Stephen Bannon, el poder en las sombras de la Casa Blanca
Convertido en un hombre clave, el publicista es el asesor al que más escucha Trump; los medios lo llaman "Presidente Bannon"
WASHINGTON.- Una leyenda repetida en la masiva manifestación que, hace una semana, se plantó contra el decreto migratorio de Donald Trump fue reveladora. "Frenen al presidente Bannon", decía. Y no sólo apareció en las pancartas, sino que, reiterada a lo largo del día, se convirtió en tendencia en Twitter.
Muchos dirán que es exagerado. Pero para quienes convirtieron esa afirmación en "mantra" de la red social y para una porción considerable del imaginario colectivo, Stephen Bannon -63 años, nacido en Virginia y con un máster en negocios por la Universidad de Harvard- es algo así como el cerebro detrás de Donald Trump. Otros prefieren hablar de él como de la sombra que habla al oído del presidente. Su estratega y hombre de confianza. El que le da voz a lo que piensa y ordena la agenda.

En un editorial del The New York Times se hizo eco de su creciente poder y lo llamó "Presidente Bannon". La revista Times acaba de dedicarle su tapa: "El gran manipulador".
Se lo mira con recelo. En los 15 días que lleva en la Casa Blanca, este publicista con lazos en Hollywood ascendió en la escala de influencia como ningún otro de los integrantes del equipo presidencial.
Llegó como estratega y asesor del presidente. Pero de la noche a la mañana Trump lo sentó en el Consejo de Seguridad Nacional, uno de los órganos más poderosos de la Casa Blanca y decisivo para cuestiones de seguridad interior y exterior, incluida la estrategia contra el terrorismo.
Para muchos, fue demasiado. Hubo intensa crítica. "No entendemos qué hace allí", dijeron, incluso, muchos republicanos. No hay antecedentes de civiles sin experiencia en inteligencia que integren ese cerrado círculo de decisión. Salvo que como tal se pretendan computar los cuatro años que estuvo en el ejército.
¿Quién es Bannon? Su hoja de vida muestra que, con el apoyo de una buena fortuna, pasó por las finanzas y trabajó en Goldman Sachs, pero luego se convirtió en productor en Hollywood. Uno de sus aciertos fue la serie Seinfeld. Luego optó por los documentales y allí perfiló más su interés por la política. Produjo uno sobre Ronald Reagan, otro sobre Sarah Palin y un tercero sobre el movimiento ultraderechista Tea Party.
Demócrata por herencia y republicano por adopción, llegó luego a la misma conclusión que Trump: que los dos partidos están corrompidos y que era necesario reconstruir "desde afuera". Desde afuera de todo, incluida la prensa, de la que suele decir que lo mejor que puede hacer es "callarse la boca". La lucha contra el "sistema" en cualquiera de sus formas fue el karma que llevó en Breitbart, el sitio de noticias por Internet al que se incorporó como editor y al que convirtió en la plataforma que sedimentó el camino ideológico para Trump.
No habla mucho. Le gusta el bajo perfil, se siente cómodo en la sombra. Pero las expresiones que se le conocen son una radiografía de cómo intuyó el momento político para abrir paso al presidente. "La gente está enojada y está bien que lo esté. La clase política la traicionó", dijo Bannon a la revista The Atlantic.
Él supo cómo explotar ese malestar y convertirlo en votos. Bannon asumió la campaña de Trump en agosto pasado y la llevó adelante en el momento decisivo en el que, por primera vez, se colocó delante de Hillary Clinton en las encuestas. Junto con la jefa de prensa, Kellyane Conway, formaron un tándem imparable.
"Tiene una comprensión muy clara de lo que piensan los norteamericanos y de por qué Trump podía ganar. Es quien le transmite qué es lo que preocupa a los ciudadanos y por qué están enojados", explicó el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, otro integrante del cerrado círculo presidencial.
Transgresor, Bannon no soporta a la clase política. Está convencido de que, tarde o temprano, se convertirá en alguien que antepondrá sus propios intereses a los del votante.
"Él no está aquí por dinero ni por influencia. No quiere ninguna de las dos cosas. Es un verdadero creyente. Un fanático", señaló a LA NACION una fuente con acceso al mundo interior de la Casa Blanca.
Más allá del recelo, muchos le temen y le enrostran no sólo un pensamiento xenófobo, racista y de ultraderecha sino que están convencidos de que es el autor intelectual de la catarata de decretos de Trump. Incluido el que le costó su primera derrota judicial y política. La controvertida orden ejecutiva del 30 de enero que suspendió el programa de refugiados y limitó la emisión de visas para viajeros de siete países de mayoría musulmana.
La orden disparó alarmas dentro y fuera del país; su aplicación fue un caos con el que todavía se lidia y generó masivas protestas por todo el país y el mundo. Bannon es visto así como el hombre que le asegura a Trump que "puede hacer todo lo que prometió en campaña sin mirar hacia los costados" y que, en estos primeros días, lo está llevando a cometer costosos errores.
"Trump confía en él", dicen colaboradores del presidente. Uno de los más celosos por esa nueva posición es Reince Priebus, el jefe de gabinete. Una preferencia que se ve hasta en los detalles. Bannon es el único que entra en el Salón Oval sin traje y corbata. Más aún, a diferencia del elenco del círculo íntimo -que hasta incorporó el "cuasi uniforme" presidencial de traje oscuro y corbata roja- Bannon suele pasearse en suéter o, como mucho, en saco sport. Lo suyo, dicen, es el bajo perfil y el privilegio de quedarse cuando todos los demás se retiran. Es el hombre en las sombras.

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