Los venezolanos en la Argentina ven el desafío al chavismo con ilusión y miedo a volver
La marcha del 23-E no fue una más para Venezuela. Ayer millones de ciudadanos salieron a las calles para decirle basta al gobierno de Nicolás Maduro y, en medio de la jornada de protesta, se enteraron y celebraron la decisión del líder de la opositora Asamblea Nacional, el joven Juan Guaidó, de proclamarse "presidente encargado". Fueron miles de miles los que protestaron en distintas ciudades del país caribeño pero las manifestaciones atravesaron las fronteras.
Los millones de venezolanos que abandonaron sus ciudades ante la crisis y la falta de oportunidades alzaron la voz en sus nuevos países de residencia, como la Argentina. El año pasado fue récord: se radicaron en el país 70.531 venezolanos, que por primera vez lideraron la lista de radicaciones, superando a bolivianos, paraguayos y peruanos.
En Buenos Aires, en la plaza del Vaticano, también exigieron un cambio de gobierno.
"Tenemos el cuerpo aquí pero la cabeza allá", dice a LA NACION Constanza Armas, una de las miles de personas que se manifestaron al lado del Teatro Colón. Llegó a la Argentina en 2014 para escapar de la crisis venezolana, con inflación récord y un desabastecimiento extremo. Es psicóloga comunitaria y, en Buenos Aires, maneja un remis seis días a la semana. Lo hace para sustentar su vida y para ayudar a sus seres queridos que se quedaron allá, como tantos aquellos con los que se topó en la plaza: "Había una enorme sensación de hermandad. Estábamos conectados por la angustia, por la esperanza. Estábamos tristes y alegres y asustados y nos sentíamos valientes. Queremos recuperar nuestras vidas", dice.
En la charla además deja entrever que tiene algo de fe en Guaidó. No se declara seguidora de la oposición, pero encuentra en este joven la confianza que los otros no le daban. "Es popular, no viene de una familia de dinero y no es algo que el gobierno se esperara", asegura y destaca que otro de los puntos que considera importante, por lo que entiende que lo de ayer no fue un día más, es el apoyo internacional, el reconocimiento que el "presidente encargado" logró de gobiernos como el de EE.UU, España, Francia, Colombia y la Argentina: "La región está cambiando la mirada sobre Venezuela. Ve que la gente sale a protestar porque se está muriendo de hambre. Y mientras tanto ayer, en la televisión venezolana, mostraban al Chavo del 8".
"No volvería"
Nolan Rada tiene 27 años y también estuvo en la plaza. Vive en el país desde 2016, cuando se fue cansado ante la falta de oportunidades. Entonces, él, periodista de profesión, tenía tres empleos y si quería tomarse un café con una porción de torta debía gastar cerca del 15 por ciento de todo lo que ganaba. Por eso -y por otras cosas también-, pensó que era tiempo de partir. Al llegar a Buenos trabajó colocando pisos para piscinas y en una hamburguesería, hasta que el año pasado consiguió un puesto en un medio. Siempre envió dinero a su familia, a su madre que sigue allí, que está enferma y que necesita medicinas que no se consiguen en Caracas.
"Cada vez se agrava más la crisis en Venezuela, se hace insostenible. Y lo de ayer no fue cosa de un día, la previa fue importante: los muchos cabildos abiertos que tuvieron lugar, la declaración de Maduro como usurpador, la juramentación de Guaidó como presidente encargado... Todo eso propició la movilización de la gente. Las marchas ya no son solo de la clase acomodada. Hoy los sectores históricamente chavistas, que en 2017 no participaron, fueron protagonistas", señala.
Además, cree que para salir de la crisis se debe instalar un gobierno de transición, aunque advierte que "hacer predicciones en Venezuela es meterse en un abismo de tinieblas". Sin embargo, pase lo que pase, dice que "no volvería inmediatamente" a Venezuela ante un cambio. "Es extraño. La crisis es tan profunda que no se resuelve de un día para el otro. Debería esperar la regularización de la vida cotidiana porque me fui por algo y la gente nunca se va de su país por gusto".
José Máquez piensa igual. Tiene 30 años, trabaja en una ONG y llegó a la Argentina en julio de 2016. "Me fui porque necesitaba huir de la crisis insostenible. Ganaba 15 dólares al mes, no me alcanzaba", dice y relata que lo que ocurrió ayer fue distinto a cada una de las marchas anteriores. "Es la primera vez que veo algo tan grande. Siempre hubo concentraciones pero no como así. Calculo que tiene que ver también con la cantidad de venezolanos que nos vinimos a la Argentina".
Lo que Máquez piensa que podría ocurrir ahora en su país es similar a lo que piensan sus compatriotas: es tiempo de que se convoquen nuevas elecciones. "Cuando el gobierno se vaya correspondería llamar a presidenciales en los siguientes 30 días. Y Maduro debería aceptar una amnistía e irse a Cuba". Sin embargo, no tiene en cuenta la posibilidad de volver. Dice que durante toda su vida vivió el chavismo, que no conoce otra cosa que "la miseria del régimen".
Hoy Armas, Rada, Máquez y toda Venezuela están a la espera de su futuro. Cada vez más gobiernos desconocen el mandato del bolivariano y apoyan a la oposición, pero el camino parece largo: la mayoría de las instituciones son chavistas, por lo que la renovación hacia un nuevo país debería ser completa. "Tiene que pasar mucho tiempo, hay mucho que limpiar", dice Máquez.
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