Por una ola escalofriante de crímenes, Londres supera a Nueva York en asesinatos callejeros
PARÍS.- Gran Bretaña es víctima de una escalofriante ola de asesinatos callejeros -la mayoría por apuñalamiento- que ya provocó 97 muertos desde el año pasado. Sobre ese total, hubo 47 víctimas fatales desde que comenzó 2018. En marzo, Londres superó a Nueva York en número de asesinatos.
Solo en los últimos 20 días se produjeron 14 ataques mortales. La última víctima fatal fue una adolescente de 17 años, hallada ayer por la policía después de haber sido baleada en Totteham (centro). Otro joven de 16 años, se encuentra entre la vida y la muerte, después de haber recibido varios disparos en Walthamstow, en el este de la ciudad, mientras un tercero, apuñaleado en otro incidente, resultó gravemente herido.
Según la policía británica, esos dramáticos ataques traducen una brutal intensificación de esa epidemia de asesinatos de origen desconocido que afecta esencialmente a Londres, pero que poco a poco se ha extendiendo a toda Inglaterra y Gales.
Las calles de la capital británica son por primera vez más mortíferas que las de Nueva York. La cantidad de muertes violentas en Londres y Nueva York -dos ciudades con una población similar de 8,5 millones de habitantes- fue de 22 y 21 personas respectivamente durante el mes de marzo, según un nuevo informe publicado precisamente ayer por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS). Esas estadísticas significan que cada tres días se produce un apuñalamiento con consecuencias mortales en Londres.
En términos anualizados, sin embargo, la gran ciudad de Estados Unidos sigue siendo mucho más peligrosa. No obstante, mientras Nueva York registró una disminución de la criminalidad de 87% desde la década de 1990, Gran Bretaña tuvo un incremento de 40% en los últimos tres años, sin contar las víctimas de actos terroristas, destacó la ONS.
La amplitud del fenómeno se convirtió en una pesadilla para los habitantes de la capital británica y en un verdadero dolor de cabeza para las autoridades.
"Estamos ante un problema nacional que requiere una solución nacional", reconoció recientemente el alcalde de Londres, Sadiq Khan. Scotland Yard formuló un diagnóstico mucho más dramático al definir el fenómeno como "una epidemia de salud pública" con más de 12.000 incidentes en un año. Esa cifra incluye tanto muertos como heridos.
La moda de los apuñalamientos provocó un vuelco inesperado de las estadísticas. En los nueve primeros meses de 2017, se registraron 37.443 casos de agresiones con cuchillos contra 6.694 ataques con armas de fuego, según la ONS.
Un cirujano de un hospital de Londres aseguró que su servicio atiende "más heridos por cuchillo que pacientes con apendicitis".
La secretaria de Interior, Amber Rudd, por su parte, anunció a fines de febrero la adopción de "una nueva estrategia" para hacer frente al "desastre" de la delincuencia con cuchillos. "Esto no se resuelve sólo con dinero", exclamó.
Esa frase constituyó una réplica a las acusaciones que atribuyen ese incremento de la criminalidad a la reducción de 20% del presupuesto policial. Esas medidas de austeridad se tradujeron en una sensible reducción de la presencia disuasiva de los célebres bobbies en las calles.
Los expertos descartan la hipótesis de un asesino serial y privilegian, en cambio, una explosión de la delincuencia juvenil provocada, en gran parte, por una generación de traficantes de drogas.
La comisaria-jefa de la policía londinense, Cressida Dick, por su parte, atribuye ese fenómeno a la emulación provocada por la difusión de imágenes a través de las redes sociales.
En la mayoría de los casos -afirma- las agresiones no tienen relación con la criminalidad organizada. Se trata de individuos aislados, que llevan un arma para sentirse seguros o hacerse ver. El fenómeno afecta sobre todo a los adolescentes, armados con cuchillos cada vez con más frecuencia.