Por decreto, Obama lanza la mayor reforma migratoria desde Reagan
El plan, una promesa del presidente, beneficiará a cerca de cinco de los 11 millones de extranjeros indocumentados
WASHINGTON.- Millones de hogares en Estados Unidos festejaron anoche en decenas de idiomas, sobre todo en castellano, el anuncio de un decreto de Barack Obama para sacar de las sombras a casi la mitad de los indocumentados del país, en el mayor avance en la materia desde 1986, cuando el republicano Ronald Reagan impulsó la última gran oleada de regularización de inmigrantes.
Cerca de cinco de los 11 millones de inmigrantes ilegales, la mayoría de origen latinoamericano, se verán beneficiados por el decreto anunciado ayer por Obama, en reemplazo de una frustrada legislación al respecto votada el año pasado en el Senado, pero que duerme el sueño de los justos desde entonces en la Cámara de Representantes. Y, lo que es igual de importante, como van las cosas no tiene visos de salir adelante.
La idea es regularizar en forma temporal con permisos de trabajo a residentes extranjeros sin documentos, bajo determinadas condiciones, como ser padres de hijos nacidos en Estados Unidos y tener una larga permanencia en el país, lo que -según análisis previos- comprendería a la mitad de los "sin papeles".
"Las medidas son las cosas que puedo hacer con mi autoridad legítima como presidente para mejorar el sistema, al mismo tiempo que sigo colaborando con el Congreso y lo exhorto a aprobar un proyecto bipartidista exhaustivo que resuelva todo el problema", anticipó Obama en un video, en el que trazó las líneas maestras de su política.
El decreto, o más bien la "orden ejecutiva" que firmó Obama, es una herramienta que permite al presidente hacer cambios de política pública y, en ciertos casos, dar solución temporal a temas que no se solucionaron en el Congreso. Es el caso de una reforma largamente prometida por Obama -su principal bandera de campaña por la reelección-, pero que no ha logrado sortear el filtro de los representantes republicanos.
Aquella promesa migratoria de 2012 motivó una movilización pocas veces vista de la comunidad hispana de Estados Unidos, que resultó fundamental para que Obama consiguiera un segundo mandato presidencial. Desde entonces pasaron dos años, y ahora, con la victoria de los candidatos republicanos en las dos cámaras en las legislativas del 4 de noviembre pasado, Obama se convenció de que el Congreso no actuaría y decidió la preparación de las órdenes ejecutivas, ante la furia de los líderes de la oposición.
"Todo el mundo está de acuerdo en que nuestro sistema migratorio falló, lamentablemente Washington permitió que el problema se prolongara durante demasiado tiempo", dijo Obama en su discurso de anoche, distribuido previamente por la Casa Blanca en Facebook.
Soñadores
Es la segunda vez en sus seis años de gobierno que Obama promueve un cambio tangible en la siempre precaria situación de los indocumentados extranjeros. Su administración aprobó en 2012 el Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), que habilitó a 600.000 jóvenes que cruzaron la frontera antes de 2007 -conocidos como "soñadores"- a obtener un permiso de trabajo y estudiar en la universidad.
La apuesta vuelve a subir y unos cinco millones de personas podrían obtener esta vez sus permisos de trabajo y evitar la espada de Damocles de la deportación, que pende a cada instante sobre las vidas de los extranjeros sin residencia legal. La medida buscaría proteger, entre otros, a los padres de ciudadanos norteamericanos o residentes permanentes, siempre que esos padres vivan en el país desde hace más de cinco años de manera continua.
Otros beneficiarios serían los inmigrantes traídos sin autorización cuando eran chicos, pero que no reúnen todos los requisitos del decreto que benefició a los "soñadores".
Ninguno de los beneficiarios tendría sin embargo el camino abierto a la ciudadanía. Además, cuando Obama termine su mandato luego de las elecciones de 2016, su sucesor podría derogar estas normas con otra orden ejecutiva.
Los republicanos no piensan esperar tanto. Ayer mostraron los dientes ante lo que definieron como un exceso de atribuciones de Obama en una materia que, a su juicio, le corresponde al Congreso, y señalaron que van a disparar a discreción para echar abajo la flamante política.
"Si el presidente Obama avanza en desafiar al pueblo e impone su voluntad sobre el país, el Congreso actuará", dijo Mitch McConnell, futuro líder de la mayoría republicana en el Senado. Aunque no precisó cuál sería la respuesta, dijo que se está considerando "una variedad de opciones". Su colega Ted Cruz, senador por Texas, calificó a Obama de "monarca" por firmar la orden ejecutiva sin pasar por el Congreso.
Diversas organizaciones de defensa de los derechos de los inmigrantes presentaron ayer ante la Casa Blanca unas 260.000 peticiones que recordaron a Obama, por si hiciera falta, la urgencia de "mantener su promesa y usar su autoridad legal para hacer algo "grande".
Agencias AP, DPA, EFE y AFP
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