Los profundos vínculos comerciales de Trump con el reino de Arabia Saudita quedan a prueba
Desde hace años, Trump se jacta de sus amplias relaciones con Riad, que ahora están en jaque
NUEVA YORK.- Les reservó habitaciones de hotel y lugares de reunión, les vendió un piso entero de uno de sus edificios, y en momentos desesperantes de su carrera logró que un megamillonario de aquel país le comprara su yate y el Hotel Plaza de Nueva York, con vista al Central Park.
Los vínculos comerciales del presidente Donald Trump con el reino de Arabia Saudita son antiguos y profundos, y suele jactarse de ellos.
"Amo a los sauditas", dijo Trump en 2015, durante el lanzamiento de su campaña presidencial en la Trump Tower. "Y hay muchos en este mismo edificio".
Ahora, esos vínculos están bajo la lupa, sobre todo desde que se le exige una respuesta más contundente frente a la actitud del reino tras la desaparición y el posible asesinato de uno de los mayores críticos del gobierno saudita, el periodista y activista Jamal Khashoggi.
"Los sauditas le están mandando dinero", dice el exdirector de ética del gobierno federal norteamericano, Walter Shaub, que ahora asesora a una agrupación civil que demandó a Trump por sus lazos comerciales con gobiernos extranjeros. Según Shaub, eso socava "la confianza en que hará lo correcto en lo referente a Khashoggi".
La primera visita de Estado de Trump como presidente fue a Arabia Saudita, el año pasado, donde elogió al nuevo y joven gobernante y se jactó de haber sellado con el reino un acuerdo de venta de armas por 110.000 millones de dólares.
Pero a medida que aumentan las presiones del Congreso para que Trump averigüe si Khashoggi fue asesinado y descuartizado tras ingresar al consulado saudita en Turquía -como afirman sin haber presentado por ahora ninguna prueba las autoridades turcas-, esos vínculos del presidente norteamericano con Arabia Saudita comienzan a estar en jaque.
Anteayer, Trump dijo que hablará muy pronto con el rey saudita sobre la desaparición de Khashoggi. Pero también agregó que no quiere sabotear el lucrativo acuerdo de venta de armas y se ocupó de señalar que Khashoggi, si bien reside en Estados Unidos, no es ciudadano norteamericano.
Las vinculaciones de Trump con los megamillonarios y príncipes sauditas son antiguas, y parecen haberse profundizado aún más.
En 1991, cuando Trump estaba al borde de la ruina y desesperado por conseguir fondos, le vendió su yate de 86 metros, el Princess, al megamillonario príncipe saudita Al Waleed bin Talal, por 20 millones de dólares, una tercera parte menos del precio que él había pagado por la embarcación.
Cuatro años después, el príncipe volvió a salir en su rescate, y se sumó a otros inversores en una apuesta de 325 millones de dólares para salvar el elefante blanco de Trump, el Plaza Hotel, que daba pérdidas.
En 2001, Trump vendió todo el piso 45 de su Trump World Tower, frente a la sede de la ONU, en Nueva York, por 12 millones de dólares, la mayor suma pagada en ese edificio hasta el momento. El comprador: el rey de Arabia Saudita.
"Me llevo muy bien con todos en Arabia Saudita. Me compran departamentos. Se gastan 40, 50 millones", dijo Trump en un acto de campaña el 21 de agosto de 2015, en Alabama. "¿Por qué me tendrían que caer mal? A mí me caen bárbaro", dijo.
Bernard Condon, S. Braun y T. Abdollah
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