Perú, dividido entre dos candidatos que despiertan temores
LIMA.- Si "la política es una forma de maldad", como sentenció alguna vez Mario Vargas Llosa, los peruanos están convencidos de que el ballottage del próximo domingo es el mayor exponente de ello.
Los diagnósticos electorales no son buenos y la población agoniza. Al menos medio país tomó al pie de la letra la profecía del último Nobel de Literatura -esa de tener que optar "entre el sida y el cáncer"- y se comporta como un enfermo terminal, resignado a tomar el medicamento que cause menos dolor.
Así vive por estos días ese 50% del electorado que en primera vuelta votó por los tres candidatos de centro -Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo y Luis Castañeda- y que ahora se haya en la incómoda disyuntiva de tener que elegir entre el nacionalista Ollanta Humala, un ex militar golpista que no logra desprenderse de su pasado chavista, y la populista Keiko Fujimori, orgullosa heredera de quien encabezó una de las dictaduras más ominosas del país y envileció todas las instituciones republicanas.
Ambos candidatos adolecen de muchos anticuerpos, sobre todo en materia democrática y de derechos humanos, pero los peruanos se han visto forzados a cerrar filas detrás de uno u otro y la sociedad se encuentra más polarizada que nunca.
Como era de esperar, las fuerzas de derecha y centroderecha se alinearon detrás de Keiko, que es vista como garantía de continuidad del actual modelo económico, que permitió al país crecer a tasas chinas de un 7% anual en los últimos años. Las adhesiones del ex ministro de Economía Kuczynski (que con un 18,5% de los votos salió tercero en la primera vuelta) y del ex alcalde de Lima Castañeda (que cosechó un 10%) son prueba de ello. "Perú necesita un gobierno de ancha base, que sea práctico y no ideológico. Esta candidata lo puede hacer, el otro candidato me causa hondísima preocupación y por eso estoy aquí", reiteró ayer Kuczynski, en un encuentro junto a Keiko.
Fujimori cuenta, además, con un amplio respaldo de los medios de comunicación; el apoyo de la clase empresarial; del Arzobispado de Lima, y, aunque en forma implícita, del presidente Alan García, el mismo que en 1990 le entregó el poder a su padre, Alberto Fujimori, hoy condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad y corrupción durante su gobierno (1990-2000).
Gracias a la moderación de su imagen y su discurso con respecto a 2006, el comandante Humala, en cambio, sumó a los partidos de centro y centroizquierda, incluido el respaldo de Perú Posible, del ex presidente Alejandro Toledo, que semanas atrás había calificado al candidato de Gana Perú de "salto al vacío".
Con Vargas Llosa como mayor trofeo, ante Humala claudicaron, además, gran parte de los intelectuales peruanos, que en un pronunciamiento conjunto señalaron que si bien "ninguno de los dos candidatos presidenciales exhibe las credenciales democráticas deseadas, la llegada de Keiko Fujimori al poder sería el peor resultado para el país".
Divisiones
Las divisiones no son únicamente sociales y políticas, sino también territoriales y hasta de género: mientras Keiko (que obtuvo el 23% de los votos en primera vuelta) gana en Lima, en el Norte y entre las mujeres, Humala (que obtuvo 32%) tiene su mayor respaldo en el sur, centro y oriente del país, y entre los hombres. Las celebridades tampoco se quedan atrás y cantan su voto: el periodista y escritor Jaime Bayly (acusado de "sicario mediático" por los humalistas) va fuerte por Keiko; el reconocido chef Gastón Acurio, por Humala.
"Todas las segundas vueltas llevan a una polarización, pero ésta ha partido al país en dos", resumió ayer el analista y director del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica, Fernando Tuesta.
Sin excepción, los últimos sondeos hablan de un empate técnico y, por primera vez en años, las encuestadoras se niegan a cumplir con lo que se espera de ellas: pronosticar un ganador. "El resultado es prácticamente impredecible", dice Manuel Saavedra, director de la firma Compañía de Estudios de Mercados (CPI).
Independientemente de los respaldos públicos, en Perú la pelea es por los llamados "electores frágiles", esos votantes que aún naufragan de un polo a otro. Como Juan Carlos Freira, un ingeniero en sistemas que votó por Kuczynski en primera vuelta y que suspira cuando le preguntan por quién va a votar. "No lo sé. Es difícil decidirse. Humala sigue siendo una incógnita y Keiko, una Fujimori", dice a La Nacion, mientras camina por el barrio de Miraflores.
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