Merkel llega con un aura imbatible a la recta final de la campaña
Se consolida su ventaja y la duda no es si ganará, sino con quién formará coalición; inquieta el avance de la extrema derecha
PARÍS.- Cuando falta menos de una semana para las elecciones legislativas del 24 de septiembre, Angela Merkel tiene asegurada una victoria que le permitirá seguir gobernando Alemania en los próximos cuatro años. La única incógnita que subsiste es qué tipo de coalición deberá formar para conservar la mayoría en el Bundestag (Parlamento) y qué partido logrará ocupar el tercer puesto.
Días antes de los comicios, Mute (mamita), como la bautizaron cariñosamente los alemanes, tiene prácticamente asegurada la victoria: el último sondeo del instituto Forsa atribuye 38% de votos al bloque que forma el Partido Demócrata Cristiano (CDU) con sus aliados de la Unión Social Cristiana (CSU) bávara, mientras que su principal adversario, el líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz, apenas reúne 24%.
Ni siquiera el único debate entre los candidatos fue capaz de revertir esa tendencia. Perdido por perdido, Schulz, ex presidente del Parlamento Europeo, decidió abandonar toda moderación y pasó a la ofensiva al decir que Merkel "vive al margen de la realidad", "carece de programa", "no sabe cómo manejar la crisis del diésel" que sacude a la industria automotriz y la acusa de haber reaccionado de forma "vacilante" frente a las provocaciones del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Ninguno de esos reproches parece afectar el prestigio acumulado por la canciller después de 11 años y 9 meses en el poder. Esa situación terminó eliminando el escaso suspenso que podían tener las elecciones: "La campaña electoral suscita un escaso interés", reconoció el prestigioso diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.
Más que los deslumbrantes resultados económicos del país, primera potencia de Europa, el factor determinante del éxito de Merkel es la seguridad que inspira a los alemanes. "Me gustaría cambiar, pero creo que voy a votar otra vez por ella, porque hace un excelente trabajo y no comete ningún desatino", comentó Bernd Schlenker, de 68 años, ante las cámaras de la televisión ARD.
Tan grande es la confianza que suscita en el electorado que logró salir prácticamente indemne de la crisis de refugiados. "No me arrepiento de nada", afirmó el pasado fin de semana en una entrevista con el semanario Welt am Sonntag al referirse a su decisión de abrir las puertas del país a 1,1 millones de inmigrantes. "Si fuera necesario, volvería a tomar todas las decisiones importantes que adopté en 2015", agregó.
En esas condiciones, el único misterio de estas elecciones reside en cuál será la coalición que acompañará a Merkel en los próximos cuatro años. Resolver esa cuestión será vital para la canciller, que aspira a utilizar su cuarto período -probablemente el último- para realizar una profunda transformación del país y dejar una herencia imborrable de su paso por el poder.
En esa batalla, se enfrentan cuatro partidos que tienen entre 7 y 10% de intenciones de voto: Die Linke (extrema izquierda), los liberales del FDP, Los Verdes (ecologistas) y Alternativa para Alemania (AfD), de extrema derecha.
Después de verse forzada a gobernar aliada al Partido Socialdemócrata (SPD) durante dos períodos, Merkel aspira a escapar de esa gran coalición. Y la única forma de salir de esa disyuntiva de hierro consiste en recurrir al FDP o a Los Verdes porque, por razones ideológicas, no puede formar alianza con Die Linke o AfD.
Si Merkel no obtiene una victoria concluyente, es posible que incluso ambos sean invitados a ingresar a la alianza gubernamental. En ese caso se crearía, por primera vez, una Jamaika Koalition, así llamada porque el color de los componentes recuerda la bandera jamaiquina: el negro que identifica la democracia cristiana de Merkel, el amarillo de los liberales y el verde de los ecologistas.
Un buen resultado liberal, por lo demás, constituiría una consagración para el nuevo líder del FDP: Christian Lindner, un atractivo ex publicitario de 38 años que logró sacar a su partido del ostracismo en el que había caído en 2013, cuando no reunió el 5% necesario para ingresar al Parlamento. Lindner hizo su campaña como un rockstar, escogiendo como fotógrafo oficial a Olaf Heine, famoso por haber trabajado con Iggy Pop, Sting y Bono.
Frente a Schulz, que "propone volver al pasado", y a Merkel, que "promete no hacer nada", Lindner se presenta como el "candidato del futuro". En parte es cierto porque su apuesta no es ser el "tercer hombre" en 2017, sino en convertirse en una verdadera alternativa de poder en 2021.
En todo caso, con 11% de intenciones de voto, la derecha populista de AfD podría transformarse la semana que viene no sólo en la tercera fuerza política del país, sino en la principal fuerza de oposición en el Parlamento, lo que complicaría el trabajo del futuro gobierno.
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