Presionado por frentes internos y externos, Trump cancela su visita a la región
La Casa Blanca dijo que no asistirá a la Cumbre de las Américas, en Lima, para monitorear la respuesta a Siria; también le preocupa la situación judicial de su abogado personal
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WASHINGTON.- A punto de orquestar un nuevo ataque a Siria y descolocado por un nuevo frente judicial luego de que el FBI allanara las oficinas de su abogado personal, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suspendió su primer viaje a América Latina a la Cumbre de las Américas, en Lima, y su visita posterior a Colombia.
Trump se quedará en Estados Unidos para "supervisar la respuesta" al presunto ataque químico en Duma, Siria, que fue condenado en duros términos por las potencias occidentales y negado por Damasco y Moscú. El vicepresidente, Mike Pence, viajará en su lugar a Lima para la cumbre regional, y se reuniría con el presidente Mauricio Macri.
La ausencia de Trump amplía la brecha que su gobierno imprimió con América Latina, y le quita envergadura a la única cumbre que reúne a los líderes del hemisferio, que se realiza solo cada tres años. En Lima, los líderes aspiraban a intentar avanzar hacia una solución para la crisis humanitaria que azota a Venezuela, una posibilidad mucho más remota sin la presencia de Trump. Anoche, Nicolás Maduro confirmó que no viajará a Lima.
Trump habló ayer por teléfono con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la premier británica, Theresa May. Estados Unidos y Francia han acordado coordinar la represalia al presunto bombardeo químico ocurrido el sábado último en Duma, en las afueras de Damasco, en el que habrían muerto al menos 50 personas, y May y Trump dijeron que "no permitirán" que el régimen de Bashar al-Assad vuelva a utilizar armas químicas, otro indicativo de una respuesta militar.
Al-Assad y el gobierno ruso, de Vladimir Putin, han negado el ataque, al que tildaron de una farsa y de una provocación orquestada por Occidente (ver aparte).
El motivo oficial del faltazo a la cumbre fue la crisis en Siria. Pero la última vez que Trump ordenó un ataque contra el régimen de Al-Assad, toda la operación terminó por definirse en su resort privado de Mar-a-Lago. Trump cenaba con Xi Jinping cuando los misiles Tomahawk volaban hacia su blanco: una base militar en Siria. Xi se enteró de boca del propio Trump durante el postre, una "hermosa torta de chocolate", en las palabras del magnate. Y en 2011, Barack Obama viajó a Brasil mientras Estados Unidos y sus aliados desplegaban un ataque ungido por la ONU en Libia.
Con esos antecedentes en la mano, Washington buscó la explicación en otra parte: el nuevo frente legal que enfrenta la Casa Blanca, luego del allanamiento del FBI a las oficinas de Michael Cohen, abogado personal de la familia Trump.
El mandatario pareció avalar esa teoría. Furioso, el presidente descargó toda su ira por la ofensiva de los fiscales primero anteayer, al hablar con periodistas, y, luego, ayer, temprano, en Twitter. El golpe pareció descolocarlo. Cohen tiene lazos profundos y de larga data con Trump, y conoce como pocos los negocios de la familia.
"El privilegio abogado-cliente está muerto", tuiteó a las 7.07. Un minuto después, apareció la secuela de ese mensaje: "¡Una caza de brujas total!". Trump llegó a decir que el allanamiento era "un ataque al país", y volvió a ventilar la idea de despedir al fiscal especial del Rusiagate, Robert Mueller. Ayer, la vocera presidencial, Sarah Sanders, dijo que Trump tiene el poder para hacerlo.
Además de ser uno de los arquitectos en el entramado de varios negocios del imperio familiar, Cohen fue quien le pagó US$130.000 (de su bolsillo, según su versión) a la actriz porno Stormy Daniels para que mantuviera en secreto un encuentro sexual con Trump. The New York Times indicó que el allanamiento, autorizado por un juez, era para buscar documentos sobre pagos a otras dos mujeres que adujeron romances con el presidente.
Al hablar del desplante a Lima, no fueron pocos en Washington quienes recordaron, también, el poco entusiasmo de Trump por las cumbres: él sabía que en Lima iba a toparse con un clima que distaba de ser amistoso, a diferencia, por ejemplo, de sus viajes a Medio Oriente. La política migratoria y comercial de Trump ha dañado a varios países, y la relación con Cuba se ha tensado, un marcado retroceso tras el acercamiento de Barack Obama y Raúl Castro, personajes salientes de la última cumbre, en Panamá.
Benjamin Gedan, del Wilson Center, dijo que si bien Trump puede ser un "lastre diplomático" y un líder poco familiarizado con la región, nadie puede reemplazar al presidente de Estados Unidos en influencia, y su ausencia implicará una menor capacidad para promover una "línea más dura" con Venezuela.
"Es lamentable, porque existe un fuerte consenso regional sobre Venezuela, pero los líderes aún necesitan un impulso para ir más allá de las declaraciones condenatorias e imponer sanciones significativas", indicó Gedan. "La cancelación también acarrea el riesgo de provocar una crisis existencial para la cumbre, que esencialmente existe para permitir que los líderes regionales se relacionen con el presidente de Estados Unidos", agregó.
La guardia nacional llegó a la frontera
Efectivos de la Guardia Nacional norteamericana arribaron a la zona fronteriza con México, tal como lo había anunciado hace algunos días el presidente Donald Trump, informaron ayer medios locales. La decisión de la Casa Blanca fue adoptada para luchar contra lo que Trump llama la crisis de los inmigrantes ilegales. Entre las medidas se destaca la utilización de la fuerza militar para defender las fronteras nacionales. La iniciativa de Trump fue adoptada favorablemente por Texas, Nuevo México y Arizona, tres estados vecinos de México, mientras que California continúa en contra de la medida. Los gobernadores (republicanos) de esos tres estados se comprometieron ayer a enviar 1600 miembros de la Guardia Nacional a la frontera, concediendo a Trump parte del contingente que pidió. El único estado fronterizo que no dio un paso adelante fue California, gobernado por el demócrata Jerry Brown.
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