Protestas e incertidumbre en Atenas. Teme Grecia terminar como la Argentina
ATENAS.– Los ojos arden, el olor es acre y hay vidrios rotos en el piso. Ramos de flores, junto con peluches, velas y cartas, se amontonan ante la ennegrecida sucursal del Banco Marfin, que anteayer se convirtió en una trampa mortal para tres personas y hundió a esta capital en un estado de shock profundo, de inseguridad, de temor al futuro.
A pesar de que ayer, en medio de protestas, el Parlamento finalmente aprobó un durísimo plan de ajuste –tal como exigían la Unión Europea (UE) y el FMI a cambio de una ayuda de 146.000 millones de dólares–, en Grecia reina la incertidumbre. Y muchos temen terminar como la Argentina, un país que queda a muchos miles de kilómetros de distancia, pero en el cual se reflejan en este momento de apocalíptica crisis económica.
No es casual que a sólo una cuadra de la sucursal bancaria incendiada anteayer por exaltados en la avenida Stadiou, la calle de las grandes tiendas ahora marcada por paredes ennegrecidas, vidrieras rotas, graffiti que insultan al FMI y a los "políticos ladrones", también haya una inscripción que evoca la Argentina. "Solidaridad Atenas-Buenos Aires", pintó alguien con un aerosol negro. La increíble conexión está subrayada en rojo, con pintura que chorrea como si fuera sangre.
En esta Atenas deprimida y en alerta, donde parece regir el estado de sitio por la cantidad de policías con cascos y escudo que patrullan las calles del centro, no hay nadie que no responda con un "¡ah!" cuando esta cronista indica su origen.
"¿Argentina? ¡Ah, sí!? Nosotros vamos a terminar como ustedes, como los argentinos", suele enseguida responder la mayoría de los entrevistados. Y parece lógico: en estos días de anuncios de recortes draconianos, de protestas violentas y de muerte, todos los medios le recuerdan a la opinión pública que en diciembre de 2001 en el país del tango pasó algo muy parecido. Hubo protestas, saqueos, decenas de muertos, cinco presidentes en un puñado de días y la Argentina quedó aislada del mundo, como ahora teme quedar Grecia.
"¿En las protestas que hubo en la Argentina la policía dejaba que participara gente encapuchada? ¿Cómo es ahora la situación? ¿Cómo está el país? ¿Hay mucha pobreza? ¿Cómo vive la gente?", preguntan los griegos, ávidos de información y con opiniones muy cuestionables de lo que sucedió en "el país de Maradona y Messi", que hoy, para muchos aquí, es sinónimo del peor caos económico.
No es fácil explicarles que, más allá de las similitudes, la diferencia primordial es que en 2001 nadie salvó del default a la Argentina, un país que cortó con el aquí odiado FMI y que jamás tuvo ese salvavidas que para Grecia representa la UE.
Aquí está el amado euro. Allá hubo corralito, devaluación, suspensión del pago de la deuda, como recuerdan los diarios locales.
Parecidos y diferentes
Ante los ojos argentinos, por otra parte, Grecia, un país de casi 11 millones de habitantes en un territorio de un tamaño parecido al de la provincia de Santa Fe, no parece estar al borde del abismo, como graficó el propio presidente Karolos Papoulias anteanoche.
El aeropuerto en el que uno aterriza es moderno y funcional; las autopistas y el parque automotor de Atenas, también. Y, en un primer pantallazo, no se ven chicos revolviendo los tachos de basura, que, ayer, por una huelga de los recolectores de residuos, apestaban las calles de esta encantadora ciudad.
"A los griegos les gusta la buena vida, los buenos autos, divertirse... Y se endeudaron demasiado, como les pasó a los argentinos. Tanto les gusta divertirse a lo griegos, salir e ir a comer afuera que, fíjese, el viernes y el sábado todos los restaurantes aquí están llenos. Y uno se pregunta ¿dónde está la crisis?", dice Alikis, un taxista albanés que se queja porque no llega a fin de mes, ya que la austeridad de estos días agitados hizo que sus ingresos bajaran un 40%. "Mire, todos los taxis viajan vacíos, no hay trabajo", lamenta.
"No queremos salir del euro, no queremos terminar como la Argentina", dice Melita Gourtsoyanni, que no participó ayer de la manifestación de protesta que hubo ante el Parlamento contra la aprobación del inédito y rigurosísimo ajuste, sino que prefirió ir a dejar un ramo de flores al número 23 de la calle Stadiou, como muchísima otra gente.
"Las medidas aprobadas por el Parlamento son muy duras e injustas? Pero no tenemos otra alternativa", opina esta arquitecta de 60 años que trabaja en la función pública, y que cuenta que perdió un cuarto de su salario: de 2000 euros por mes, pasó a ganar 1500. "¡Ahora voy a tener menos dinero, pero si vamos a la bancarrota no voy a tener nada, va a ser mucho peor!", agrega.
En la plaza Syntagma [Constitución, en griego], el centro neurálgico de la ciudad, donde se levanta el Parlamento y donde ayer hubo una nueva multitudinaria manifestación en contra del gobierno, las opiniones eran muy distintas y los ánimos seguían caldeados.
"Ladrones, ladrones, devuelvan el botín", gritaba la gente, llevando banderas rojas con la hoz y el martillo y pancartas en contra del FMI y la UE. "Quememos el Parlamento"; "Pasok [el partido socialista, en el poder] y Neo Demokratia [el partido conservador, hoy en la oposición], son las dos caras de la misma plutocracia", coreaban, al ritmo de tambores y ante la mirada de un verdadero ejército de agentes armados de palos y escudos.
"La Argentina protestó y se deshizo de su gobierno corrupto, nosotros tenemos que hacer lo mismo, hay que resistir, hay que protestar, hasta que se terminen las injusticias y nos devuelvan el dinero", clama Nikos Anthis, de 56 años, responsable de logística de una empresa.
"Hay que hacer la revolución", grita Babai Thamasis, trabajador portuario de 50 años, que dice que vino a protestar por el futuro de su familia. "Porque si esto sigue así, vamos a terminar como ustedes, como los argentinos", agrega.
Andriana Papadoki, una estudiante de Literatura griega, que escucha el nombre del país en el que todo el mundo parece reflejarse, como en un espejo, se suma a la conversación: "¿Usted es argentina? En unos días van a estrenar por primera vez en Atenas la obra teatral «Evita», ¿sabe? Mejor momento, imposible".
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