularse, con uno o más países saliendo de ella, pese a las catastróficas consecuencias que ese gesto desencadenaría.
Ahora que Gran Bretaña, la tercera economía de la Unión Europea (UE), se retiró del proceso de unión fiscal, también se plantearán grandes dudas sobre la cohesión del bloque más amplio. Tal vez el elemento nuevo más significativo fue que la eurozona aceptara del FMI hasta 200.000 millones de euros en préstamos bilaterales.
Esos fondos podrían usarse para extender líneas de crédito precautorias a Italia y España y los ayudaría a abrirse paso a través de las restricciones del refinanciamiento de la deuda en el primer trimestre de 2012.
Pero, de no existir un rápido retorno de la confianza de los inversores, estos recursos sólo proporcionarán a Roma y Madrid un respiro transitorio, dejando los mercados inquietos, sumado a que, por lo menos, Italia mostró una intensa reticencia a aceptar la ayuda del FMI.
"No es la gran negociación que alguna gente esperaba", dijo David Mackie, un economista de JP Morgan, de Londres. "Se abrió una puerta al canal del FMI, pero alguna gente puede decir que 200.000 millones de euros simplemente no alcanzan."
La cumbre había sido anunciada como un acontecimiento decisivo para la eurozona, cuyos líderes contemplaron con horror la manera en que el contagio se propagó de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España a Francia, e incluso a la usina económica del bloque, Alemania.
Los mercados de valores subieron ayer, pero los de bonos hicieron subir los costos de los préstamos a Italia. Tanto Roma como Madrid enfrentan un refinanciamiento decisivo entre febrero y abril próximos.
En tanto, el acuerdo tiene grabadas las huellas digitales de Berlín. Los Estados miembros accedieron a introducir una legislación destinada a frenar la deuda al estilo alemán, limitando los déficits estructurales anuales al 0,5% del PBI.
Los países de la eurozona que sobrepasen el techo de un déficit del 3% enfrentarán sanciones automáticas, a menos que una mayoría calificada de miembros vote en contra.
La campaña de Alemania por convencer a los 27 países de la UE de que suscribieran las leyes más duras fue un fracaso, ya que el gobierno británico no accedió.
En cambio, los 17 países de la eurozona, y casi todos los 10 de la UE que no emplean el euro, apuntan a sellar un acuerdo intergubernamental en marzo. Un enfoque que puede permitir que el bloque evite la necesidad de problemáticos referéndums nacionales en países como Irlanda.
Berlín se aseguró de que no hubiera un incremento de los fondos de rescate del bloque. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y el Mecanismo de Estabilidad Europea (MEE), que entrarán en vigencia un año antes, a mediados de 2012.
La canciller alemana, Angela Merkel, anuló los planes de otorgar al MEE una licencia bancaria, una medida que le hubiera permitido conseguir fondos baratos del Banco Central Europeo (BCE).
"Esto es un gran salto al costado", dijo Daniel Gros, director del Centro de Estudios Políticos Europeo. "Ahora tenemos un marco que en 10 años podría restaurar cierto grado de orden fiscal en la eurozona. [Pero] tengo mis dudas de que sea suficiente. Las tensiones continúan."
La gran pregunta que no fue respondida por la cumbre es el papel que desempeñará el BCE.
En la semana previa a la cumbre, su presidente, Mario Draghi, alentó las esperanzas de que el banco podía aumentar su compra de bonos periféricos, al plantear la perspectiva de un "pacto fiscal". Algunos interpretaron que se trataba de un quid pro quo entre los gobiernos y el BCE.
Pero Draghi extinguió esas esperanzas antes de que los líderes europeos llegaran a Bruselas, cuando afirmó que sus comentarios habían sido mal interpretados.
Fuentes del BCE dijeron que, por ahora, el banco se adheriría a su límite autoimpuesto de un máximo de compra de bonos soberanos de la eurozona de 20.000 millones de euros semanales, y que no evaluaba ninguna medida más importante.
La prueba más inmediata para el bloque será dar vigencia a los acuerdos sellados, que pueden desarticularse rápidamente una vez que los líderes regresen a sus países.
Traducción de Mirta Rosenberg
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