No hay fuga radiactiva a bordo del Kursk
MURMANSK, Rusia.- Los buzos que intentan rescatar los cuerpos de la tripulación del submarino nuclear ruso Kursk, hundido en el Artico el 12 de agosto último, lograron ayer perforar el casco y tomar las primeras muestras de agua en el interior del navío.
Tras más de treinta horas de trabajo en el fondo del mar de Barents, donde el Kursk yace a 107 metros de profundidad, buzos rusos, noruegos y británicos abrieron una primera "ventana" en el casco, un agujero de doce centímetros de diámetro.
Muestras del agua del interior del submarino, tomadas a través del agujero y analizadas a bordo de la plataforma de rescate Regalia, demostraron que en el interior no hay contaminación radiactiva ni presencia de combustibles y lubricantes que dificulten el rescate.
Según la armada rusa, en el mejor de los casos los buzos entrarán en el Kursk hoy o mañana, debido a la dificultad de los trabajos subacuáticos en el casco del submarino, desfigurado en la proa por la misteriosa explosión que causó su hundimiento.
El rescate de los restos de los tripulantes, prometido a los familiares de las víctimas por el presidente ruso, Vladimir Putin, y esperado con ansiedad en Rusia, fue puesto en duda los últimos días por el gobierno y altos jefes militares por razones climatológicas y de seguridad de los buzos.
Sin esperanzas
En tanto, las familias de los 118 tripulantes del submarino se oponen ahora a la recuperación de los cuerpos, por temor a encontrarlos mutilados.
La armada aseguró que existen pocas probabilidades de que se encuentren los restos de más de la tercera parte de la dotación, ya que la explosión que hundió el navío con seguridad mató en el instante a un 70 por ciento de los marinos y destruyó sus cuerpos.
"Mi familia no espera nada con esta operación", afirmó la esposa del comandante del Kursk, Guennadi Liatchina. "Sé que mi marido estaba en la proa del submarino", que se destruyó en el momento del choque, agregó, y confesó tener "miedo de recibir un ataúd vacío".
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