Los hombres electrónicos del Pentágono
MIAMI.- La popularización de Internet ha generado nuevas e insólitas formas de comunicación personal que van desde el correo electrónico hasta los "blogs", esos caóticos diarios íntimos que comenzaron a poblar la Red durante la década del 90 y que hoy se cuentan por millones.
La digitalización posibilitó que la gente diera rienda suelta a su pasión por el almacenamiento y comenzara a guardar cartas, mensajes, fotografías, poemas, fragmentos de conversaciones, temas musicales y todo cuanto pudiera ser reducido a una secuencia de unos y ceros.
Gradualmente, el ciberespacio ha reemplazado al desván como el depósito final de recuerdos y souvenirs personales, con la diferencia de que ya no se trata de una memoria solitaria coleccionada en cajas de zapatos, sino de una intimidad que puede ser compartida con millones de personas.
Como era de esperar, este monumental acopio de información no escapó al apetito de algunas mentes creativas en el sector privado y en el Pentágono, que comenzaron a indagar de qué manera podían valerse de esta bonanza informativa en su beneficio.
Uno de los que más avanzaron en este terreno es Gordon Bell, un investigador del laboratorio de Microsoft en San Francisco, California, quien hace cuatro años comenzó a acopiar todo elemento que pasase por su vida -libros, discos compactos, cartas, memos, documentos, fotos, películas, conferencias, programas de televisión, conversaciones telefónicas y programas de radio-; los almacenó digitalmente en una base de datos a la que apodó "MyLifeBits".
Bell lleva acumulados hasta el momento unos 30 gigabytes de información (el equivalente a digitalizar 30 veces la Quinta Sinfonía de Beethoven) y ahora trabaja en el desarrollo de un programa que imite la forma en que la mente humana asocia recuerdos.
La idea es que, eventualmente, la gente pueda utilizar este programa para refrescar una memoria olvidadiza, revivir un antiguo proyecto, evocar un tiempo pretérito o educar a las nuevas generaciones.
En la otra costa del país, en Washington DC, Darpa, la imaginativa Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa del Pentágono, a la que se le deben desde la invención del Internet hasta el abortado proyecto de un mercado de futuros sobre sucesos políticos en Medio Oriente, lanzó hace algunas semanas un llamado a licitación para desarrollar LifeLog. Se trata de un sistema que, de manera similar al de Bell, tendría por objetivo capturar digitalmente todo aquello que una persona ve, dice o escucha y archivarlo de forma que permitiera recuperar la información de la misma manera en que la mente humana recuerda episodios pasados.
Los hilos vitales
"El objetivo de este concepto de lifelog es que sea posible rastrear los "hilos" de una vida individual en término de acontecimientos, estados y relaciones", explica Jan Walker, vocero de Darpa. "Sensores visuales, auditivos y táctiles capturarían lo que el usuario ve, escucha y siente. Sistemas satelitales (GPS), brújulas digitales y sensores de inercia determinarían su orientación y movimiento. Sensores biomédicos registrarían su estado físico."
Según Walker, LifeLog sólo sería instalado voluntariamente. Como ejemplo, mencionó que el sistema podría extender la memoria de los comandantes militares y mejorar el entrenamiento militar computarizado determinando de qué manera los participantes aprenden y luego adaptándolo a sus necesidades específicas.
Pero no todos comparten el entusiasmo de los creativos de Darpa.
Mucha gente está seriamente preocupada por otro de los inventos de Darpa, el llamado Total Information Awareness (TIA), una gigantesca base de datos compilada con el propósito de rastrear terroristas potenciales, rebautizada Terrorism Information Awareness para escapar a las acusaciones de que se estaba montando un sistema de vigilancia total de la ciudadanía.
Steven Aftergood, un analista de temas de Defensa que trabaja para la Federación de Científicos Americanos, reflexionó: "Cuantos más modelos de comportamiento de un individuo, tales como rutinas, relaciones y hábitos, puedan ser representados en forma digital, más fácil resultará establecer distinciones entre diferentes individuos o vigilar a uno en particular".
Todo el concepto de LifeLog parece escapado de una novela de ciencia ficción, excepto que quienes lo promueven no están guiados por ambiciones literarias. Los Estados Unidos son, de hecho, la sociedad más vigilada del planeta y sólo falta que alguien decida poner a todas las bases de datos en línea para que toda noción de privacidad desaparezca.
Frente a la perspectiva de contar con una memoria artificial atada a cámaras y sensores como protagonistas de un gigantesco reality show, muchos, seguramente, elegirían el olvido.
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