Los errores de cálculo de Trump en su guerra de tarifas con Xi
WASHINGTON.- Durante años, Donald Trump despotricó contra la amenaza del comercio chino. Decía que China jugaba en una cancha inclinada en la que usaba prácticas comerciales injustas que supuestamente perjudicaban la economía norteamericana, robaba sus puestos de trabajo y contribuía al enorme déficit estadounidense.
El jueves, finalmente tomó acciones contra Pekín cuando anunció aranceles por 60.000 millones de dólares anuales sobre las importaciones chinas y limitar la capacidad de ese país para invertir en la industria tecnológica norteamericana.
Trump y sus partidarios defienden sus acciones como una forma de reafirmar la "soberanía" norteamericana en cuestiones de diplomacia y comercio internacional. Una investigación realizada por su administración hizo referencia a una variedad de prácticas "injustas" de parte de China relacionadas sobre todo con la transferencia aparentemente robada o forzada de propiedad intelectual perteneciente a negocios norteamericanos. Y al igual que la jugada anterior de Trump para aplicar aranceles a las importaciones de acero y aluminio de varios países, sus últimas medidas son otra señal de que sigue llevando a cabo sus promesas de campaña.
Tras conocerse la medida, se reavivó el temor de una inminente guerra comercial. El diario The Economist calculó que por cada empresa norteamericana a favor de las políticas proteccionistas de Trump, podría haber otras 3000 en contra.
"El comercio no es como un juego de suma cero. Ayuda a mejorar los estándares de vida de la gente en todo el planeta", escribió en el sitio web de CNBC Steve Odland, el CEO del Comité para el Desarrollo Económico. "Necesitamos productos baratos de otro país para aumentar nuestra calidad de vida. Estados Unidos representa solo el 5% de la población mundial, por eso necesitamos un acceso libre a los mercados, para que nuestros productos garanticen el crecimiento de nuestra economía. No se puede tener uno sin el otro".
Pocas horas después del anuncio de Trump, Pekín mostró su voluntad de devolver el golpe. "China no quiere librar una guerra comercial, pero no le tiene ningún temor", indicó el Ministerio de Comercio de China en una declaración emitida el viernes a la mañana en Pekín.
El ministerio dijo que había compilado una lista de 120 productos valuados en 1000 millones de dólares que incluye frutas y vino. Pero a Pekín le sobran opciones. China, un enorme comprador de aviones fabricados por la estadounidense Boeing, podría optar por Airbus u otras empresas para perjudicar a su industria aeronáutica. Por otra parte, Intel y Apple, que tienen fábricas en China, podrían ser blanco de medidas punitivas.
Pekín también podría imitar las potenciales medidas de la Unión Europea contra Estados Unidos, como los aranceles sobre las motos Harley-Davidson. Y además podría devaluar su moneda, el yuan, para hacer que las exportaciones chinas se vuelvan todavía más competitivas.
Aunque no se sepa todavía dónde ejercerá presión China, lo que sí queda claro es que los perdedores serán los consumidores norteamericanos. "No hay forma de imponer 50.000 millones de aranceles sobre las importaciones de China sin causar un impacto negativo sobre los consumidores norteamericanos. No hay que engañarse, estos aranceles pueden estar destinados a perjudicar a China, pero la factura la pagarán los consumidores norteamericanos, que tendrán que pagar más en las cajas por los productos que compran", dice Hun Quach, de la Asociación de Líderes de la Industria Minorista.
Y mientras la pesadilla eterna de Trump sigue siendo el déficit asimétrico entre los dos países, los economistas enfatizan que no comprende correctamente el funcionamiento del comercio global. "La reducción de las importaciones hará que otros países respondan con barreras que afectarían las exportaciones estadounidenses, con lo cual el déficit comercial no desaparecería", escribió Eswar Prasad en The Washington Post. "Es más, menos exportaciones significaría menos puestos de trabajo, una posible consecuencia no deseada de la política de Trump".
Traducción de Jaime Arrambide
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