Los europeos, frente a una encrucijada histórica: seguir unidos o dividirse
BRUSELAS.- La Unión Europea (UE) surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto que enfrentó a las potencias del continente y dejó cicatrices en el territorio y en la mente de las personas. Desde el principio, la pregunta era si ese experimento de buena voluntad llegaría a ser los Estados Unidos de Europa, donde la cooperación estuviera por encima del nacionalismo.
Ahora el tiempo de tomar esa decisión está a la vuelta de la esquina. Los habitantes del continente enfrentan una decisión histórica que concierne tanto a ellos como a sus bolsillos: ¿se imaginan avanzando como europeos o gobernados como franceses, alemanes, italianos y demás?
La razón de esa urgencia es la precaria situación del euro, la moneda compartida por 17 de los países de la eurozona. Y el euro está al borde de la ruptura porque la pregunta anterior nunca ha sido respondida. Las penurias del euro demostraron que, respecto de la moneda, una integración a medias no funciona.
Los líderes políticos han dicho que si el euro cae, puede también caerse la UE. "Tenemos que demostrar que el euro es un proyecto irreversible", dijo anteayer el presidente de la UE, Herman van Rompuy.
La mayoría de los expertos dicen que los europeos deben decidirse ahora o la decisión la tomarán otros. O siguen como una comunidad, donde ricos y pobres se juegan su suerte juntos, o sufrirán una creciente fragmentación y volverán a surgir las divisiones que han asolado a Europa en el pasado. La respuesta no puede esperar.
"Entramos ahora en un período crítico de diez días para concluir la respuesta de la UE frente a la crisis", dijo Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Económicos. Diez días para salvar el euro. Diez días que sacudirán al mundo financiero. Diez días para decidir el futuro de Europa.
Ese período crítico culminará a fines de la semana que viene, en la cumbre de Bruselas, una danza diplomática de 27 mandatarios, orquestada por Francia y Alemania.
La cumbre podría fijar el rumbo de Europa en las décadas por venir, así como el modo en que el euro será rescatado -si se lo rescata- de una crisis que ya lleva dos años. La crisis golpeó como un rayo el 20 de octubre de 2009, cuando el ministro de Finanzas de Grecia, Giorgos Papaconstantinou, entró en una reunión de ministros de Finanzas con una montaña de informes: "Para decirlo claramente, hemos sufrido el colapso de nuestros mecanismos de recaudación tributaria y un aumento descontrolado del gasto".
Desde entonces, el euro ya no volvió a ser el mismo. El anuncio terminó con casi una década de noticias positivas sobre la moneda común y dejó expuesto el talón de Aquiles de todo el sistema. Además, puso a los mercados en movimiento. Fueron a la carga contra una nación derrochona tras otra, y los países fuertes debieron salir a rescatar a Grecia, Irlanda y Portugal.
Con deudas que iban de los 150.000 a los 330.000 millones de euros, rescatar países de ese tamaño resultaba manejable. Pero cuando Italia, tercera economía de la UE, con una deuda cercana a los 1,9 billones de euros, pareció sucumbir en el abismo financiero, la espiral descendente se transformó en una crisis que podría terminar con la unidad del euro.
Fue un test para saber "qué tan europea" era cada nación. Alemania fue la más reticente a ayudar a las naciones en problemas, con el argumento de que debían pagar por sus errores, literalmente. Esa inacción es identificada por algunos como parte de los problemas que enfrenta ahora el euro.
Una opción sería reunir recursos de diversos orígenes, una medida que exigiría que las naciones de la eurozona delegaran gran parte de su autoridad económica, presupuestaria y fiscal en una autoridad centralizada que supervisaría las políticas y castigaría a los que no se atuvieran a ellas. Quienes apoyan esta estrategia dicen que es un acercamiento comunitario al problema.
Pero los críticos lo ven como un "súper Estado". La semana pasada, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se reunieron en Estrasburgo y decidieron impulsar cambios en los tratados de gobierno de la UE. Eligieron profundizar la unión, en vez de una ruptura. Y se reunirán el lunes para avanzar en esa senda (ver aparte).
"Debemos dar pasos hacia la unidad fiscal, para expresar nuestra convicción de que sabemos que las políticas de nuestros países deben estar más coordinadas para tener una moneda común y estable", dijo Merkel.
Eso podría traer aparejados drásticos cambios nacionales. Conocida por su estricta legislación de protección laboral, Francia tal vez también tenga que cambiar, si Bruselas impone reglas de libre mercado más estrictas.
"La solución existe. Requiere audacia", dijo Laurence Parisot, jefe del grupo francés de presión empresarial Medef: "Se llama Estados Unidos de Europa".
Traducción de Jaime Arrambide
Don Melvin y Raf Casert
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