Tras el histórico acuerdo, el Papa pidió reconciliación a los católicos chinos
ROMA.- A días de la firma de un histórico acuerdo con China para la designación de obispos, el Papa envió hoy un mensaje a los católicos de esta superpotencia emergente para pedirles "ser artífices de reconciliación" y "permanecer unidos para superar las divisiones del pasado".
"A nivel pastoral, la comunidad católica en China está llamada a permanecer unida, para superar las divisiones del pasado que tantos sufrimientos han provocado y lo siguen haciendo en el corazón de muchos pastores y fieles. Que todos los cristianos, sin distinción, hagan ahora gestos de reconciliación y de comunión", pidió Francisco, en un mensaje dirigido a los católicos chinos y a la Iglesia Universal.
En un texto de cinco páginas, como ya había hecho ayer en la conferencia de prensa en el vuelo que lo trajo de regreso de los países bálticos, Francisco defendió el acuerdo provisional sobre la designación de obispos firmado el sábado pasado en Pekín por una delegación del Vaticano y otra china. Y dejó en claro que es consciente de que este paso, fruto de años de negociaciones iniciadas por sus dos predecesores y que marcó un acercamiento impensado con la República Popular China, país con el que la Santa Sede no mantiene relaciones diplomáticas desde 1951, creó "dudas, perplejidad y confusión".
También dijo que creó "sentimientos encontrados", sobre todo entre los católicos de la llamada "Iglesia clandestina", que durante 70 años fue perseguida por el régimen comunista y que ahora debería volver a unirse con la "Iglesia patriótica" u oficial, que ha sido oficialmente reconocida por el Vaticano con el acuerdo. "Dicha situación se ha ido acentuando sobre todo con referencia al Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China que, como saben, se firmó recientemente en Pekín", admitió.
"En un momento tan significativo para la vida de la Iglesia, y a través de este breve mensaje, deseo, sobre todo, asegurar que cada día los tengo presentes en mi oración además de compartir con vosotros los sentimientos que están en mi corazón", dijo. "Son sentimientos de gratitud al Señor y de sincera admiración -que es la admiración de toda la Iglesia católica- por el don de vuestra fidelidad, de la constancia en la prueba, de la arraigada confianza en la Providencia divina, también cuando ciertos acontecimientos se demostraron particularmente adversos y difíciles", agregó, aludiendo a las persecución y represión sufrida por muchos católicos de parte del régimen. Se estima que en China, superpotencia emergente y el país más poblado del mundo, viven 12 millones de católicos.
Francisco en el mensaje reiteró su admiración por el gigante asiático. "Siempre he considerado a China como una tierra llena de grandes oportunidades, y al pueblo chino como artífice y protector de un patrimonio inestimable de cultura y sabiduría, que se ha ido acrisolando resintiendo a las adversidades e integrando las diferencias, y que tomó contacto, no por casualidad, desde tiempos remotos con el mensaje cristiano", sostuvo, al recordar al jesuita Mateo Ricci, que en el siglo XVII logró entablar amistad y confianza con los chinos.
Como ya había dicho el cardenal Pietro Parolin, uno de los artífices del acuerdo, el Papa recordó que su objetivo no es político, sino pastoral: "sostener y promover el anuncio del Evangelio, así como el de alcanzar y mantener la plena y visible unidad de la comunidad católica en China". "Se trata de un camino que, como la etapa precedente, requiere tiempo y presupone la buena voluntad de las partes", destacó.
Luego de evocar la historia "dolorosamente marcada por las profundas tensiones, heridas y divisiones" de las designaciones ilégitimas de obispos realizadas por Pekín, Francisco explicó por qué, después de haber examinado atentamente las cosas y escuchado distintos pareceres, decidió reconocer a siete obispos "oficiales", ordenados sin mandato pontificio y readmitirlos a la plena comunión eclesial. "Les pido a ellos que manifiesten, a través de gestos concretos y visibles, la restablecida unidad con la Sede Apostólica y con las Iglesias dispersas por el mundo, y que se mantengan fieles a pesar de las dificultades", urgió.
"En el sexto año de mi Pontificado, que ya desde los primeros pasos puse bajo el amor misericordioso de Dios, invito por lo tanto a todos los católicos chinos a que se hagan artífices de reconciliación", pidió. Al recordar la importancia de la misericordia, un tema clave de su pontificado, invitó asimismo a iniciar un camino inédito, "que confiamos en que ayudará a sanar las heridas del pasado, a restablecer la plena comunión de todos los católicos chinos y a abrir una fase de mayor colaboración fraterna, para asumir con renovado compromiso la misión de anunciar el Evangelio".
"El Acuerdo Provisional firmado con las Autoridades chinas, aun cuando está circunscrito a algunos aspectos de la vida de la Iglesia y está llamado necesariamente a ser mejorado, puede contribuir a escribir esta nueva página de la Iglesia católica en China", aseguró. Y subrayó, de hecho, que "por primera vez se contemplan elementos estables de colaboración entre las Autoridades del Estado y la Sede Apostólica, con la esperanza de asegurar buenos pastores a la comunidad católica".
"En este contexto, la Santa Sede desea hacer lo que le corresponde hasta el final, pero también vosotros, obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos, tenéis un papel importante: buscar de forma conjunta buenos candidatos que sean capaces de asumir en la Iglesia el delicado e importante servicio episcopal. No se trata, en efecto, de nombrar funcionarios para la gestión de las cuestiones religiosas, sino de tener pastores auténticos según el corazón de Jesús, entregados con su trabajo generoso al servicio del Pueblo de Dios, especialmente de los más pobres y débiles", agregó, al aludir al sistema de un sistema de "elección democrática" de obispos que las autoridades chinas introdujeron en 1957 y que seguirá funcionando, aunque el Papa tendrá la palabra final.
"Es evidente que un acuerdo no es nada más que un instrumento, y por sí solo no podrá resolver todos los problemas existentes. En realidad, este resultaría ineficaz y estéril si no fuera acompañado por un compromiso profundo de renovación de la conducta personal y del comportamiento eclesial", afirmó.
En un mensaje en el que pidió a los católicos de la Iglesia universal acompañar con la oración a los católicos chinos porque "todos debemos reconocer como uno de los signos de nuestro tiempo lo que está sucediendo hoy en la vida de la Iglesia en China" y para que "no están solos". Al final, Francisco se dirigió a las autoridades.
"Me dirijo con respeto a los que guían la República Popular China y renuevo la invitación a continuar el diálogo iniciado hace tiempo con confianza, valentía y amplitud de miras. Deseo asegurar que la Santa Sede seguirá trabajando sinceramente para crecer en la auténtica amistad con el pueblo chino", dijo, al concluir su mensaje con una oración en la que invocó la protección, paz y armonía para China.
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