Tras el asesinato del periodista, Salman pone en capilla a su heredero
El rey decidió intervenir mientras crecen las dudas sobre la capacidad de gestión de Mohammed
DUBAI.- Tan serias son las consecuencias del asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi, que el rey Salman se ha visto obligado a intervenir, según cinco fuentes cercanas a la familia real de Arabia Saudita.
El jueves 11 de octubre, el rey envió a Estambul a su colaborador de mayor confianza, el príncipe Khaled al-Faisal, gobernador de La Meca, para que intentara desactivar la crisis.
Los líderes mundiales exigen explicaciones, y según las fuentes del palacio, en la corte saudita crece la preocupación por la aparente incapacidad del príncipe heredero Mohammed ben Salman, con amplios poderes delegados por su padre, para contener la ola expansiva.
Durante la visita del príncipe Khaled a Estambul, Turquía y Arabia Saudita acordaron conformar un equipo conjunto para investigar lo que hasta ayer era la desaparición de Khashoggi (ver aparte). El rey a su vez le ordenó al fiscal general saudita que abriera una investigación sobre la base de los hallazgos del equipo investigativo.
"La elección de Khaled, alto miembro de la casa real, es muy reveladora, ya que se trata del asesor personal del rey, su mano derecha, y con muy fuertes lazos con el gobierno del presidente Erdogan", dice una fuente saudita con acceso al círculo de poder saudita.
Al principio, el rey parecía no estar al tanto de la gravedad de la situación, en parte debido a que Mohammed desviaba su atención. Todo eso cambió con la crisis. Según un empresario saudita, que vive en el extranjero pero tiene estrechos vínculos con la familia real, desde la reunión del príncipe Khaled con Erdogan, Salman "ha reafirmado su autoridad" en el manejo del asunto. "Por más que Mohammed quisiera ocultárselo, a la larga era imposible, porque la noticia de la desaparición de Khashoggi estaba en todos los canales de televisión árabes y sauditas que mira el rey", dice una de las fuentes de palacio.
Desde su ascenso al trono en enero de 2015, delegó cada vez más autoridad en su hijo favorito, Mohammed. Pero según las fuentes consultadas, la reciente intervención del rey en el asunto refleja las crecientes dudas de la corte sobre las aptitudes de gobierno de Mohammed.
Reformista y represor
El príncipe heredero tiene 33 años y desde el ascenso de su padre al trono ha implementado una serie de reformas sociales y económicas de alto perfil, que vinieron acompañadas de represión contra los disidentes, una purga de la realeza y el empresariado por cargos de corrupción, y una costosa guerra en Yemen.
La muerte de Khashoggi ha ensuciado aún más la reputación del heredero, profundizando los interrogantes que plantea su liderazgo entre los aliados occidentales del reino e incluso de muchos sauditas.
"Por más que sea su hijo favorito, el rey tiene que tener una visión abarcadora, por su propia supervivencia y la de la familia real", dice una fuente de palacio. "Al final, puede ser una bola de nieve que se los lleve puestos a todos".
Riad negó sostenidamente cualquier participación en la desaparición de Khashoggi. Pero fuentes cercanas a la corte dicen que lo que definió la intervención del rey fue la reacción de Estados Unidos, aliado de los sauditas desde hace décadas.
"Cuando la situación se salió de control y se generó esa convulsión en Estados Unidos, Mohammed le informó a su padre que había un problema y que debían enfrentarlo", dice otra fuente. Al principio, Mohammed y sus colaboradores pensaron que la crisis pasaría, pero "calcularon mal las repercusiones", agrega la misma fuente.
Antes de la intervención del rey, las autoridades sauditas venían respondiendo con tono desafiante, y el domingo pasado llegaron a amenazar con acciones contra Estados Unidos y otros países, si estos les aplicaban sanciones económicas por la desaparición de Khashoggi. Un medio de prensa saudita advirtió que si se hicieran realidad esas sanciones frenarían la producción de petróleo y harían que se dispare el precio del crudo.
"Desde que el rey tomó el asunto en sus manos, cesaron las amenazas que llegaban desde el entorno del príncipe sobre una posible reacción de Arabia Saudita si Occidente le imponía sanciones", dice un empresario con acceso al palacio. "Ahora el tono es completamente distinto."
En los últimos días, el rey habló en persona con Erdogan y Donald Trump. Y el martes pasado, cuando el secretario de Estado Mike Pompeo visitó Riad, el rey se reunió con él. A su lado estaba Mohammed.
Salman pasó décadas dentro de la mesa chica de la dinastía Al-Saud y se ganó la reputación de un pilar de la monarquía que castigó a príncipes que se pasaron de la raya.
Y con Mohammed hay dos precedentes. Este año vetó los planes del heredero para la venta de acciones de la petrolera Aramco, joya de la corona saudita. Y cuando en 2017 el príncipe dio la impresión de que Riad respaldaba el plan de paz de Medio Oriente de Trump, que incluía el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por parte de Estados Unidos, el rey hizo una corrección pública, reafirmando el compromiso de Riad con la identidad árabe y musulmana de la ciudad.
Traducción de Jaime Arrambide
Nick Tattersall
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