Pablo Iglesias dimite para librar la “batalla de Madrid”
La noticia sorprendió incluso al propio Pedro Sánchez, presidente del gobierno español; analistas señalan la candidatura del líder de Podemos como una señal de que habría elecciones generales adelantadas
BARCELONA.- Mientras en España la economía continúa en estado de hibernación a causa de las restricciones por la pandemia, la política ha entrado en un estado de sobrecalentamiento. El último de los giros inesperados de guión lo ha protagonizado Pablo Iglesias, el vicepresidente del Gobierno. El líder de Unidas Podemos anunció hoy su dimisión para convertirse en el candidato de su partido en las elecciones regionales de Madrid, que se celebrarán el próximo 4 de mayo.
“Será un honor ocupar un puesto en el que ahora puedo ser más útil, como madrileño y como antifascista”, ha declarado Iglesias en un video colgado en las redes en el que justifica su inesperado salto a la política regional, un movimiento en la dirección opuesta a la habitual. Según el dirigente progresista, los comicios son cruciales, ya que “la democracia está amenazada por una nueva derecha trumpista, bien situada en el Estado profundo e impulsada por poderes fácticos económicos y mediáticos”, en referencia a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de Madrid y abanderada del ala más conservadora del Partido Popular.
— Pablo Iglesias 🔻 (@PabloIglesias) March 15, 2021
A partir de ahora, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ocupará la posición de Iglesias en un Ejecutivo que ha sufrido fuertes tensiones durante las últimas semanas por las discrepancias entre los dos socios de la Moncloa, PSOE y Unidas Podemos. La noticia ha sorprendido a los analistas políticos mejor informados e incluso al propio presidente Pedro Sánchez, que se encontraba en Francia para celebrar una cumbre bilateral con Emmanuel Macron.
La entrada en liza de Iglesias convierte las elecciones de Madrid en la “madre de todas las batallas”, en un momento de gran fluidez en el tablero político español después de la ruptura de la alianza entre la tríada de partidos de derechas, Ciudadanos, PP y la extrema derecha de Vox. Algunos analistas han visto la apuesta de Iglesias como una señal de posibles elecciones generales anticipadas en otoño, una vez recuperado el optimismo tras alcanzar la inmunidad de grupo gracias a las vacunas. Iglesias, conciente de su condición de figura polarizadora, habría optado darle el relevo a Díaz con tiempo suficiente para darse a conocer entre la sociedad española.
Además, la Comunidad de Madrid es una plaza delicada para Unidas Podemos. En las anteriores elecciones regionales, quedó por detrás en escaños de Más Madrid, una escisión del partido liderada por el antiguo escudero de Iglesias, Iñigo Errejón. Un mal resultado en la capital podría dejar a Podemos incluso fuera del Parlamento regional -la barrera electoral es el 5%, y en 2019 obtuvo el 5,5%-, un escenario de pesadilla en caso de elecciones generales en el otoño boreal.
El partido que sí parece un reo en el corredor de la muerte es Ciudadanos. La jugada de romper el pacto con el PP en Murcia para conseguir gobernar esta comunidad con el apoyo del PSOE, el desencadenante del actual movimiento de fichas, ha provocado un “efecto boomerang” para el “partido naranja”. El PP ha logrado conservar Murcia gracias a tres diputados tránsfugas de Ciudadanos, abriendo una crisis de grandes dimensiones en una formación que estaba ya en la UCI después de su batacazo en Cataluña.
La división interna respecto a la política de alianzas, con un sector alineado con el PP y otro defendiendo la neutralidad frente a los dos grandes partidos españoles, amenaza de crear una auténtica desbandada de sus cuadros hacia las filas populares. El primero en transitar por esta vía ha sido Fran Hervías, ya exsecretario de Organización. Si Ciudadanos acaba desapareciendo, habrá sido el enésimo proyecto fallido de crear un partido liberal en España, un país en el que, a diferencia de sus vecinos europeos, la burguesía industrial nunca fue capaz de desplazar a la oligarquía terrateniente hasta bien entrado el siglo XX.
Mientras en muchos países de la Unión Europea el estallido de la pandemia resultó en una moderación de la temperatura política, en España se ha disparado la polarización. Y es que en un país donde la negociación y el pacto siempre se han percibido como una muestra de debilidad, el reciente ascenso de una generación de asesores políticos sin escrúpulos y adictos a los sondeos ha convertido la política española en una especie de versión local de la serie House of Cards. Toda una temeridad habida cuenta las dimensiones de su crisis económica, social y territorial.
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