Para Bush, lo que está en juego es la lucha contra el narcotráfico
NUEVA YORK.- "Estados Unidos quiere continuar trabajando con los candidatos bolivianos que tienen un compromiso con nosotros en áreas clave, como son el desarrollo económico, el fortalecimiento de la democracia y la lucha antinarcóticos."
Con estas palabras, el vocero de la Oficina de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado, Charles Barclay, reiteró la preocupación de la Casa Blanca ante el aumento de la popularidad del candidato presidencial boliviano Evo Morales, líder de los cocaleros, y reafirmó las declaraciones realizadas anteayer por el embajador estadounidense en La Paz, Manuel Rocha.
"Tenemos una larga relación de cooperación con Bolivia en el tema de la lucha antinarcóticos y sería una verdadera lástima perderla ahora. En los últimos años hemos logrado grandes éxitos; se han destruido grandes manufacturas de cocaína y esperamos continuar en ese camino", dijo Barclay. "Eso no quiere decir que nos metamos en cuestiones de política interna boliviana. No apoyamos a ningún candidato específico y respetamos el proceso democrático", agregó el vocero, quien rechazó como "totalmente infundadas" las acusaciones de Morales acerca de un plan norteamericano para acabar con su vida.
Al subir en las encuestas, Morales se suma a la lista de aquellos candidatos presidenciales de los que Estados Unidos desconfía en América latina, y que tienen como principal exponente al brasileño Luiz Inacio Lula da Silva. Desde que estalló la crisis en la Argentina, el Departamento de Estado ha señalado que no vería con buenos ojos una nueva oleada de candidatos populistas, y mucho menos aquellos que desafíen la lucha antinarcóticos que Washington lleva adelante en la región.
"Morales expresó su deseo de que la DEA deje de funcionar en Bolivia y con ello se acabaría con uno de los pilares de nuestra campaña conjunta de erradicación de cultivos", señaló Barclay, defendiendo los dichos de Rocha.
Bolivia, otrora el segundo productor de hoja de coca y sus derivados, es hoy uno de los aliados clave de Estados Unidos en la lucha antidrogas y el que mejor letra ha hecho hasta ahora. Pero no ha logrado acompañar la erradicación de los cultivos de coca con un programa exitoso de sustitución, lo que ha llevado a unas 40.000 familias que viven en la zona del Chapare a sumergirse aún más en la pobreza.
Desde que en 1998 se lanzó el Plan Dignidad, el recientemente desaparecido Hugo Banzer logró que las áreas de cultivo en el Chapare se redujeron de unas 30.000 hectáreas en 1998 a 3000 el año pasado. Allí, y en las Yungas, donde se calcula que todavía quedan unas 9000 hectáreas de cultivos, es donde está trabajando una fuerza expedicionaria de 1500 ex soldados bolivianos, entrenados, alimentados y vestidos con sueldos provenientes de la Sección de Asuntos Narcóticos de la embajada norteamericana en La Paz.
Los éxitos de esta unidad especial antinarcóticos, sin embargo, se han visto embarrados en los últimos años por acusaciones de violaciones a los derechos humanos.
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