Pese a la frustración, hubo algunos importantes avances
ROMA.- Era esperable la frustración de las víctimas. El Papa y los mismos organizadores de la cumbre habían advertido que era totalmente irracional esperar que en tres días pudiera resolverse el terrible flagelo de los abusos. Pero todos los analistas coinciden en destacar que la cumbre antiabusos que concluyó ayer representó un verdadero hito en la lucha de la Iglesia Católica en contra del flagelo de la pedofilia.
Desde hace treinta años el Vaticano intenta superar un horror que se ha convertido en la peor crisis que atraviesa la Iglesia Católica. Pero es la primera vez que un pontífice, pese a las resistencias y distintas visiones sobre el tema, consciente de que la Iglesia se juega su credibilidad y supervivencia, logró convocar a todos los líderes de las conferencias episcopales del mundo para enfrentarlos al dolor de las víctimas de abusos, hablar del tema sin tapujos y hacer un mea culpa colectivo. Algo que nunca había pasado antes. El objetivo de la cumbre fue que, más allá de las diferencias de cada país, todos los episcopados estén en la misma sintonía en cuanto al flagelo y elaboren una estrategia común.
Más allá de la frustración de los grupos de víctimas, por primera vez estas fueran escuchadas. En el corazón del Vaticano hubo, además, una liturgia penitencial en la que se les pidió perdón, algo también inimaginable años atrás. Como subrayó ayer el padre jesuita Hans Zollner, uno de los organizadores de la cumbre, los momentos más impactantes para los 190 participantes fueron los desgarradores testimonios de las víctimas de los abusos. "Muchos me dijeron que quedaron transformados, que comenzaron la cumbre con una actitud y la terminaron con otra. Ahora obispos de África o Asia hablan con el mismo lenguaje, comprendieron qué necesitamos hacer", aseguró Zollner, en la conferencia de prensa final.
Otro organizador, el arzobispo maltés, Charles Scicluna, máximo experto en pedofilia, dijo que entendía la frustración de las víctimas. Pero no consideró un fracaso la cumbre, sino el comienzo de algo que no tendrá vuelta atrás. "Por décadas nos hemos concentrado en los crímenes de los abusos, pero ahora también estamos todos de acuerdo en que es criminal el encubrimiento y esto significa que estamos en un punto de no retorno", subrayó.
El Papa pidió "concreción" al principio del encuentro. Y aunque los grupos de víctimas las minimizaron, ayer se anunciaron medidas concretas que serán puestas a punto en el corto plazo, consideradas claves. Un manual, breve y simple, que pronto publicará la Congregación para la Doctrina de la Fe para que los obispos, tantas veces culpables de malos manejos y encubrimientos, sepan qué hacer. Y una task force de expertos que el Vaticano enviará a diócesis o conferencias episcopales que no tienen gente preparada para enfrentar estos casos, otra novedad.
En reuniones que habrá a partir de hoy, tal como aseguraron los organizadores, se les dará seguimiento a las varias propuestas concretas de la cumbre, entre las cuales se encuentra la redefinición del secreto pontificio, un antiguo reclamo de las víctimas. "La Iglesia es como una gran nave y estamos en el proceso de moverla", aseguró Zollner, tras asegurar por otro lado que es imposible resolver algo tan grave "de la noche a la mañana".
La cumbre también marcó un antes y un después por cómo fue organizada. Los medios llegados desde todo el mundo pudieron seguir gran parte del encuentro por streaming, el Vaticano creó una web que aportaba videos y documentos, con una apertura y transparencia que no se vieron en los últimos sínodos. También hay que destacar que, en otra apertura, por primera vez participaron diez mujeres superioras de la cúpula que reúne a las religiosas de todo el mundo. Tres mujeres -una laica, una monja y una periodista- fueron llamadas a dar una ponencia. El cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay y miembro del grupo de cardenales asesores del Papa, reconoció ayer que de las nueve ponencias que hubo las mejores fueron las de las mujeres, vibrantes y directas.
"Para los tiempos de la Iglesia, con esta cumbre el Vaticano ha dado pasos de gigante -dijo a LA NACION Cristiana Caricato, prestigiosa vaticanista de TV2000, que dijo temer que probablemente las víctimas nunca estarán satisfechas-. Sus heridas son demasiado profundas y no prescriben".
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