Los republicanos ya están recalculando

MIAMI.- De la fractura total menos de un mes antes de las elecciones a un escenario impensado, con todo el poder pintado de rojo republicano: la Casa Blanca para Donald Trump y la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Pero lo que debería equivaler a una automática carta blanca para implementar reformas y deshacer las iniciativas más emblemáticas de Barack Obama todavía es una incógnita.

Para el Partido Republicano fue una victoria de ensueño, inimaginable, que les abre las puertas a dos años de control absoluto en Washington, siempre y cuando consiga superar las divisiones que la candidatura del magnate profundizó. "Creo que habrá tensión entre las diferentes facciones del partido, aunque por unos meses deberían desvanecerse por la victoria de Trump. Sin embargo, esas divisiones serán propensas a reaparecer con el paso del tiempo", explicó a LA NACION Aubrey Jewett, politólogo de la Universidad Central de Florida.

El primero en intentar aquietar las aguas republicanas fue el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que mantuvo una tensa relación con Trumo durante la campaña.

"Ryan deberá barajar y dar de nuevo en su relación con Trump. La victoria es dulce, nadie quiere quedarse afuera", señaló a LA NACION Silvio Waisbord, profesor de la Universidad George Washington. "La duda luego es si el Partido Republicano será el de Trump o el del establishment", agregó.

Cuarenta senadores y congresistas republicanos habían revocado su apoyo al magnate, y casi 30 le pidieron el mes pasado que abandonara la carrera electoral. La agenda de Trump incluye promesas de todo tipo. "Para todo eso necesita el apoyo del Congreso. La cooperación o no dependerá de cada tema, pero creo que nos esperan seis meses o un año de mucha tensión", dijo Ron Haskins, analista de la Brookings Institution.

Según Aubrey, Trump estará obligado a hacer equilibrios con el Congreso. "Los conservadores en materia social no estarán contentos con su postura sobre el matrimonio gay; el ala empresarial probablemente se opondrá si va en contra de los acuerdos de libre comercio, y a los conservadores fiscales no les gustará ver un gran aumento en el gasto", estimó.