Pidió el Papa reforzar el dogma de la Iglesia
SAN PABLO.– Con un lenguaje durísimo, Benedicto XVI retó ayer a los obispos brasileños –y a través de ellos a los obispos latinoamericanos, que mañana inaugurarán la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Celam)– por la dramática sangría de fieles que sufrió en los últimos años la Iglesia de este continente, bastión del catolicismo.
En un discurso de tonos muy fuertes, en el que enumeró los inmensos desafíos que enfrenta el catolicismo, el Santo Padre reconoció el avance de las sectas evangélicas y llamó a los 427 obispos brasileños (forman la mayor conferencia episcopal del mundo) a recuperar las ovejas perdidas a través de “un salto de calidad” y de un nuevo impulso misionero, más disciplinado y obediente a la verdadera doctrina de la Iglesia. Además, llamó a los prelados a no meterse en política para concentrarse, en cambio, en transmitir el mensaje de Jesús “sin visiones reductivas ni confusiones”.
Fiel a la fama de teólogo rígido e inflexible que cosechó siendo guardián de la ortodoxia católica, en el discurso que pronunció en la catedral de San Pablo, el Papa trazó un virtual vademécum para revertir la profunda crisis que vive la Iglesia Católica en la región.
El Pontífice reafirmó la importancia del celibato, en un país donde muchos sacerdotes de las áreas rurales viven en el concubinato, y que los sacerdotes deben tener una mejor formación teológica. Abogó asimismo por que hubiera fidelidad a las normas litúrgicas, criticando implícitamente a las "misas shows" que algunos sacerdotes celebran en muchas comunidades carismáticas, y por promover una sociedad más equilibrada en términos de distribución de la riqueza.
"Es cierto que los tiempos presentes resultan difíciles para la Iglesia y que muchos de sus hijos se encuentran atribulados. La vida social está atravesando un momento de desorientación desconcertante", dijo el Papa, que denunció que "es atacada impunemente la santidad del matrimonio y de la familia", y que condenó las legislaciones que "justifican delitos contra la vida en nombre de la libertad individual, como el aborto", y el avance de "la herida del divorcio y de las uniones libres".
El Papa no ocultó su preocupación ante el hecho de que en el mismo seno de la Iglesia se cuestione el valor del celibato, "y se dé preferencia a cuestiones ideológicas o políticas, también partidarias", en clara alusión a los sacerdotes que se politizan y se olvidan de su "total consagración a Dios".
En un discurso que los obispos presentes interrumpieron solamente dos veces con aplausos, el Pontífice analizó la pérdida de fieles, un problema que la Iglesia observa con enorme preocupación en Brasil, donde en la última década el número de católicos cayó abruptamente.
Contra la pobreza
"Parece claro que la principal causa, entre otras, de este problema pueda ser atribuida a la falta de una evangelización en la cual Cristo y su Iglesia estén en el centro de cualquier dilucidación. Las personas más vulnerables al proselitismo agresivo de las sectas -que constituye un motivo justo de preocupación- e incapaces de resistir los asaltos del agnosticismo, del relativismo y del laicismo son por lo general las bautizadas no suficientemente evangelizadas, fácilmente influenciables porque poseen una fe frágil y, a veces, confusa, vacilante e ingenua, aunque conservan su religiosidad intacta", indicó Benedicto XVI.
Consciente de que en general son las personas que viven en peores condiciones las que más están abandonando la Iglesia Católica para unirse a las sectas, el Papa urgió a los obispos brasileños a prestarles especial atención. "Si las personas viven en una situación de pobreza, es necesario ayudarlas como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando la solidaridad para que se sientan verdaderamente amadas", señaló. Nunca usó la expresión de "opción preferencial para los pobres", según destacaron expertos, en una referencia implícita a la Teología de la Liberación, que siempre combatió y que veladamente criticó en otras partes del texto.
Benedicto XVI, por otra parte, reclamó una mayor formación para el clero brasileño, al que pidió transmitir un mensaje comprensible y el respeto a la liturgia. En Brasil no sólo hay una fuerte escasez de curas (unos 18.000, es decir, solamente uno por cada 8600 católicos), sino que por lo general están muy mal instruidos.
También pidió un "buen acompañamiento espiritual" a la hora de analizar vocaciones para evitar "el riesgo de desvíos en el campo de la sexualidad".
Mayor honestidad
Benedicto XVI también hizo un enérgico llamado a liderar los cambios sociales para poner fin a las tremendas desigualdades de este país, donde reina la mayor brecha entre ricos y pobres del mundo.
"No es una novedad la constatación de que vuestro país convive con una involución histórica de desarrollo social, cuyos signos extremos son el vasto contingente de brasileños que viven en situaciones de indigencia y una desigualdad en la distribución de las rentas que alcanza niveles muy elevados", destacó.
Finalmente, Benedicto XVI pidió que los políticos "asuman plenamente sus propias responsabilidades y sepan dar un rostro humano y solidario a la economía". Y subrayó la necesidad de "formar en la clase política y empresarial un verdadero espíritu de veracidad y honestidad" -frase que generó un fuerte aplauso-, para que todas las personas que ocupan puestos de responsabilidad sepan prever "las consecuencias sociales, directas o indirectas, a corto o largo plazo, de sus propias decisiones, actuando según criterios de maximización del bien común en vez de buscar beneficios personales".
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