Pelosi retoma el poder en la Cámara baja para frenar las políticas de Trump
La mujer más poderosa del país y referente demócrata afirma que respeta la investidura, pero no al hombre que ocupa la Casa Blanca
WASHINGTON.- La representante demócrata Nancy Pelosi recuperó ayer la presidencia de la Cámara baja de Estados Unidos y consolidó su lugar como la mujer más poderosa de la política norteamericana.
Es un cargo que ya ocupó, pero ahora es la principal adversaria de Donald Trump y enfrentará un desafío inédito: equilibrar su respeto por la investidura presidencial con su apenas disimulado desprecio por el hombre que ocupa el cargo.
"Respeto el cargo que ocupa y las agencias de gobierno que maneja; de hecho, visto y considerando los funcionarios que ha elegido al mando de esas agencias, creo que las respeto más que él", dijo Pelosi.
Ese dilema ya ha afectado las negociaciones para poner fin al cierre parcial del gobierno, que ya lleva casi dos semanas, por el pedido de fondos que hizo el presidente para construir el muro fronterizo, y ciertamente también definirá las relaciones de Pelosi con Trump en esta nueva era de gobierno dividido.
Se abre así un capítulo impredecible en la carrera de Pelosi, que tiene 78 años, fue la primera mujer en ocupar la presidencia de la Cámara baja y ahora vuelve al cargo después de ocho años.
El 11 de este mes, cuando ingresó en el Salón Oval para reunirse con Trump y con el presidente de la bancada demócrata en el Senado, Charles Schumer, Pelosi tenía una frase en la cabeza que planeaba usar en privado: "Cierre de Trump". No sabía que iba a decir esa frase frente a las cámaras. El mundo pudo ver cómo Trump la interrumpía cuando pronunció esas palabras en el arranque de un feroz intercambio: "¿Acaba de decir ?Trump'?", le retrucó el presidente.
"Lo que observé en ese circo del Salón Oval fue a alguien que realmente se esforzaba por respetar la institución presidencial a pesar de su total desprecio por la persona del presidente", dice Jim Manley, exasesor de quien fuera líder de la bancada mayoritaria en el Senado cuando Pelosi presidía la Cámara baja, el senador demócrata Larry Reid. "Pelosi es lo suficientemente viva como para no desbarrancar, pero uno sabe que va a buscar la forma de pinchar a este tipo".
Poco después de abandonar la reunión, Pelosi dijo que el muro fronterizo "parece ser como un tema de masculinidad" para Trump, un comentario aparentemente calibrado para irritar al presidente.
Trump, por su parte, viene pinchando a Pelosi mientras se ocupa de manifestar que la respeta. "Me cae bien. ¿Pueden creerlo? Me cae bien Nancy Pelosi. Quiero decir, es dura y es inteligente", dijo Trump después de las elecciones de mitad de mandato.
Así y todo, Pelosi habla casi mecánicamente de su deseo de trabajar en tándem con Trump en temas de mutuo interés, y de que buscará "iluminar el camino" y "extender la mano de la amistad".
A Pelosi suele costarle disimular su desdén, que a veces se manifiesta por elevación, como cuando destaca efusivamente la personalidad de George W. Bush o cuando cita el discurso de despedida de Ronald Reagan en 1989, donde dijo que Estados Unidos debía abrirse "a todos los que tuvieran la voluntad y el coraje de venir a nuestro país".
Pelosi niega que haya pinchado a Trump cuando dijo que el muro era una cuestión de "virilidad" para el presidente. "No creo que le preocupe en absoluto. Lo que le gusta es la publicidad, y le da lo mismo que sea buena o que sea mala, ¿o no?", dice Pelosi. "Son cosas de tipos".
El miércoles, Pelosi volvió a la Casa Blanca, pero a puertas cerradas. Declaró que los demócratas votarían la reapertura del gobierno sin financiar el muro, en base a la legislación de los republicanos, una movida pensada para aislar a Trump y dividir a su partido.
Las habilidades políticas de Pelosi son elogiadas por amigos, familiares y enemigos por igual, incluso por sus correligionarios que la presionaron para que diera un paso al costado para permitir un recambio generacional. "Te corta la cabeza y ni te das cuenta que estás sangrando", dijo su hija Alexandra.
En cuanto a los consejos que recibió para tratar con Trump, Pelosi insiste en que solo sigue el suyo, y parafrasea un párrafo de una encíclica papal de hace 57 años. "Observo, juzgo y actúo: eso lo aprendí del Papa", dice Pelosi.
A pesar de su imagen de partidaria del progresismo, Pelosi tiene una larga historia de colaboración productiva con los republicanos: primero, como joven legisladora integrante de las comisiones bipartidarias de Apropiaciones y de Inteligencia de la Cámara baja, y más tarde durante sus dos primeros años como presidenta de la Cámara, cuando lidió con Bush.
Al igual que Trump, por entonces Bush tenía bajos índices de aprobación e inspiraba hostilidad en el electorado demócrata. Y si bien Pelosi se oponía a la Guerra de Irak, nunca se la escuchó poner en duda la hombría de Bush ni cuestionar otro aspecto de su carácter.
Y en los meses finales de la presidencia de Bush, ambos colaboraron estrechamente para resolver la histórica crisis financiera de 2008.
"Tenían una relación profesional, y creo que no había ningún tipo de animadversión personal", dice Daniel P. Meyer, director de asuntos legislativos de Bush cuando la Cámara era presidida por Pelosi.
Para Meyer, sin embargo, los intercambios iniciales de Pelosi con Trump ya dejan trascender un tipo de vínculo diferente. "Él no piensa callarse nada. Y al parecer ella está dispuesta a responderle de manera acorde".
Traducción de Jaime Arrambide
Mike DeBonis
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