Trastorno o a conciencia, el dilema de la justicia
WASHINGTON (De nuestra corresponsal).- La justicia tardó tres años, pero se pronunció. El viernes pasado, un tribunal de 12 personas declaró culpable de 24 cargos, incluido el de asesinato, a James Holmes, el joven estudiante de neurociencias que provocó una atroz matanza dentro de un cine de Colorado.
Para hacerlo, los integrantes del tribunal desecharon la pretensión de "esquizofrenia grave" que intentó atribuirle la defensa, con lo que sortearon uno de los dilemas más profundos de estos casos, en los que claramente se expone la tensión entre responsabilidad personal y trastorno mental.
Holmes, de 27 años, tiene por delante un destino con sólo dos opciones: pena de muerte o cadena perpetua, algo que se sabrá en pocas semanas. No volverá a ver el sol fuera de la cárcel.
El veredicto fue calificado como de "pura justicia" por parte de familiares de los muertos. Pero fue devastador para los padres de Holmes, que no dejaron pasar un solo día sin asistir a la sala de audiencias.
En silencio, permanecieron siempre en el mismo sitio mientras se reconstruía el momento en el que su hijo, con el pelo pintado de naranja, se caracterizó como El Guasón, el personaje maligno de Batman, al que quiso emular en el momento de abrir fuego mientras se proyectaba la última película de la saga.
"Jamás noté nada raro en él", declaró en la misma sala una ex novia de Holmes. Los padres optaron por no decir nada. Sólo pidieron a los periodistas que los dejaran en paz, que no tenían nada para decir.
El proceso judicial fue ocasión para que la historia de Holmes se difundiera nuevamente y, con ella, el espanto provocado dentro del cine de Aurora. Apenas una placa recuerda lo sucedido y, en contra de la intención inicial, el cine no fue demolido.
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