La cumbre de presidentes sudamericanos: Colombia domina la agenda. Pastrana pidió el apoyo de la región
Venezuela y Brasil cuestionaron el plan contra el narcotráfico que emprende Bogotá con el apoyo de los Estados Unidos.
BRASILIA.- El :problema colombiano: se convirtió inesperadamente ayer en el tema central de la Primera Cumbre de Presidentes de América del Sur, organizada por Brasil para discutir la integración continental e indirectamente su posición de liderazgo al sur de México.
El lanzamiento del Plan Colombia y la visita a Cartagena del presidente norteamericano Bill Clinton terminaron dominando la cumbre.
La ausencia de medidas concretas que puedan surgir de la cumbre concentró la atención de los medios en el presidente Andrés Pastrana, que lanzó un pedido de apoyo de los países vecinos a la lucha contra el narcotráfico que Colombia está emprendiendo. Hace apenas dos días el presidente Clinton prometió ayuda económica a los países que apoyen a Bogotá en su lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, los demás mandatarios del subcontinente se resistían ayer a "colombianizar" más aún la cumbre incorporando alguna declaración relativa al Plan Colombia en la Carta de Brasilia, documento que surgirá hoy con las conclusiones de la reunión. Sin embargo, no se descartaba la idea de emitir un documento aparte específicamente sobre la cuestión.
"Quedé muy contento con la visita de (Bill) Clinton", alcanzó a decir Pastrana al ser abordado por los periodistas en la puerta de su hotel en Brasilia.
Otro "Vietnam"
El día anterior, recién llegado a Brasil, el presidente venezolano Hugo Chávez había manifestado críticas al plan y su temor de que la región "se vietnamice". "Tememos que el conflicto colombiano sufra una escalada militar muy peligrosa, que lleve a la vietnamización del continente", advirtió. Ayer Chávez, la otra estrella de la cumbre, volvió a convertirse en el principal crítico de la posición colombiana: "Tenemos que cuidar la Amazonia. Nosotros podemos cuidarla y no precisamos ninguna ayuda externa para eso. Si vamos a usar el ejército, usemos una fuerza conjunta sudamericana", sugirió.
Brasil, por su parte, que pretendía usar la cumbre para catapultarse como líder regional y mostrarse frente a Estados Unidos como la voz líder del subcontinente, terminó cediendo también a la agenda colombiana. "El Plan Colombia es el gran tema. Estamos concentrando nuestra atención en los efectos que el plan puede tener en Brasil, como el éxodo de guerrilleros y la transferencia de plantaciones y laboratorios", le dijo a La Nación el general de las fuerzas armadas brasileñas y máxima autoridad militar del país, Alberto Cardoso.
Brasil ya anunció que enviará tropas a la región fronteriza a partir de enero, cuando estima que se intensificarán los combates del lado colombiano. "En enero serán cuatro brigadas, cada una con entre tres y cinco batallones de combate que agrupan cada uno de ellos entre 700 y 800 hombres", para cuidar los 1600 kilómetros de fronteras entre Brasil y Colombia, explicó Cardoso.
Veladamente, la cumbre creó dos grupos de países. Por un lado Colombia y los que apoyan la intervención militar norteamericana en el país, y por el otro los países que critican el plan o se preocupan con sus consecuencias, como es el caso de Brasil. Con el respaldo norteamericano firme, ayer el presidente Pastrana y sus colaboradores parecían enviarle un mensaje a los once países de la región: "¿Ustedes también nos van a apoyar?" Esa idea aparecía claramente en las palabras que la ministra de Comercio Exterior colombiana, Marta Ramírez, dijo a La Nación : "La comunidad internacional ha dejado muy sola a Colombia en la guerra contra el narcotráfico. Esa guerra nos ha costado a nosotros muchos millones de dólares y muchas vidas humanas", recriminó. Y aprovechó para responder las críticas de los diplomáticos de otros países presentes en la cumbre que no ven con buenos ojos la intervención norteamericana: "Lo que nos proponemos es acabar con la violencia y el narcotráfico. Obviamente nuestra idea no es generar una guerra para provocar más violencia".
La ministra insistió en que la visita del presidente Clinton fue el mejor espaldarazo que hayan podido tener, y que ese "fue un mensaje claro para la comunidad internacional de que el pueblo y el gobierno de Colombia cuentan con el respeto, la solidaridad y el respaldo de los Estados Unidos.
La posición brasileña, anfitrión del encuentro, ha sido siempre la de mantener distancia del conflicto. "No permitiremos la acción de militares norteamericanos en nuestro territorio, ni siquiera la instalación de radares. Tampoco pondremos a ningún efectivo brasileño a combatir en una guerra ajena", le dijo a La Nación el ministro Joao Solano da Cunha, jefe de gabinete de Asuntos Políticos de la Cancillería brasileña. "El Plan Colombia es una decisión soberana de Colombia. No es un problema nuestro, más allá de que la iniciativa del presidente Pastrana deba ser apoyada".
El presidente argentino Fernando de la Rúa se sumó a la posición brasileña y, a pesar de manifestar apoyo a Pastrana, aseveró que la Argentina "no enviará ningún tipo de apoyo militar al conflicto".