Cuando faltan cuatro meses para las elecciones. Se enciende la campaña en Brasil
El presidente intercambió duras críticas con la oposición; lo había culpado de "viajar y beber"
SAN PABLO.– Cuando faltan cuatro meses de las elecciones nacionales, la campaña electoral brasileña comenzó a subir los decibeles: un candidato de la oposición dijo del presidente Luiz Inacio Lula da Silva: “No trabaja; sólo viaja y bebe mucho”.
La declaración del senador José Jorge, del Partido del Frente Liberal y candidato a vicepresidente en la fórmula del socialdemócrata Geraldo Alckmin, fue respondida ayer por Lula durante un discurso: “A los que destilan envidia y odio no les voy a dedicar ni un minuto de mi vida”.
Jorge aprovechó con su declaración la polémica desatada la semana pasada por el número nueve de la selección brasileña, Ronaldo Nazario. Irritado con las críticas a su supuesto sobrepeso y al saber que el presidente Lula le había preguntado al técnico de la selección si el jugador estaba gordo, Ronaldo dijo a los periodistas: “Muchos dicen que estoy gordo, así como muchos dicen que el presidente bebe en cantidades”.
Al inicio de su gobierno, Lula ordenó la expulsión y retirada de la visa de trabajo del corresponsal en Brasil del diario norteamericano The New York Times, por una nota en la que el periodista afirmaba que “el hábito de beber de Lula” era una “preocupación nacional”. El repudio a la intención del presidente hizo que el gobierno volviera atrás.
La referencia a los viajes de Lula, en tanto, se debe a que, desde que asumió su gobierno, el presidente pasó, en promedio, un día por semana fuera del país.
Lula está en plena campaña electoral para su reelección en los comicios de octubre, pero formalmente todavía continúa afirmando que no sabe si será candidato, para que sus inauguraciones y discursos no sean considerados una violación de la ley electoral.
Primera vuelta
Actualmente, las encuestas muestran que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) vencería las elecciones en la primera vuelta. Según la última encuesta de Ibope, Lula tiene el 48% de las intenciones de voto, contra el 19% de Alckmin. Sumados indecisos y votos en blanco, superaría con facilidad el 50% necesario.
El socialdemócrata Alckmin, que se tomó licencia del cargo de gobernador de San Pablo para postularse, lucha contra el desconocimiento de su figura en el resto del país. En las regiones más pobres, donde Lula es favorito absoluto gracias los subsidios sociales, Alckmin es completamente desconocido.
Con la economía en crecimiento y el poder adquisitivo de las clases más bajas en pleno auge –debido a los últimos aumentos del salario mínimo–, la oposición está siendo obligada a elevar el tono de las críticas.
La corrupción es el foco principal del discurso opositor. Después de recordar que 40 colaboradores de Lula quedaron envueltos en el esquema de corrupción destinado a recaudar ilegalmente fondos para el PT, una publicidad de la oposición en la televisión decía ayer: “Usted va a saber quién era el comandante del mayor esquema de corrupción desenmascarado en la historia del país; no falta nada... ¡Impeachment ya!”.
Lula retrucó afirmando que no va a necesitar responderle a la oposición. “Quieren que me ponga nervioso para que haga el mismo juego rastrero que ellos”, dijo ayer. “Gobiernan el país desde la llegada de Cabral [el colonizador portugués Pedro Alvares ~], y no hicieron nada. Y ahora se preguntan por qué este metalúrgico hace”.
“Este metalúrgico está haciendo porque tiene algo que ellos no tienen: tiene carácter y es lo que es no por la cantidad de diplomas o por el apoyo de la elite brasileña; es por el sentimiento y por el alma del pueblo de este país”, dijo Lula, que en todas las campañas, desde los 80, exalta su falta de educación formal.
El presidente del PT, Ricardo Berzoini, se sumó a la defensa de Lula. Las críticas de la oposición, según dijo, provienen de “arrogantes y autoritarios que no toleran ver a un trabajador en la presidencia”.