Los vecinos de un pueblo italiano se tiraron al mar para salvar a 51 náufragos kurdos
ROMA.- Torre Melissa, un desconocido pueblo de 3000 personas de Calabria, en el sur de Italia, saltó hoy a la fama porque sus vecinos se tiraron al mar para salvar a 51 náufragos kurdos que estaban ahogándose frente a la costa, después de que su velero se diera vuelta.
"Era de noche, bajamos a la playa e hicimos una cadena humana", contó Gino Mugi, el alcalde de una localidad que repentinamente se volvió protagonista de una historia que representa la otra cara de la política de cierre total de puertos impuesta por Matteo Salvini, ministro del Interior y hombre fuerte del actual gobierno populista italiano.
El gesto de solidaridad de los vecinos de Torre Melissa, como todo el mundo destacó, tuvo lugar justo cuando se resolvió la escandalosa situación de 49 migrantes que estuvieron casi 20 días bloqueados en dos naves humanitarias en aguas maltesas, hasta que la Unión Europea se puso de acuerdo en su destino.
Según reportó la prensa italiana, esta vez se trató de 51 desesperados, originarios de los territorios kurdos hoy en manos de milicias islamistas que se encontraban hacinados en un velero que fue repentinamente dejado a la deriva por los traficantes de seres humanos que lo navegaban.
Por los vientos, la embarcación chocó entonces contra la escollera y mientras estaba por darse vuelta y comenzaba a entrar agua, sus pasajeros lograron abrir a la fuerza una escotilla y comenzaron a gritar hacia la costa para pedir ayuda. Muchos, mujeres, niños, que no sabían nadar, quedaron atrapados en el casco.
"La dueña de un hotel ubicado sobre el mar justo donde ocurrió todo y su marido, despertados por los gritos desgarradores de los migrantes desesperados, muertos de miedo y de frío, enseguida me llamaron por teléfono. Y me precipité hasta el lugar", contó Mugi, aún emocionado, al diario La Repubblica.
En menos de tres minutos y mientras daba el alerta, Mugi llegó a la playa. Al darse cuenta de que no podían esperar a los socorristas y que había que actuar enseguida porque el barco se había dado vuelta y muchos de los migrantes se encontraban en el mar, a punto de ahogarse, el acalde decidió intervenir.
"Junto a algunos vecinos, más algunos náufragos, hicimos una especie de cadena humana. Los migrantes se subieron sobre la embarcación de salvataje del hotel para alcanzar el barco y transbordar a los que quedaban atrapados, que luego, a mano, llevamos hasta la orilla",relató.
Así, de a pequeños grupos, los náufragos –entre ellos seis mujeres y cuatro chicos- fueron llevados a tierra, mientras iban llegando los socorristas.
No faltaron escenas dramáticas y heroicas a la vez, como la de un vecino no dudó en tirarse al mar y nadar en la oscuridad para liberar a una mujer y a un bebe de pocos meses que se habían quedado atrapados adentro del casco. "Un joven de entre 25 y 30 años está vivo de milagro", contó, por otro lado, Carmelo Palmieri, pescador y voluntario, que también se tiró al agua cuando vio que una persona estaba en dificultad. "Cuando lo agarré, el joven estaba rígido como un fierro", destacó.
El hotel Miramare, testigo privilegiado de la tragedia y en este período del año, semivacío, le abrió sus habitaciones a los desesperados. Los habitantes de Torre Melissa se hicieron allí presentes con ropa, secadores y estufas.
Más tarde, el grupo fue llevado al Centro de Acogida de Sant’Anna de Isola di Capo Rizzuto. La policía logró arrestar a los traficantes que habían abandonado el velero, dos rusos de 43 y 25 años, que fueron apresados en un hotel de la localidad, donde trataron de pasar como turistas.
El de Torre Melissa fue el primer desembarco del año en la costa calabresa, donde cada tanto arriban embarcaciones a vela procedentes de Turquía, Medio Oriente o el sudeste asiático, que logran sortear los controles debido a sus dimensiones reducidas. El año pasado hubo unos veinte desembarcos de este tipo, casi siempre lejanos de los reflectores mediáticos y de la política.
Pero en la era de "puertos cerrados" de Salvini, la "playa abierta" de Torre Melissa sí fue noticia y dio mucho que hablar. "Cuando ves a una chica de cuatro años mojada como un pollito, con sus rulitos pegados a la cabeza, los labios violeta, más allá de las banderas políticas, ¿cómo podés mirar a otro lado?", se preguntó Mugi, alcalde de un pueblo orgulloso de mostrar esa otra cara, solidaria, abierta, humana –que aún existe-, en la Italia de la "era Salvini".
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