Temer no descartó militarizar toda la lucha contra el narcotráfico
Dijo que la acción castrense en Río servirá de "laboratorio" para el resto del país
RÍO DE JANEIRO.- Al poner en marcha su nueva estructura de seguridad para combatir al crimen organizado, el gobierno de Michel Temer indicó que la intervención militar en Río de Janeiro servirá como un "laboratorio para todo Brasil" y no descartó que las fuerzas armadas sean utilizadas también en otros estados que sufren altos niveles de violencia relacionados con el narcotráfico.
"No vamos a quedarnos apenas en Río de Janeiro. La seguridad pública hoy es algo solicitado en todo el país. Todos los gobernadores, secretarios de seguridad, vienen aquí a pedir auxilio", dijo Temer durante la ceremonia de asunción del nuevo ministro extraordinario de Seguridad Pública, Raúl Jungmann, en el Palacio del Planalto, en Brasilia.
El jefe del Estado aclaró que la intervención en la seguridad del estado de Río de Janeiro es "parcial y democrática porque está amparada por la Constitución", y resaltó que había sido pedida por el gobernador Luiz Fernando Pezão. Sobre la posibilidad de que otros estados sean intervenidos militarmente, respondió: "Ya llamé a los gobernadores para que hagamos una reunión el jueves y, puntualmente, verifiquemos caso por caso".
Mientras tanto, en Río, al presentarse ante la prensa, el designado interventor de la seguridad del estado, general Walter Braga Netto, dijo que su misión es "recuperar la credibilidad" de la seguridad pública en el estado y "reducir los índices de criminalidad". Para ello, su primer paso será la creación de un gabinete de intervención federal que tenga bajo su mando a la tropa militar, las policías militar y civil estatal, el sistema penitenciario y el sector de inteligencia.
"Al centralizar y unificar el comando, la tendencia es que se agilice el trabajo de inteligencia. Río de Janeiro es un laboratorio para todo Brasil. Si se expandirá para el resto del país lo que haremos aquí, no cabe a mí responder", dijo en una brevísima conferencia de prensa a ritmo militar en la que quedaron más preguntas sin responder que explicaciones.
No se aclaró, por ejemplo, cuánto costará la intervención ni cómo se financiará. Tampoco cuál será el protocolo de acción de los militares. Ni cómo se hará para terminar con la corrupción dentro de las fuerzas policiales estatales; es más, se indicó que sus cúpulas por ahora no se tocarán.
También se mantendrá por el momento la estructura de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), que desde 2009 habían logrado significativos avances en la reducción de la violencia en favelas antes dominadas por el narcotráfico, pero que en los últimos años habían caído en decadencia ante la virtual bancarrota de Río de Janeiro.
Braga Netto sí afirmó que no se prevé que las fuerzas armadas sean desplegadas de forma continua en las favelas, como ya sucedió en el pasado en Rocinha, Complexo do Alemão y Maré. "No estamos planeando acciones permanentes en las comunidades", subrayó el interventor, que estuvo a cargo de la seguridad durante los Juegos Olímpicos de 2016.
La decisión de Temer de militarizar la lucha contra el crimen organizado en Río despertó temores y suspicacias.
Preocupa mucho a los habitantes de las favelas -donde actúan los narcotraficantes-, que suelen ser víctimas de abusos de las fuerzas de seguridad y violaciones de los derechos humanos. Mientras que expertos en seguridad y políticos opositores sospechan que la intervención no es más que una maniobra de Temer para ganar apoyo para su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en las elecciones de octubre.
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