Obama se enfrenta a las farmaceúticas, aseguradoras y hasta su propio partido por la reforma del sistema de salud
Por diferencias ideológicas o comerciales, diversos sectores políticos y empresariales intentan frenar la iniciativa impulsada por el presidente; por qué algunos demócratas no aceptan la propuesta; el mandatario de EE.UU. lanza hoy el plan con un discurso en el Congreso
¿Qué tienen en común las aseguradoras de salud, los políticos republicanos -también algunos demócratas-, la industria farmacéutica y hasta los médicos norteamericanos? Todos podrían ofrecer algún tipo de resistencia ante la reforma sanitaria que impulsa Barack Obama. Y muchas de estas corporaciones ya hacen campaña contra el proyecto del presidente de los Estados Unidos
"Esta reforma conspiraría contra un status quo, en el que todos hacen su negocio y les va muy bien", afirma el sanitarista Armando Reale, profesor emérito de Isalud, una institución que se dedica a la investigación y a la enseñanza médica.
"El precio de los medicamentos lo fijan libremente los laboratorios, el seguro cubre poco o nada de las prestaciones y el paciente tiene que pagar la diferencia. Por eso, no aceptan ningún tipo de regulación", explica Constantino Touloupas, docente de Farmacología de la Universidad Nacional de La Plata.
En la misma línea, Federico Tobar, consultor internacional en políticas de salud, hace referencia a los cambios que generaría una opción pública dentro del sistema. "En el mercado sanitario más grande del mundo, con precios y gastos increíblemente altos, ¿quién no va a eligir una opción más económica?", dice. Y aclara: "Cuando alterás las reglas de juego en un mercado tan grande, los intereses creados se transforman en la más férrea oposición".
Los norteamericanos invierten el 16% de su PBI en salud y tiene el mayor nivel de gastos médicos del mundo: con un promedio anual de unos U$S 8 mil per cápita, duplican el gasto de otros países desarrollados, como Canadá o Gran Bretaña.
En la actualidad, unos 46 millones de norteamericanos no tienen ningún tipo de cobertura médica y otros 25 millones tienen una cobertura inadecuada. El Estado aplica dos programas de asistencia para ancianos e indigentes (Medicaid y Medicare). Sin embargo, la cobertura no contempla a quienes no llegan a pagar la cuota del seguro, ni califican para utilizar los programas públicos.
Para solucionar estos problemas, Obama propone establecer un plan de seguro sanitario público que brinde asistencia médica a los ciudadanos que no tienen cobertura de sus empleadores o que no pueden acceder a Medicaid. Aunque el Congreso todavía estudia diversas propuestas para mejorar el modelo.
El principal opositor. Ninguna de las industrias vinculadas a la salud desprecia a los millones de ciudadanos que no tiene cobertura sanitaria y que se incorporarían al sistema. Su dilema es cómo ingresarían al mercado. La opción pública que propuso Obama perjudicaría, entre otros, los intereses de las aseguradoras.
"Son las primeras damnificadas, porque los 150 millones de norteamericanos que tienen seguros privados los pagan carísimo, como en ningún otro lugar del mundo", argumenta Tobar. Y explica que la inclusión de la oferta estatal a un precio más bajo podría actuar como regulador de los aranceles.
La cuota promedio de un ciudadano de 50 años cuesta unos U$S 500 por mes, pero pese al pago, en algunas circunstancias los pacientes deben abonar parte de los tratamientos.
"Estas empresas manejan prácticamente todo el sistema: contratan servicios y médicos. Son muy fuertes", dice Reale. Además, revela que el nuevo plan podría perjudicarlas, porque las grandes empresas, que suelen brindar cobertura sanitaria a sus empleados (aunque no es una obligación), elegirían la alternativa más económica: el seguro público.
¿Qué reforma le interesa a esta industria? "Que el Estado brinde cobertura médica asistencial con el actual modelo. Es decir, que le pague un seguro a los norteamericanos que no tienen cobertura", explica Touloupas.
Los antecedentes no son alentadores para Obama. Las aseguradoras fueron las principales opositoras del Plan de Salud Universal impulsado por Hillary Clinton durante el primer mandato de su marido, en 1994.
La oposición demócrata. Ante la pésima valoración de la administración Bush y luego de la derrota electoral de John McCain, el Partido Republicano atraviesa una delicada situación que condiciona su postura frente la iniciativa. "Pese al complejo escenario político que enfrentan, los republicanos cuentan con líderes que se oponen fuertemente a la reforma y que son formadores de opinión. Tienen mucha influencia en la opinión pública", asegura el analista Sergio Berensztein, director de Poliarquía.
Aunque advierte que los más férreos opositores políticos del proyecto están dentro del Partido Demócrata: los Blue Dogs.
¿Quiénes son los Blue Dogs ? Es un grupo de 52 legisladores demócratas conservadores, que miran con desconfianza el nuevo plan por el alto costo fiscal que podría representar para un Estado todavía jaqueado por la crisis. Para 2009, la Casa Blanca prevé que el déficit fiscal ascenderá al 11% del PBI, uno de los más altos de su historia.
"Es un sector muy importante de dirigentes que provienen de los distritos con mayores nivel de ingresos, como por ejemplo, Wall Street", explica Jorge Castro, especialista en política internacional. Y advierte que, pese a su mayoría parlamentaria, "si existe una convergencia con los republicanos, puede resultarle mucho más difícil a Obama" aprobar su plan.
El pedido de Obama. "Médicos, necesito su ayuda", sorprendió Obama en un discurso brindado en la American Medical Association ( AMA ), para incentivar el apoyo a su reforma. "Para la mayoría, ustedes son el sistema de salud. Los americanos -entre los que me incluyo- hacemos lo que ustedes nos recomiendan", explicó.
A pesar de la oposición inicial al plan de Obama, la AMA parecería estar suavizando su postura, ante la posibilidad de considerar distintas variantes en el plan que estudia el Congreso. Sin embargo, la institución con mayor representatividad para los profesionales de la salud, siempre se opuso a cualquier tipo de intervención del Estado en el modelo.
"Los médicos exigen un mercado desregulado", dice Tobar. "Prefieren trabajar en el consultorio y cobrarle directamente a los paciente. Tienen miedo de que un seguro público cambie las reglas de contratación. Entonces, podrían perder mucho dinero". agrega.
"Una reforma les quitaría su gobernabilidad sobre el modelo. Si dejan de regular la oferta, sus honorarios podrían verse seriamente afectados. Por eso, están prevenidos", advierte Reale. Y aclara: "Atenderse en Estados Unidos es carísimo. Ganan el doble que un colega europeo".
Laboratorios. Pese a que la posición que tomará la industria química-farmacéutica sobre la modificación del sistema sanitario es aún una incógnita, los especialistas alertaron sobre el escenario que enfrentará Obama en el sector.
"La industria no quiere regulación. Si el Estado decide armar un formulario de medicamentos para combatir los altos precios y la sobreprestación, se les termina la fiesta", dice Tobar.
En la misma línea, Touloupas afirma que "el Estado debería armar un listado con los medicamentos realmente útiles, seguros y necesarios".
Si el gobierno decide establecer una lista de medicamentos, esta medida podría generar una baja en el precio. El importe de las drogas en Estados Unidos es muy alto. Un estudio que tomó los 170 medicamentos que la Unión Europea acepta como esenciales, reveló que en Estados Unidos cuestan el 80% más.
Los laboratorios insisten en que ese tipo de reglamentación limitaría el alto nivel de inversión que implementan en investigación de nuevas drogas. Sin embargo, la confección de listas con los medicamentos necesarios es una práctica recomendada por la Organización Mundial de la Salud, que se realiza en distintos lugares del mundo. En la Argentina, por ejemplo, existe el formulario terapéutico, que incluye 500 medicamentos.
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