Seúl, con la mirada puesta en la sucesión en Corea del Norte
Pasado mañana comenzará un debate partidario que podría elegir al heredero de Kim Jong-il
SEUL.- Desconcierto. Inquietud. Escepticismo. Todo eso despierta en la capital surcoreana la conferencia del partido gobernante en Corea del Norte, que podría determinar a partir de pasado mañana el rumbo que seguirá el hermético y amenazante régimen comunista.
La reunión, la primera del todopoderoso Partido de los Trabajadores en más de cuatro décadas, tiene como objetivo para renovar sus cargos directivos y poner en marcha la sucesión de Kim Jong-il, el excéntrico líder que maneja el país con mano de hierro desde 1994 y que padece una serie de enfermedades. Se realiza en un momento clave: Corea del Norte se encuentra aislada internacionalmente, presionada por su controvertido plan nuclear, y golpeada por una economía en ruinas y una serie de graves inundaciones.
Todo lo que rodea al encuentro es un misterio. Se dice que serviría para abrir las puertas del poder de su tercer hijo, Kim Jong-un, de 27 años, que también es una incógnita. "Pertenece a una familia que representa la primera fila revolucionaria, por lo tanto no debería apartarse mucho de la línea actual. Es muy joven y tiene que forjar su propia base de poder", dijo Bong Geun-jun, profesor del Instituto de Asuntos Extranjeros y Seguridad Nacional. Es probable que, por su juventud, Kim Jong-un ocupe un lugar de jerarquía -al igual que el cuñado del actual líder, Jang Song-Thaek- pero que no acceda a la cima hasta la muerte de su padre.
El Ministerio de Defensa surcoreano baraja una serie de escenarios posibles, y no descarta un liderazgo compartido en forma temporal.
"Estamos preparados para cualquier contingencia, tanto una transición pacífica como una situación caótica", señaló el titular de esa cartera, Kim Tae-young, durante un encuentro con periodistas extranjeros, entre ellos LA NACION, con motivo de la próxima cumbre del G-20 que se realizará en noviembre próximo en Seúl.
En las calles, la población se muestra escéptica. "No habrá ningún cambio, porque la vieja generación es la que todavía mueve los hilos del poder", apuntó Kim, un puestero de 63 años que atiende un local en el tradicional, colorido y abarrotado mercado Namdaemun, de Seúl.
Escasa de alimentos y de provisión de energía, con una economía asfixiada, Corea del Norte probó en noviembre pasado una reforma monetaria que tuvo consecuencias desastrosas. Depende de su gran aliado, China, para asegurar su subsistencia. El papel de Pekín podría ser también la clave para que Pyongyang ceda en su actual intransigencia ante el mundo y vuelva a la mesa de negociaciones "a seis bandas" por la cuestión atómica.
"Para China evitar un colapso de Corea del Norte es una cuestión de interés nacional. No sólo porque van tener a miles de refugiados golpeando sus puertas, sino para evitar tener a una Corea unificada y aliada a los Estados Unidos en su frontera", afirmó Jusuf Wanandi, analista indonesio del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).
La prensa surcoreana difundió exhaustivamente el viaje realizado a principios des mes a China por el veterano líder norcoreano, durante el cual las autoridades del gigante asiático le habrían sugerido adoptar una serie de reformas económicas.
El jefe del Grupo de Iniciativas Estratégicas del Comando de Operaciones Especiales del ejército norteamericano, David Maxwell, dijo este mes que un desmoronamiento súbito del régimen Corea del Norte provocaría la mayor crisis internacional desde la Segunda Guerra Mundial. Y que en caso de una intervención extranjera, las tropas podrían enfrentar allí una insurgencia fanática que cree ciegamente en la filosofía de autosuficiencia pregonada por Kim Jong-il.
“Hasta hace poco creíamos en eso de ser recibidos en otro país como liberadores, y ya todos sabemos lo que pasó”, dijo Maxwell en alusión a la invasión norteamericana en Irak, en 2003. Otros analistas consideran que cualquier intervención externa será imposible, porque, tal como apuntó Wanandi, “China no se quedará de brazos cruzados”.
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