Pasar la cuarentena: cómo los europeos evitan caer en la locura con ingenio y diversión
Gimnasia, música, aplausos e himnos desde los balcones son iniciativas en varios países de Europa para romper el agobio del encierro
PARÍS.- Partidos de ping-pong por la ventana entre vecinos, conciertos desde el balcón, escenas de teletrabajo delirantes e incluso salidas al supermercado en traje de buzo. Por todas partes, los europeos, confinados desde hace días por la pandemia del Covid-19, intentan conservar el buen humor compartiendo videos y multiplicando iniciativas.
A fines de enero, los primeros casos de coronavirus fueron detectados en Italia. El número aumentó súbitamente en febrero, sobre todo en la pequeña ciudad de Codogno, primera ciudad europea puesta en cuarentena. El 9 de marzo, el primer ministro Giuseppe Conte decretó el confinamiento general.
Forzados a quedarse en casa todo el día, los italianos -pronto imitados por el resto de Europa- fueron los primeros en darse cita en ventanas y balcones para cantar, hacer música y establecer nuevas relaciones con los demás.
Solos, en pareja, con chicos, algunos decidieron entonar el himno nacional Fratelli d'Italia. Otros tocan el violín o el clarinete. En Bolonia, un DJ improvisó un estudio en su balcón y desde entonces hace las delicias de los habitantes del ahora desierto barrio de la universidad, la más antigua del mundo.
"Todos juntos. Pero cada uno en su casa", definió el periódico La Repubblica ese momento de gran comunión nacional a distancia. Con el hashtag #IoStoACasa (me quedo en casa) difundido masivamente en las redes sociales, colgando en el balcón pancartas con arcoíris acompañados de la frase Tutto andra bene! (todo saldrá bien), los italianos intentan conservar los lazos de sociabilidad. De esta forma, sin poner en peligro a los otros, se alientan, se ocupan y tratan de conservar el optimismo.
Para los expertos, mantenerse activo es una de las claves del éxito en este período excepcional. "La peor de las ideas sería quedarse en pantuflas y piyamas todo el día. Es necesario fijarse rutinas y evitar la pasividad. No hacer nada es el camino más rápido a la ansiedad", advierte la psiquiatra Marie Claude Gavard.
Los españoles también intentan adaptarse al confinamiento. Las ideas ingeniosas se multiplican por internet con el hashtag #YoMeQuedoEnCasa. El video de un hombre que da cursos de gimnasia desde el techo de un barrio en Sevilla -que todos los vecinos siguen desde su balcón- fue compartido casi 100.000 veces en Twitter. Con el mismo objetivo, la alcaldía de Madrid puso a disposición de los madrileños un grupo de coaches deportivos que dan clases gratuitas por Instagram.
La cuarentena también dio origen a otras iniciativas solidarias.
"Propongo hacer las compras gratuitamente o ir a buscar remedios a la farmacia para las personas de edad y las más vulnerables", dicen muchos de ellos bajo la rúbrica #YoTeHagoLaCompra.
Conscientes del esfuerzo y la dedicación del personal médico y sanitario en esta crisis, desde comienzos de marzo, centenares de miles de españoles aplauden, cantan e improvisan cacerolazos desde los balcones para agradecerles.
Más circunspectos, franceses y suizos hacen lo mismo, pero agradecen solo con aplausos al personal de salud, cada día exactamente a las 20. En Alemania, 42.000 programadores y especialistas de software se reunieron online bajo el hashtag #Wirvsvirus (nosotros contra el virus), con el objetivo de hallar soluciones relacionadas con la pandemia: rastrear el virus, mejorar la comunicación interhospitalaria, distribuir comida a los sin techo, permitir que los agricultores encuentren gente para cosechar. Un jurado decidirá cuáles son los proyectos que merecen ser apoyados, mientras el gobierno financiará los mejores.
"Bendita sea internet" es, sin excepción, la frase que más se escucha en Europa. En Francia, Alemania, Bélgica y Grecia, familias enteras mantienen el contacto social gracias a programas como Zoom, Microsoft Teams o WhatsApp. Las citas se hacen para tomar el aperitivo, festejar un cumpleaños a distancia, compartir clases de yoga, jugar a las cartas o hacer juntos recetas de cocina.
Espacio de conversación y diversión, las redes sociales están llenas de aventuras y relatos inolvidables de estos días de cuarentena. Un resumen de esta semana en Francia incluyó a un deportista que corrió una maratón en su balcón de 7 metros de largo, en 6 horas y 45 minutos; una mujer cuyo bebé no puede dormir desde que le falta el ruido del tráfico en la calle; dos hermanos que juegan al tenis con rollos de papel en la cocina del apartamento; una ejecutiva que teletrabaja en la escalera de su edificio de departamentos para huir de su perro y de su hijo de 2 años y medio. O el siguiente mensaje:
"Tengo una gallina que se escapó a la ruta. Los policías que controlan la avenida se rieron de mí, dijeron que me quedara en casa y que ellos la iban a traer. Hace media hora que la corren y yo me río de ellos tomando un café sentada en mi balcón".
Pero uno de los más populares en las redes ha sido, sin embargo, un montaje donde aparece el presidente Emmanuel Macron con unos diez años más en la cara, que informa a LA NACION: "Compatriotas, ya pueden salir".
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