Preparan la batalla final de la guerra en Siria y temen una "catástrofe humanitaria"
BEIRUT.- En un rincón del noroeste de Siria, repleto de casi 3 millones de personas, el gobierno y sus oponentes se preparan para la última gran batalla de una guerra que ya lleva más de siete años .
La provincia de Idlib, fronteriza con Turquía, es el único bastión restante de la oposición en el país y ahora un refugio para más de un millón de sirios desplazados.
Aunque aún no hay fecha para la ofensiva, parece inminente. El régimen del presidente sirio Bashar al-Assad ya envió tanques y fuerzas élite a la frontera de Idlib. En tanto, según fuentes militares, Rusia, aliada de Damasco, desplegó fuerzas especiales y técnicos de aviación en el sur de la provincia.
Los trabajadores de la ONU y de organizaciones humanitarias se preparan para el desastre y advierten que hasta 80.000 personas corren el riesgo de un nuevo desplazamiento si se inicia una ofensiva gubernamental.
Hoy el enviado especial de la ONU para Siria propuso ir a Idlib para garantizar el establecimiento de un "corredor humanitario" para evacuar a la población civil. "Estoy dispuesto a involucrarme, personal y físicamente [...], a garantizar un corredor humanitario [...] para permitir que la población civil sea evacuada a una zona más segura", dijo Staffan de Mistura en una conferencia de prensa en Ginebra.
El secretario general de la ONU, António Guterres, se mostró ayer muy preocupado ante el "creciente riesgo de una catástrofe humanitaria" si el ejército sirio lanza la ofensiva militar
Turquía, que respalda a los rebeldes en Idlib, dijo que no apoya una solución militar y, según fuentes, está negociando con Rusia en un esfuerzo por evitar una ofensiva a gran escala.
Mientras tanto, crece la preocupación por el posible uso de armas químicas, y la armada rusa está aumentando su presencia en el mar Mediterráneo.
El último refugio de la oposición
Después de siete años de guerra, las fuerzas de Al-Assad han aplastado en gran medida la revuelta popular que estalló contra el gobierno en 2011, que fue inspirada por las protestas de la "primavera árabe" que arrasaron la región ese año.
Idlib es ahora último refugio para la oposición, así como de los insurgentes vinculados a Al-Qaeda que han luchado a su lado.
Hace años, la oposición controlaba partes de las ciudades más grandes de Siria y la mayor parte del territorio alrededor de Damasco, la capital del país. Pero Rusia lanzó una campaña aérea en apoyo de Al-Assad en 2015, e Irán envió miles de asesores militares y milicianos aliados para ayudar a sus fuerzas.
Tan solo en el último año, el gobierno expulsó a sus oponentes de Damasco, Homs, Daraa y Quneitra, cuatro provincias y ciudades que durante mucho tiempo fueron bastiones de la oposición.
A medida que las fuerzas gubernamentales avanzaban, ofrecían a los residentes y opositores reconciliarse con el régimen de Al-Assad o abordar ómnibus para Idlib, donde los grupos vinculados a Al-Qaeda han eclipsado a la oposición moderada.
Decenas de miles de personas optaron por irse a Idlib, por temor a que pudieran ser encarceladas o reclutadas forzosamente por las fuerzas gubernamentales. Ahora no tienen a dónde ir. Además, Turquía ha cerrado sus fronteras a nuevos refugiados.
Los ataques químicos
El Departamento de Estado norteamericano dijo que responsabilizará a Moscú si las fuerzas gubernamentales usan armas químicas en la batalla por Idlib.
Los investigadores de Estados Unidos ya han atribuido varios ataques químicos en Siria a las fuerzas gubernamentales, incluido un ataque con el gas nervioso Sarin contra la ciudad de Khan Sheikhoun, en Idlib, en abril de 2017.
Eso llevó a Estados Unidos a realizar un rara ofensiva contra una instalación militar siria. En abril, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña lanzaron ataques punitivos después de un ataque con gas de cloro en un suburbio de Damasco que entonces ocupaba la oposición.
Estados Unidos también responsabiliza al gobierno por un ataque con gas sarín en el que se cree que murieron más de 1000 personas en agosto de 2013 en los suburbios de Ghouta en Damasco.
El gobierno de Siria niega haber usado alguna vez armas químicas y dice que se deshizo de sus reservas según un acuerdo negociado por Estados Unidos y Rusia después del ataque Ghouta de 2013.
Los ataques químicos solo han representado una pequeña fracción de las aproximadamente 400,000 personas que murieron en la guerra civil.
Agencia AP y AFP
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