Ofensiva de Bush para que EE.UU. ahorre energía
WASHINGTON.- Tras años de consumo energético desenfrenado, los estadounidenses -que enfrentan un alza sin precedente del precio de la nafta- tratan tímidamente ahora de volcarse al ahorro de energía, incitados por el presidente George W. Bush tras el duro golpe a raíz de las dificultades de suministro que generaron los huracanes Katrina y Rita.
Bush exhortó a los norteamericanos a ahorrar energía y a evitar los traslados no indispensables en automóvil. "Podemos estimular a la gente a compartir sus vehículos o a utilizar el transporte colectivo", afirmó el primer mandatario, que también pidió a su personal disminuir el uso del aire acondicionado y acordarse de apagar luces, computadoras e impresoras tras la jornada de trabajo. Incluso la comitiva presidencial podría comenzar a reducirse. "Todos los pasos que la gente pueda dar ayudarán", dijo el vocero de la Casa Blanca, Scott McClellan.
En la visita a Beaumont (Texas) la prensa tuvo que arreglárselas con una camioneta de menos, mientras los funcionarios compartieron sus vehículos con invitados del presidente, explicó McClellan. El vocero agregó que la Casa Blanca instará a los funcionarios a compartir vehículos oficiales, utilizar el transporte público y considerar la posibilidad de realizar videoconferencias en lugar de trasladarse para las reuniones. "Podemos restringir los viajes no imprescindibles", enfatizó Bush.
El paso de Katrina y Rita afectó las plataformas petroleras en la zona del Golfo de México. Además, antes de la llegada de los huracanes la demanda de combustible fue cuatro o cinco veces superior a lo habitual, debido a la necesidad de la población de aprovisionarse.
Impulso al cambio
Pero más allá de su efecto inmediato, el huracán Rita parece haber logrado lo que las organizaciones ambientalistas y la crisis energética que sufrió el estado de California en 2001 no pudieron: obligar a la Casa Blanca a pedir a los estadounidenses que pasen menos tiempo al volante. Hace cuatro años, cuando se le preguntó al vocero presidencial de entonces, Ari Fleischer, si los estadounidenses deberían cambiar su estilo de vida, basado en el alto consumo de hidrocarburos, la respuesta había sido: "Ese es un gran no. El modo de vida estadounidense es sagrado y tenemos abundantes recursos".
Sin embargo, Bush se abstuvo de mencionar nuevas políticas fiscales para favorecer el ahorro, llamando a la multiplicación del aprovisionamiento y al aumento de la capacidad de refinación. Por esa razón, los estadounidenses están deseosos de que haya medidas del gobierno federal: el 73% estima que debe imponer normas de ahorro de energía más estrictas, según un sondeo realizado por el centro de investigación Civil Society Institute. "Esto muestra que la gente está muy inquieta al ver que la cantidad de petróleo que consumimos contribuye al recalentamiento del planeta", declaró Pam Solo, presidente del Civil Society Institute.
"Me parece que lo que la gente quiere son vehículos más económicos y que la tendencia de los vehículos híbridos [nafta/gas] se viene abriendo camino en el mercado -comentó-. Los fabricantes estadounidenses empiezan a oír lo mismo que el gobierno federal. Si todos los automóviles de Estados Unidos fuesen económicos [cien kilómetros con seis litros], reduciríamos nuestra contribución al efecto invernadero en un 30%", afirmó.
En el mismo sentido se expresó el Sierra Club, la principal organización ecológica estadounidense: "El presidente debería pedir algo a las industrias automovilística y petrolera, que inviertan más en energías renovables", dijo Brian O´Malley, dirigente del grupo. "Tiene que pedirles a sus amigos que también hagan sacrificios", enfatizó, en alusión a las compañías petroleras.
Un sondeo de la Asociación Estadounidense del Automóvil confirma este cambio de mentalidad: ante el aumento de los precios de la nafta, un 70% está listo para usar menos su automóvil, 11% se propone comprar un vehículo más económico y un 6% se dispone a compartir su coche o recurrir al transporte público. Apenas un 12% de los consultados dijo que no se propone ningún cambio de comportamiento.
Los altos precios de la nafta le están haciendo mucho daño en las encuestas a Bush, que parece haber hecho caso a los expertos que opinan que la única forma de reducirlos a corto plazo es disminuir la demanda, a pesar de que esto pueda incomodar a la industria petrolera. No obstante, la política energética de los republicanos no va por ese camino: los líderes de ese partido en el Congreso presentaron esta semana un proyecto de ley para permitir las explotaciones petroleras en el Refugio Nacional de Vida Salvaje del Artico, un viejo plan de Bush que ya había sido rechazado en julio.
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