Para Putin, un triunfo militar, diplomático y personal
MOSCÚ.- La victoria del régimen sirio en Aleppo tras más de cuatro años de una batalla encarnizada es también la de Rusia, de su potencia de fuego militar y de un Vladimir Putin que ocupó por completo el vacío creado por la retirada progresiva de Barack Obama.
Cuando el 30 de septiembre de 2015 Putin ordenó el despliegue en Siria, las tropas de Bashar al-Assad estaban derrotadas. En 14 meses, el aporte decisivo de los rusos puso al líder sirio de nuevo en el carril de la victoria.
Los bombarderos, cazas y helicópteros rusos que operan desde su base aérea de Hmeimim, en el noroeste de Siria, ilustran, a través de videos del Ministerio de Defensa, la irrupción brutal de Moscú en Medio Oriente.
Oficialmente, ningún avión ruso se aproximó a menos de diez kilómetros de Aleppo desde el 18 de octubre. Pero la línea de defensa de los rebeldes fue pulverizada en los meses precedentes por sus bombardeos. "Sin la intervención rusa, nada hubiera ocurrido en Aleppo", resumió Alexei Malachenko, analista en el centro Carnegie de Moscú.
A pesar de que el Kremlin no desplegó tropas en tierra, admitió la presencia de consejeros militares. Según los expertos, su rol fue determinante en la penetración de las fuerzas pro Al-Assad.
Además de su impacto decisivo en los combates contra los rebeldes, la presencia de aviones, buques de guerra ante las costas sirias y de baterías antiaéreas brindó otra ventaja al ejército sirio.
Para el Kremlin, la caída de los rebeldes en Aleppo puede resumirse en una fórmula: se trata de la coronación de la primera intervención militar rusa fuera de sus fronteras desde el desastre de la experiencia afgana (1979-1989). Pero, sobre todo, Putin aparece más que nunca como el personaje clave, el gran dominador en un conflicto regional cuya onda expansiva tiene repercusiones a nivel mundial.
Aquí se entrecruzan la lucha de influencias entre iraníes y saudíes, musulmanes chiitas y sunnitas, y con la crisis de los migrantes en Europa como telón de fondo.
Señal de que norteamericanos y europeos dieron un paso al costado es que Putin discutiera directamente con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, la evacuación de los últimos civiles y rebeldes de Aleppo.
"El objetivo primario de la intervención era forzar a los occidentales a hablar con Putin" tras el aislamiento provocado por la crisis ucraniana, dijo el experto militar Alexandre Golts. "El problema es que se volvió al punto de partida tras recorrer un círculo completo. Rusia está ahora aislada a causa de su victoria en Siria."
En momentos en que Damasco y su protector celebraban la caída de los rebeldes de Aleppo, una mala noticia llegaba desde la antigua ciudad de Palmira, retomada como si fuera un relámpago por Estado Islámico (EI).
La suerte de Palmira -donde ayer se habría restablecido la situación- ilustra la capacidad limitada del ejército sirio y el desafío para el Kremlin. "El control de una gran ciudad como Aleppo necesita de un importante contingente militar sirio, así como de un apoyo ruso permanente", dijo Malachenko. Lo más duro para Putin ahora será convertirse en artífice de paz. Una parte de la respuesta la darán las relaciones que mantenga con Donald Trump cuando asuma, en enero.
K. Talbi y O. Rotenberg
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