Mortinatos: el drama ignorado que vuelve al primer plano por una escena de Roma
LOS ÁNGELES.- Multinominada a los premios Oscar, la película Roma contiene infinidad de esas pequeñas escenas de luces y sombras que dan forma a nuestras vidas, pero ninguna tan descarnada y conmovedora como la que se desarrolla en una habitación de hospital en la Ciudad de México, cuando un médico le dice fríamente a una joven mujer atemorizada: "Su bebé nació muerto".
La escena transcurre en 1971, pero aborda de manera explícita un tema que hasta el día de hoy sigue siendo poco entendido y mayormente ignorado. Y aunque desde 1971 los índices de partos de bebés muertos han bajado, siguen siendo sorprendentemente frecuentes, con casi tres millones al año, la mayoría de ellos en países en vías de desarrollo.
En Estados Unidos ese índice sigue siendo de seis mortinatos cada 1000 nacimientos desde hace una década, y en al menos un tercio de los casos por causas desconocidas. La mayoría de los seguros de salud en Estados Unidos no cubren autopsias y muchos padres prefieren que no se practiquen, lo que termina dejando en el misterio las circunstancias y potenciales causas del hecho.
"Realmente se trata de un campo de investigación muy pobremente estudiado", dice Jennita Reefhuis, de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del gobierno norteamericano. "Es un hecho devastador para las parejas, que merecería mucha más atención."
A la joven madre de la película Roma le dan apenas unos segundos para acunar a su hijo sin vida antes de que el médico le comunique que debe llevárselo para "preparar" el cuerpo.
La frialdad de esa escena que parece interminable responde en parte al juego dramático de la película, pero también refleja el desdén por el tema en aquel entonces. El doctor Francisco Ruiloba, obstetra de la Ciudad de México, dice que desde entonces muchos hospitales han adoptado un enfoque más humanista, que a las madres se les concede todo el tiempo que necesitan y que el cuerpo del bebé "es preparado con respeto y fuera de la habitación".
En su guía de lineamientos de 2009 y reconfirmada el mes pasado, el Colegio de Obstetras y Ginecólogos de Estados Unidos dice que los padres de un mortinato deben recibir contención emocional de parte de consejeros de duelo, grupos de apoyo o psicoterapeutas. La asociación también recomienda que los padres tengan oportunidad de sostener a su hijo en brazos, ponerle nombre y despedirse humanamente.
Las investigaciones en ese campo revelan que permitir que los padres pasen tiempo con sus bebés mortinatos disminuye las probabilidades de que la madre luego sufra cuadros de ansiedad y depresión. Muchos hospitales norteamericanos permiten que los padres pasen horas o incluso días con su hijo. Algunos hospitales toman fotografías e impresiones de las manos y pies del niño como recuerdo para las familias, y algunos les proveen de cunas refrigeradas para preservar el cuerpo mientras la familia se despide.
"Nosotros recalcamos la importancia de que el médico acompañe a los pacientes en ese momento tan tremendo, que los entienda y al mismo tiempo les asegure que lograrán superarlo", señala el doctor Alan Peaceman, director del departamento de medicina materno-fetal del Hospital Northwestern Memorial, de Chicago.
La enfermera de pediatría Lindsey Wimmer, quien en 2004 tuvo un bebé que nació muerto al que llamó Garrett, dice que antes a los padres "se les recomendaba no ver ni ponerle nombre al bebé, y seguir adelante y tener otro, pero ahora sabemos que no es la mejor manera de manejar el tema".
"Porque la pena y el dolor siguen ahí agazapados, y nunca olvidarán a esos bebés", dice Wimmer, directora ejecutiva de la Fundación Star Legacy, una agrupación con sede en Minnesota dedicada a fomentar la investigación y la concientización sobre los alumbramientos de mortinatos.
Las redes sociales les dan a los padres una nueva vía para canalizar su dolor. La canadiense Rebekah Shirey posteó para sus amigos un desgarrador video de lo que parece casi una labor de parto rutinaria. Rodeada de su familia y sus amigos en la habitación de un hospital de Ottawa, con su pareja Steve Martin a su lado, Shirley puja, grita y finalmente acuna a su bebé Elijah, nacido muerto. Fue el 29 de julio de 2017, y Rebekah se había enterado un par de días antes que el corazón de Elijah había dejado de latir.
"Cuanta más consciencia haya sobre el tema, y cuanto más acompañados por la comunidad, más fáciles son de sobrellevar estas cosas", dice Rebekah.
Los médicos norteamericanos definen como mortinato la muerte del feto después de 20 semanas de embarazo, mientras que en muchos otros países se lo considera a partir de la semana 28 o incluso más tarde. Al igual que en muchos países, en Estados Unidos no existe un registro nacional de mortinatos, y si bien cada estado informa de la cantidad de muertes fetales, la información de esos reportes en mínima.
En Estados Unidos, alrededor del 1 por ciento de los bebés nacen muertos, o sea unos 24.000 mortinatos al año. La obesidad, la diabetes, el tabaquismo y el embarazo de mujeres mayores de 35 años son todos factores que aumentan el riesgo, y entre las mujeres negras ese índice duplica el de las mujeres blancas.
En los países desarrollados, 1 de cada 3 alumbramientos de niños muertos se debe a problemas en la placenta. Estudios recientes ofrecen algunas pistas sobre otras causas, y vinculan el fenómeno a la falta o exceso de movimientos fetales, a las altas temperaturas, a la contaminación del aire, y la costumbre de muchas embarazadas de dormir boca arriba durante la etapa final del embarazo. Un estudio incluso señala que la "intuición" de las embarazadas de que algo no está bien es más frecuente entre las madres de mortinatos.
Los médicos aconsejan a las embarazadas que estén muy atentas a los movimientos del feto durante la etapa final del embarazo y a detectar cambios que podrían indicar que se encuentra en peligro. Si falta mucho para que el embarazo llegue a término, una opción es inducir el parto, y un estudio sugiere que contar las patadas del feto puede reducir el índice de casos de mortinatos.
Un grupo de madres de Iowa que dieron a luz a bebés muertos lanzó una campaña para alentar a las mujeres a "contar las patadas" del feto, una medida que fue adoptada por las autoridades de salud pública de seis estados del país. En Iowa, donde esa medida rige desde 2008, la tasa de mortinatos disminuyó a menos del 5 por 1000. Aunque no está probado, Kimberly Piper, enfermera y funcionaria del Departamento de Salud de Iowa, dice que la campaña podría haber contribuido a ese descenso.
En Estados Unidos, 1 de cada 5 mortinatos nacen después de un embarazo normal y sin complicaciones. Las circunstancias se repiten ominosamente: un par de días o de semanas antes de la fecha de término, la madre repentinamente nota menos patadas o directamente la inmovilidad del feto. La mayoría de esas embarazadas piden una cesárea inmediata, pero se trata de una intervención que rara vez se realiza en esos casos, debido a sus riesgos. En esos casos, los médicos administran drogas inductoras del parto, y los padres deben esperar.
Esa fue la pesadilla que tuvo que atravesar Lindsey Schmitz, de Chicago, en 2016, después de un embarazo "de manual". Tras 24 horas de dolorosa labor de parto, las enfermeras apoyaron delicadamente a su hijo Sawyer Schmitz sobre el pecho de su madre, y se apartaron para preservar la intimidad de ese momento.
"Estaba tibio. Era hermoso y tenía el olor típico de los bebés", recuerda Lindsey. "Parecía estar dormido".
Traducción de Jaime Arrambide
Agencia AP
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