Macron moviliza al gobierno para contener la ola de violencia
Ordenó convocar a los líderes de la oposición y a representantes de los "chalecos amarillos"
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PARÍS.- Francia despertó ayer sumida en el estupor al descubrir los daños causados por la violencia del sábado en París y en el resto del país, cuando grupos de vándalos se infiltraron en el tercer día de manifestación de los "chalecos amarillos", causando caos, desolación y pérdidas por centenares de millones de euros.
Las escenas de destrozo de monumentos públicos, robos de comercios, incendios de vehículos y agresiones físicas en los barrios más elegantes de la capital francesa llevaron al presidente Emmanuel Macron a organizar una reunión de crisis en el Elíseo, pocas horas después de s u regreso del G-20 de Buenos Aires.
El jefe del Estado pidió a su primer ministro, Edouard Philippe, recibir esta semana a todos los jefes de partidos políticos, así como a representantes de los "chalecos amarillos". Una tarea que no será fácil, teniendo en cuenta la ausencia de voceros del movimiento.
A su vez, el ministro del Interior, Christophe Castaner, deberá estudiar "la eventual necesidad de adaptar el dispositivo de mantenimiento del orden lo antes posible". En cuanto a la posibilidad de restablecer el estado de emergencia, aplicado durante el período de atentados islamistas, parece haber sido desechada por el momento.
"No creo que hayamos llegado a esa situación", juzgó la ministra de Justicia, Nicole Belloubet. "Hay otras soluciones posibles", agregó después de la reunión de crisis.
La ministra informó además que "dos tercios" de las 372 personas que fueron detenidas durante los disturbios serán presentadas a los tribunales mediante un procedimiento de "comparecencia inmediata". En su mayoría son hombres de entre 35 y 45 años, muchos de ellos militantes de extrema derecha o extrema izquierda, pasibles de recibir penas de entre tres y siete años de prisión.
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Poco antes de la reunión en el Elíseo, el jefe del Estado visitó a pie el Arco de Triunfo y la avenida Kléber, donde fue recibido con una mezcla de silbatina y aplausos. Esos dos sitios emblemáticos de París fueron escenario de los enfrentamientos más violentos.
Según el último balance oficial, la movilización fue menos importante que las anteriores: 136.000 manifestantes en todo el país, contra 166.000 el 24 de noviembre y 282.000 el 17 de noviembre.
Pero las múltiples escenas de violencia y pillaje no tienen precedente en la historia reciente de la capital. Decenas de carcasas de vehículos incendiados, vitrinas de bancos rotas, negocios de lujo desvalijados en todos los distritos del oeste de la ciudad eran ayer por la mañana mudos testigos de 24 horas de guerrilla urbana, durante las cuales las fuerzas del orden parecieron totalmente desbordadas.
Las mismas escenas se repitieron en otras ciudades del país: en Marsella, Burdeos y Charleville-Mezières, en el nordeste del país, donde fue incendiado el edificio de la Prefectura. En total, 133 personas resultaron heridas en París, 23 pertenecientes a las fuerzas del orden. A nivel nacional hubo 263 heridos, cinco de ellos de gravedad.
Las imágenes difundidas ayer por todas las cadenas francesas no dejan lugar a dudas: los grupos de vándalos actuaron en forma coordinada y con extremada precisión.
"Saben cómo romper, cómo incendiar un auto en menos de un minuto y cómo robar. Incluso, cuando el botín es demasiado voluminoso, lo dejan y regresan a las cinco de la mañana para recolectarlo", explicó un habitante de la avenida Kléber.
Esas imágenes de violencia incontrolada no solo provocaron la reprobación de todos los franceses, también llevaron a la mayoría de los "chalecos amarillos" a condenarlas públicamente.
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