Los líderes chavistas recibieron a Bachelet, mientras crece la presión en la calle
"Maduro es Pinochet", le gritaron a la alta comisionada para los Derechos Humanos, que se encuentra en una misión oficial en Caracas
CARACAS.- La escena, retransmitida por las televisiones chavistas, sorprendió a casi todos. Michelle Bachelet , alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, reunida con los dos generales más poderosos del gobierno de Nicolás Maduro : Vladimir Padrino, ministro de Defensa y hombre fuerte del Ejército, y Néstor Reverol, ministro de Interior y estrecho aliado del "hijo de Chávez".
Sobre ambos pesan acusaciones de las organizaciones de derechos humanos y de familiares de presos políticos de dar cabida a calabozos de castigo y salas de tortura en centros militares y policiales. Ya sea en las mazmorras del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), en la Dirección General de Contrainteligencia (Dgcim) o en la prisión de Ramo Verde, cuyas instalaciones tanto las ONG como exdirigentes chavistas disidentes (del peso de Luisa Ortega, la fiscal rebelde, o Rafael Ramírez, antiguo zar del petróleo) han exigido que sean visitadas por la expresidenta chilena.
"¡Señora Bachelet, Maduro es Pinochet!", le gritaron ayer desde la calle a la funcionaria de la ONU, en un intento de que recordara su propio pasado: su padre, el general Alberto Bachelet, fue preso político, torturado y muerto en las cárceles de Pinochet. Cientos de personas se desplegaron en varias protestas para alertar que la revolución pretende engañarla con su propaganda.
"Por favor, escúchenos, señora Bachelet. A mi esposo le obligaron a comer sus heces fecales, le torturaron, le arrancaron piel de las manos. Todos los militares detenidos son tratados con la mayor crueldad que puede existir", aseguró Sandra Hernández, esposa del sargento Luis Bandrés, apresado por sublevarse contra Maduro.
Este guardia nacional encabezó la rebelión en el cuartel de Cotiza en enero pasado, apoyado por sectores populares. Organizaciones de derechos humanos han confirmado las torturas que sufre, junto a otros oficiales, en la sede de la Dgcim.
En el mismo lugar protestó un grupo de chicos, hijos de los 59 colombianos detenidos hace casi tres años acusados de montar un imposible campamento de paramilitares a pocos metros del Palacio de Miraflores, según expuso Maduro en una retransmisión televisiva.
"Han sido tres años terribles, nuestra situación es crítica, incluso muchas mujeres e hijos se han ido del país. Le pedimos que se ponga la mano en el corazón y haga justicia", reclamó Isveth Rivero, mujer de uno de los reclusos.
Agenda chavista
Luchadores sociales, familiares de presos, trabajadores de la salud, empleados de la industria del petróleo y profesores universitarios unieron sus voces, pese a los habituales malos modos de los agentes bolivarianos. Paramilitares agredieron incluso a dos periodistas y amenazaron a varios más, además de obligarlos a borrar su trabajo ante la connivencia policial, a pocos metros de donde Bachelet se reunía con los dos generales.
El chavismo controla la agenda de Bachelet, obligada a escuchar a los jerarcas de la revolución, que buscan que la alta comisionada vincule el desastre nacional con las sanciones financieras de los últimos meses. "En mi primera visita a Venezuela como alta comisionada espero escuchar todas las voces y trabajar con todos los actores para promover y proteger todos los derechos humanos de todos los venezolanos", precisó a las pocas horas de aterrizar.
Pero de momento solo medios bolivarianos tienen acceso a los distintos actos, mientras los medios independientes buscan información de los miembros de la sociedad civil que también se reúnen con Bachelet. "Si no (logra entrar en cárceles y hospitales), puede evidenciar que Maduro busca comprar legitimidad invitándola a un tour", concluyó José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch.
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