Reclaman las azafatas clases de autodefensa
MIAMI.- Cristina Jones está dolorida y furiosa. Tiene una mano hinchada, magulladuras en la espalda y ha perdido la sensación de seguridad, o el resto de ella, a que había logrado aferrarse después de los ataques terroristas del 11 de septiembre. "Hoy estoy bien y mañana me siento al borde del colapso nervioso", dice. Es la azafata del vuelo 63, Miami-París, de American Airlines, que el sábado último luchó con un pasajero que intentó detonar una carga explosiva oculta en su zapato.
El hombre, identificado como Richard C. Reid, de nacionalidad británica, la empujó, le mordió la mano y le dejó heridas físicas y psíquicas.
"El forcejeo y el mordisco no fueron nada comparados con las tres horas siguientes", confesó Jones. Lo peor fue la espera, observarlo sin conocer el significado de su comportamiento, expresó durante una entrevista en que relató la experiencia espantosa de una lucha en pleno vuelo que la ha perturbado.
Esta semana, en todos los aeropuertos norteamericanos, muchos pilotos y azafatas se cuestionaron, como ella, las exigencias crecientes de que las tripulaciones desempeñen papeles más importantes en materia de seguridad aérea.
Anteayer, Jones y sus ocho compañeros del vuelo 63 (un Boeing 767 con 197 personas a bordo) se reunieron por primera vez desde el incidente. Pasaron más de cinco horas en el Aeropuerto Internacional de Miami, respondiendo a un "interrogatorio crítico sobre el incidente" por representantes de su gremio y de la aerolínea. A su término se rehusaron a hacer comentarios.
No obstante, Jones había declarado con anterioridad que, a su juicio, las azafatas y camareros carecían del apoyo y la autoridad necesarios para cumplir una tarea cada vez más peligrosa. "Esto es algo totalmente nuevo para mí", acotó.
Su sindicato, que representa a miles de azafatas y camareros, promueve una capacitación más agresiva: por ejemplo, que les enseñen dispositivos y técnicas defensivas para dominar a pasajeros revoltosos.
"Tal vez tengamos que empezar a estudiar algún tipo de entrenamiento de autodefensa", insinuó Rick Musica, vicepresidente de la filial Miami de la Asociación de Ayudantes de Vuelo. Entretanto, opinaron los agremiados, la seguridad se ha convertido en una cuestión de instinto e ingenio popular.
"Básicamente, dependemos de nuestro instinto porque las aerolíneas no tienen tiempo suficiente para enviar, ya mismo, a 20.000 azafatas a cursos de entrenamiento adicional", explicó Sheree Kinney, azafata de Delta Air Lines. Y reconoce la utilidad de las instrucciones de seguridad que reciben los tripulantes y auxiliares antes de cada vuelo, por cuanto sus miembros se enseñan cosas unos a otros.
"Alguien comenta lo aprendido en otro vuelo y aconseja que estemos atentos a tal o cual cosa", explicó.
Más tensión
Según los pilotos y tripulantes consultados en el Aeropuerto Nacional Reagan, de Washington, el incidente en el vuelo 63 ha intensificado, una vez más, las presiones y tensiones del oficio. "Si alguien camina por el pasillo, lo observo -explicó una azafata que no quiso identificarse-. Ahora, me fijo en todo."
Algunos pilotos dijeron que en las circunstancias actuales no vacilarían en utilizar maniobras de vuelo evasivas para tratar de frustrar un ataque terrorista. "Más vale romperle el brazo a un pasajero que arriesgar las vidas de todos los ocupantes del avión", afirmó un piloto de US Airways que suele cubrir vuelos de cabotaje al aeropuerto Reagan.
Tammy Mauzey, azafata de Continental Airlines que hacía escala en el Aeropuerto Internacional Logan, de Boston, en un vuelo a Newark, dijo sentirse más segura al saber que ahora los pasajeros están dispuestos a ayudarlos a reducir a terroristas potenciales, como lo hicieron los del vuelo 63. "Nos infunde más fuerza. Ellos están alertas para ayudarnos."
Desde el 11 de septiembre, sólo la inquietó un pasajero: "Hubo un hombre del Medio Oriente -recuerda-. Creo que estaba pensando en el perfil del terrorista. Me encogí un poco al verlo porque llevaba turbante y estábamos a sólo una semana del 11. Pero no hizo nada y, en verdad, era un cliente asiduo".
Café caliente
En Miami, Brenda Leal, azafata del Grupo Taca de Guatemala, una aerolínea que cubre América Central, expresó su inquietud por la situación de las compañías en aquellos países que no aplican en sus aeropuertos medidas de seguridad tan estrictas como las que rigen actualmente en los Estados Unidos: "Ni siquiera nos acercamos a la seguridad que hay aquí, en Estados Unidos, pero volamos a Nueva York, Miami, Los Angeles y San Francisco, que son puntos clave". A su juicio, las aerolíneas deberían contemplar cierto entrenamiento en detección de terroristas y comportamientos sospechosos entre los pasajeros.
Lisa Ciseros, azafata de American Airlines desde hace dos años, señaló que las tripulaciones se han vuelto creativas: "Nos cercioramos de que tenemos a mano con qué protegernos. Y nos aseguramos de tener siempre a mano un poco de café caliente, por las dudas."
Traducción: Zoraida J. Valcárcel
Agentes en los vuelos alemanes
- BERLIN (ANSA).- Unos 50 agentes de la policía alemana integran actualmente el equipo dedicado a la lucha contra el terrorismo a bordo de aviones tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, afirmó ayer en su última edición la revista alemana Focus. El equipo de agentes está integrado por 20 efectivos de una unidad especial de tropas de frontera y otros 30 que fueron especialmente entrenados, y son los primeros integrantes de una fuerza que contará en el futuro cercano con 200 hombres.
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