País por país, el régimen de los ayatollahs destruye la libertad
WASHINGTON.- Después de haber dado cobertura a las noticias sobre Medio Oriente durante toda mi vida adulta, veo el surgimiento de algunas tendencias que jamás había visto.
Desde las calles de Beirut hasta las de Bagdad, pasando por las de Irán, las personas de Medio Oriente exigen que se las trate como ciudadanas con derechos y no solo como miembros de una secta o una tribu con pasiones que se puedan manipular. Además, exigen instituciones que no sean corruptas -un Estado profundo- y un Estado de Derecho, no solo el Estado arbitrario de las milicias, los mafiosos y los autócratas.
Y justo cuando la gente de Medio Oriente exige ser tratada como ciudadana -ni sunnita ni chiita-, los estadounidenses están involucionando para convertirse en sunnitas y chiitas o, como nosotros los llamamos, demócratas y republicanos, con la misma mentalidad tribal.
Lo peor es que el Partido Republicano ha elevado al mismo tipo de autócrata del cual la gente de Medio Oriente intenta deshacerse. Nuestro sultán es igual a uno de los suyos: le rehúye al Estado de Derecho, impulsa un culto a la personalidad mediante sus propios medios de comunicación dirigidos por el Estado, se rodea de aduladores, estafadores y entusiastas de las conspiraciones, y denuncia a nuestro Estado profundo profesional -sus burócratas, diplomáticos y funcionarios del Ejército- por intentar aprisionarlo con nuestro sistema constitucional de pesos y contrapesos de 230 años de antigüedad.
Quién lo hubiera imaginado. Nos estamos convirtiendo en ellos justo cuando ellos quieren convertirse en nosotros? o en lo que solíamos ser.
La otra tendencia que veo es el impactante contraste entre el antiguo objetivo de la política de Medio Oriente en el Líbano, Siria, Irak, Libia y Yemen, y el objetivo que busca la gente común de esos países.
Durante años, los máximos líderes milicianos y jefes de los partidos sunnitas y chiitas han manipulado las identidades sectarias y tribales de las bases para consolidarse en el poder y convertirse en los agentes que deciden quién obtiene los empleos y los contratos.
Sin embargo, en algunos de esos países ha ocurrido un giro impresionante en todo el flujo político. Ha pasado de ser un conflicto generalizado entre sunnitas y chiitas a uno en el que los sunnitas y chiitas aúnan fuerzas en contra de todos los líderes en la cima.
Estos movimientos son genuinos e inspiradores, pero sus probabilidades de llegar al poder siguen siendo remotas, en esencia porque su oponente más importante -la República Islámica de Irán- está listo para arrestar y matar a cuantos manifestantes prodemocráticos sean necesarios con el fin de mantener el control sobre Irak, Siria y el Líbano, sin mencionar el de su país.
Se podría decir que en la actualidad el régimen clerical de Irán se ha erigido como el principal enemigo de la democracia pluralista en la región. Hay muchos dictadores árabes que reprimen a su propio pueblo, pero Irán lo está haciendo en casa y en otros tres países a la vez.
Irán ha utilizado su milicia chiita del Hezbollah en el Líbano y Siria, y sus Fuerzas de Movilización Popular en Irak para exterminar a todos los movimientos democráticos seculares, y al mismo tiempo, acabar con el levantamiento democrático secular más grande que se haya visto en Irán en los últimos 40 años.
Los ayatollahs iraníes incluso tuvieron que interrumpir una buena parte de su propio servicio de internet para evitar que se propagara la rebelión nacional. Desde la invasión estadounidense en Irak en 2002, Irán nunca ha querido que surja una democracia secular, multisectaria y estable en Bagdad, pues eso haría que los chiitas iraníes se preguntaran por qué los chiitas iraquíes podían vivir en libertad y ellos no.
Si el presidente Donald Trump en verdad quisiera usar Twitter para tener un impacto, estaría tuiteando todas las mañanas al líder supremo de Irán: "Oye, líder supremo de Irán, ¿cuál movimiento democrático árabe-musulmán no sectario aplastaste hoy? Es lunes, así que debió ser el Líbano. Es martes, entonces Siria. Es miércoles, Irak. Jueves, viernes, sábado y domingo, seguro fue tu propio pueblo".
Nunca será un buen momento para que un país como Irán reprima movimientos populares en pro de una democracia pluralista, pero ahora es especialmente malo.
Estamos en la era de la aceleración. La tecnología, la globalización y el cambio climático se están acelerando al mismo tiempo. Medio Oriente debe empezar a comportarse como es debido si quiere tener alguna esperanza de prosperar en el siglo XXI.
Si estos países no pueden encontrar un medio para acabar con el control del mal gobierno sectario y no pueden alcanzar el pluralismo político, el pluralismo religioso, el pluralismo de género y el pluralismo educativo, su gente no tendrá ninguna oportunidad de sobrevivir en el siglo XXI, en especial cuando la Madre Naturaleza empiece a golpearlos de verdad. Toda la región podría convertirse en una gigantesca zona de desastre de desarrollo humano, donde todo el mundo buscaría llegar a Europa.
Por su parte, Estados Unidos debe seguir buscando maneras para colaborar con ellos en ese proyecto pluralista, en la medida en que quieran nuestra ayuda, con diplomacia creativa, y no solo lavándonos las manos en la región.
Sin embargo, los malos que están en la cima no se irán con facilidad, en silencio o sin derramar sangre. Además, como no habrá una potencia extranjera que lidere el rescate, se necesitarán movimientos masivos sostenibles, organizados y desde abajo -en el Líbano, Irak e Irán en particular- para permitir que el futuro entierre al pasado y derrumbe a todos los de arriba que quieren usar el pasado para enterrar el futuro.
Desde el fondo de mi ser deseo que tengan éxito.
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