La crisis en Rusia. Moscú, del boom consumista a los shoppings en quiebra
Por Daniel Helft (Enviado especial)
MOSCU.- Desde 1994, el rublo se mantenía estable y el capital internacional parecía no tener duda de que Rusia sería uno de los nuevos milagros del mundo emergente. Entre 1996 y 1997, la Bolsa creció el 500%, conformando la mejor "performance" del planeta. Sencillamente, el país estaba de moda. La clase media local se fortalecía rápidamente y Moscú adquiría la fisonomía consumista de otras capitales occidentales. El alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, de fuertes ambiciones presidencialistas, revitalizó la ciudad dándole un nuevo lustre a sus señoriales edificios, algunos de los cuales fueron alquilados a empresarios que los transformaron rápidamente en lujosos centros de compras para los crecientes nuevos ricos moscovitas y los ejecutivos extranjeros que vinieron aquí a radicarse.
Los precios de las mercaderías de lujo alcanzaron niveles estratosféricos, así como los alquileres que pagaban las grandes marcas europeas para contar con una presencia aquí.
El proceso fue en parte comparable al vivido en la Argentina en la década del 90, con la explosión del consumo, la multiplicación de los centros de compras y la aparición de poderosas franquicias extranjeras.
Pero la devaluación del rublo y la moratoria sobre su deuda cambió el escenario en forma radical. Gigantes del consumo europeo, como Carrefour, que estudiaban su instalación en este país, hoy miran para otro lado.
La emblemática tienda de ropa inglesa Marks & Spencer anunció la semana última que invertir en Rusia ya no es una opción. "No estamos ni estaremos en Rusia. Existe una serie de mercados inestables en el mundo que debe cambiar antes de que nos decidamos a invertir", dijo un ejecutivo de la firma. La suerte de los lujosos centros comerciales, en tanto, aparece cada vez más oscura. En diálogo con La Nacion, Kim Iskyan, un analista de consumo para el banco de inversión MFK Renaissance aseguró que "las inversiones multimillonarias en los centros de compras van a dar pérdidas fenomenales. Los extranjeros están abandonando este lugar a un ritmo feroz", dijo Iskyan, un joven norteamericano. "Es obvio que el consumo se está pulverizando", señaló.
Las razones son sencillas. La creciente clase media se está quedando rápidamente en la calle. En el sector financiero y en el comercio se estima que los despidos superarán las 200.000 personas. Los que pueden mantener sus empleos han visto su poder adquisitivo pulverizado por la fuerte suba de precios a partir de la desconfianza en el rublo, que por momentos se cotizó con una depreciación mayor al 200 por ciento sobre el valor que exhibía hace tres semanas.
Muchas cadenas norteamericanas, tales como TGI Friday’s, que se instaló hace unos años en Moscú, ofrecen hoy un menú anticrisis con sustanciales descuentos.
"Cuando un país logra estabilizar su moneda, el consumo se recupera rápidamente. Lo mismo sucede al revés", señaló un economista.
Situación complicada
Además, según informes económicos, algunos de los grandes centros de compras que hay en Moscú tenían parte de su capital de trabajo invertido en bonos rusos de alto rendimiento, sobre los cuales pesa hoy un "default", o sea, no valen nada. "Uno de los tres centros de compras está en una situación muy, muy complicada por esa situación", indicó un informe bancario.
Tal vez muchas grandes cadenas occidentales agradezcan hoy a la feroz burocracia rusa y a su legislación comercial saturada por las regulaciones. Esas características fueron las que frenaron a muchos que habían pensado en ingresar en el entonces floreciente mercado ruso. Hoy lo agradecen. Los que sí lo hicieron, tal como el grupo británico Mothercare y British Home Stores, están hoy montando operaciones de rescate para sus franquicias, que no cuentan con el dinero para pagarles.
Por de pronto en los locales de los centros de compras, las caras largas de los vendedores lo dicen todo. Las ventas no llegan, las comisiones caen y la estabilidad laboral tambalea.
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