No hace falta hacernos los duros para darle una lección a Putin
WASHINGTON.-A sí como convertimos la cobertura de noticias políticas en un deporte, ahora hacemos lo mismo con la geopolítica. ¡Se escriben tantas pavadas sobre la forma en que Putin ha demostrado ser "más duro" que Obama y sobre cómo Obama debería mostrar su hombría! Así es como las grandes potencias se rebajan a la política tribal y terminan embarcadas en grandes guerras de consecuencias nefastas para todos. Exageramos desmedidamente la fuerza de Putin -incluido él- y subestimamos desmedidamente nuestras propias fuerzas y capacidad de debilitarlo por medios no militares.
Empecemos por Putin. Cualquiera que diga, como Putin, que la caída de la Unión Soviética fue "el mayor desastre geopolítico" del siglo XX, vive una peligrosa fantasía que no puede terminar bien ni para él ni para su pueblo. La Unión Soviética murió porque el comunismo no pudo satisfacer mejores estándares de vida, y su colapso, en realidad, liberó un ilimitado caudal de energía humana en Rusia y Europa del Este.
Si Putin fuese inteligente, habría rediseñado Rusia para que su vasto capital humano sacara provecho de esa energía. De ser así, hoy estaría peleando por el ingreso de Rusia a la Unión Europea (UE), y no para impedir la inclusión de Ucrania. Pero Putin no es así, y nunca lo será. Por el contrario, es culpable del prejuicio de esperar poco de su pueblo, y prefiere convertir a Rusia en un petroestado gobernado por la mafia: mucho mejor a la hora de robar.
Así que ahora Putin está luchando contra la naturaleza humana de su propia gente y sus vecinos, ya que todos quieren más UE y menos doctrina Putin. O, como se diría en el lenguaje de los mercados, Putin es petróleo y nada más. Se ha vuelto, sin prisa ni pausa, en un hombre cada vez más rico, y sin prisa ni pausa Rusia se ha vuelto cada vez más dependiente de sus recursos naturales y menos de sus recursos humanos. La historia no será amable con él, especialmente si el precio de la energía llega a desmoronarse.
Así que ahórrenme toda esa cháchara de que Putin le cerró la puerta en la cara a Obama. No es un campeonato de lucha libre. El hecho de que Putin haya ocupado Crimea no es lo mismo que ocupar Polonia. Estoy a favor de aplicarle sanciones económicas y diplomáticas a Rusia por haber violado las leyes internacionales y de dejar en claro que seguirán sanciones más severas, incluso ayuda militar a Kiev, si Putin muerde un pedacito más de Ucrania. Pero no debemos olvidar que ese rincón del planeta siempre significará más, mucho más para Putin que para Estados Unidos, y deberíamos abstenernos de proferir amenazas que no vamos a cumplir.
Lo que más inquieta de Crimea es la tendencia más amplia en la que el conflicto se inserta: la doctrina Putin, que solía ser una amenaza para Rusia, ahora se está convirtiendo en una amenaza a la estabilidad global. Me opuse a una expansión de la OTAN hacia Rusia después de la Guerra Fría, cuando Rusia alcanzó su punto más democrático y menos amenazante. Fue una de las cosas más tontas que hicimos, y por supuesto, sentó las bases del ascenso de Putin.
No quiero ir a la guerra con Putin, pero ya es hora de exponer sus verdaderas debilidades y nuestras verdaderas fortalezas. Eso requiere, sin embargo, una estrategia a largo plazo. Requiere atacar los pilares de su régimen: petróleo y gas. Así como la sobreoferta de petróleo de la década del 80, en parte planeada por los sauditas, hundió los precios del petróleo mundial al punto de colaborar con el colapso de la Unión Soviética, hoy podríamos hacer lo mismo con la doctrina Putin, con políticas adecuadas a largo plazo.
Eso implica invertir en infraestructura para licuar y exportar nuestras fuentes de gas natural (siguiendo altos parámetros medioambientales) y hacer que Europa, que compra el 30% de su gas a Rusia, dependa más de nosotros. También subiría nuestro impuesto a las naftas, gravaría el carbón y establecería una regulación nacional para las energías renovables, todo esto también ayudaría a bajar el precio global del petróleo y nos haría más fuertes, menos dependientes del petróleo, más innovadores, y limpiaría nuestro aire.
¿Quieren amedrentar a Putin? Basta con anunciar esas medidas. Pero ya saben cómo es, los tipos duros de Washington que quieren pegarle a Putin prefieren pedirle al 1% de los norteamericanos -los militares y sus familias- que hagan el sacrificio final, en vez de pedirnos a todos un pequeño sacrificio con un leve incremento del precio de la energía. Esos tipos duros que se golpean el pecho en el Congreso, pero que salen disparados si uno les pide que voten un aumento de 10 centavos en el precio de la nafta que podría aumentar nuestro poder, están dispuestos a hacer lo que sea por exponer las debilidades de Putin, siempre que no haya que esforzarse. ¿Y todavía les sorprende que Putin nos desprecie?
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