Respaldos para Gore y para Hillary en un momento decisivo
WASHINGTON.- Las encuestas continúan favoreciendo levemente a George W. Bush, pero Al Gore recibió ayer algo así como el empujón final de su carrera: The Washington Post, fiel a la tradición de los diarios norteamericanos de tomar posición antes de cada elección, respaldó su candidatura presidencial.
Lo mismo hizo The New York Times con Hillary Clinton: se inclinó por ella en desmedro del candidato republicano al Senado por el Estado de Nueva York, Rick Lazio.
Ambos apoyos, rubricados en sus principales editoriales, coinciden con la necesidad imperiosa de Gore, más que de Hillary, de despegar en las encuestas de intención de voto para el 7 de noviembre. En ellas, Bush lleva la delantera por menos de cinco puntos. En una de ayer, publicada por el Post, la diferencia es de un 48 por ciento contra un 45.
"Yo no sé quién va a ganar, pero te confieso que ninguno de los dos me apasiona", dice Melissa Clark, una típica soccer-mom (madre que lleva a su hijo a las prácticas y los partidos del fútbol), en una charla con La Nación , al costado de la cancha. El equipo del nene, Thomas, está perdiendo por 1 a 0.
El respaldo del Times a Hillary, nunca elegida para un cargo público, habrá sido más sencillo que el respaldo del Post a Gore, con el desgaste propio de sus ocho años como vicepresidente. Pero, a su vez, consolidó la agenda demócrata, sin desmerecer el ideario de Bush, apuntalándola en el sector que decidirá quién ganará las elecciones: las mujeres.
"En las elecciones del 7 de noviembre apoyamos a Al Gore -dice el Post-. En virtud de su experiencia, de su capacidad y de su posición en los temas específicos, él es el candidato mejor calificado. En un mundo peligroso, el señor Gore ofrece liderazgo sin necesidad de entrenamiento para el cargo. Ofrece, también, más responsabilidad fiscal."
Inteligencia y dignidad
Gol del equipo del nene: 1 a 1. Melissa, como la mayoría de las mujeres que se encuentran entre los 30 y los 50 años, votó en 1996 por la reelección de Clinton y, a pesar del escándalo Monica Lewinsky, suscribió en las elecciones de medio término de 1998 la agenda demócrata. En las próximas piensa, como el Post, que Gore es el mejor calificado. Admira a Hillary, pero no vive en Nueva York.
De ella dice el Times: "La señora Clinton ha demostrado en los últimos meses que es inteligente y ha dignificado su candidatura con un sorpresivo conocimiento de las necesidades sociales de la ciudad de Nueva York y de la economía de la región. Su crecimiento político ha sido corroborado con su combate contra dos oponentes republicanos, el alcalde Rudolph Giuliani (aquejado de cáncer de próstata, razón por la cual desertó) y su reemplazante, Rick Lazio. Con todo respeto a sus habilidades, nosotros respaldamos a la señora Clinton y al Partido Demócrata".
Al lado de Melissa, Ruth Corrigan, médica y madre del arquero del equipo del nene, interviene en el diálogo con La Nación : "Bush ha exagerado los gastos de salud en Texas, según leí en el diario. Si empezamos no diciendo la verdad, vamos mal".
El hijo de Melissa, mano a mano con un defensor, cae en el borde del área: tiro libre. Libre como la decisión de las mujeres (52% de los votantes), que, según un estudio de Gallup, ha coincidido con el ganador en todas las elecciones presidenciales de las últimas tres décadas. Gore, para el Post, se muestra más sensible que Bush en el control de la venta de armas, en el derecho de abortar, en la lucha contra la discriminación y en la preservación del medio ambiente.
En estas elecciones, sin embargo, prevalecen las independientes y las llamadas swing female voters (votantes indecisas), dependientes, en última instancia, del carácter, de la experiencia y de la respuesta de los candidatos a sus reclamos específicos. Prevalece la seducción, en definitiva. Y es como si ellas estuvieran esperando las rebajas del centro comercial o del supermercado para no pagar de más. Sobre todo, en los Estados del Medio Oeste y en Florida.
En un extremo o en el otro
En Gore, las más liberales ven una suerte de reaseguro: la reciente aprobación de la droga abortiva mifepristone, o RU-486, por la Oficina de Alimentos y Medicamentos, ha sido considerada la victoria más significativa de las partidarias del derecho al aborto desde su reafirmación en 1992, en la Corte Suprema, con el caso Roe contra Wade.
En Bush, las más conservadoras ven, asimismo, su propio reaseguro: con la participación en la campaña de su madre, Barbara, procura consolidar el respeto a los valores familiares que Gore no logra fraguar por haber sido leal con Clinton desde el escándalo Lewinsky.
Las mujeres están preocupadas por la educación y por la salud, según Gallup. Otro tanto sucede con la economía: buscan más oportunidades que en 1996. Y con el retiro: están más interesadas que nunca en una jubilación venturosa.
Los dos candidatos han mezclado en las campañas los puntales de sus partidos: la preocupación social, propia de los demócratas, con la libertad económica, propia de los republicanos. En el medio talla Hillary, como campeona de los derechos de la mujer. Atributo que, por arrastre, podría beneficiar a Gore, incluso entre las republicanas que se apiadan de ella por haber seguido con Clinton a pesar de sus aventuras.
Terminó el primer tiempo: uno a uno.
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