Luchas ideológicas y nacionales
Es sumamente probable que los atentados de Casablanca de la semana pasada sean la primera reacción armada musulmana a la invasión y conquista de Irak por parte de Estados Unidos. Que sean una manifestación de "terrorismo islámico", sea éste lo que fuere, y eliminando definiciones elementales, es tanto posible como dudoso.
A qué segmento de opinión apuntan es una pregunta legítima según cuál sea el impacto deseado: terrorismo o ataque. Para usar el primer término debe recordarse la clásica definición de Lenin: el objeto del terrorismo es aterrorizar.
En este sentido, no parece razonable que los que hicieron explotar esas bombas hayan pensado que Estados Unidos, el país militarmente más poderoso de la Tierra, pueda aterrorizarse por unos atentados de mucho menos efecto en muertos y en destrucción que el más modesto de los bombardeos clásicos.
Se iba -y quizá se irá- más allá, a una reacción más o menos indignada ante la política colonial del imperio de Washington. Definir esta violenta reacción como "terrorismo islámico" es muy discutible por una razón básica: la religión musulmana, como la cristiana, no permite el suicidio, y hacerlo fuera de situaciones muy extremas está absolutamente excluido. Mucho más en un contexto político como el buscado en estos atentados de Marruecos o en los realizados en otros lugares.
Algo en común
Es un asunto extremadamente complicado y, de antemano, no pueden formularse afirmaciones categóricas, pero sí buscar una comprensión difícil a partir de aproximaciones. Por empezar usando la efervescencia de George W. Bush contra el terrorismo sin precisar bien qué es, pueden tomarse algunos casos que tienen algo entre sí en común: Chechenia, el País Vasco, el Turquestán chino (Sinkiang) y eventualmente Irlanda.
Vladimir Putin quiere que la lucha de los chechenos por recuperar la independencia que Rusia les quitó hace siglo y medio y contra la que los zares fueron relativamente suaves y Stalin de una dureza excepcional, aun para su régimen, sea catalogada como "terrorismo". Igualmente la dictadura comunista china actual ha procurado lo mismo para la lucha de los turcos uighures con idéntico objetivo. Y José María Aznar logró que el sector más extremista del nacionalismo vasco fuera catalogado por Washington con idéntico rótulo.
Los dos primeros pueblos son musulmanes y los vascos, católicos con objetivos muy precisos: quieren que la autonomía otorgada a tres provincias vascas se extienda a las otras cuatro (Navarra y las tres en posesión de Francia), que se las unifique y que se les dé independencia. En ninguno de los tres casos el terrorismo como tal forma parte de su ideología. Desde su punto de vista son luchas nacionales.
Lo mismo vale para Irlanda: el objetivo de los movimientos más extremistas es el mismo que el de los más moderados, la reunificación con Irlanda de los seis condados que forman el Ulster (tres de ellos tienen mayoría católica: Fermanagh, Tyrone y Armagh) en la partición "provisional" de hace más de ochenta años.
Lo mismo vale también para Israel y Palestina. Bush señaló hace pocos días que "si el pueblo palestino adopta pasos concretos para quebrar el terrorismo" podrá ser independiente y, con un optimismo injustificado, conectó ese logro con la evacuación de algunas colonias judías de los territorios palestinos ocupados. La evacuación de todas -un objetivo árabe mínimo- y el retorno de los refugiados -objetivo de máxima- quedan para después de suprimido el terrorismo. Lo que complica las cosas es que se trata, visto desde el otro ángulo, del movimiento de resistencia a la ocupación israelí. Después de todo, hace apenas un siglo el país era árabe casi en su totalidad (1839, 10.000 judíos; 1882, 24.000 judíos; 1914, 85.000) y la inmigración judía es vista como invasión.
No es éste el caso para atentados como los realizados con objetivos muy nebulosos por sauditas extraviados -religiosa y políticamente- contra las Torres Gemelas y el Pentágono, definibles como terrorismo en su peor sentido. O la absurda filosofía de Al-Qaeda, pero son marginales.
Queda la duda seria: ¿dónde serán los próximos atentados?
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