Tristeza mundial por la muerte de la Madre Teresa
Tenía 87 años y trabajó desde muy joven por las personas más pobres del planeta; en 1929 se instaló en la India; recibió el Premio Nobel de la Paz en 1979; "Fue un gigante de nuestra era", dijo Clinton
CALCUTA, India (AP).- La Madre Teresa de Calcuta, la monja católica cuyo nombre se convirtió en sinónimo de obras de caridad por su trabajo con "los más pobres entre los pobres", falleció ayer de un ataque cardíaco. Tenía 87 años.
"No puedo respirar", dijo la Madre Teresa a un médico antes de desplomarse en su lecho, según Naresh Kumar, estrecha colaboradora de la religiosa.
Frente a la residencia de la Madre Teresa, centenares de personas se fueron congregando lentamente, según se esparcía la noticia de la muerte.
Su delicado estado de salud fue determinante para que, en marzo último, decidiera delegar la dirección de su congregación en sor Nirmala.
Hace exactamente 15 años la Madre Teresa visitó a la Argentina. En su breve presencia -estuvo seis días- intentó transmitir un mensaje de paz para un país que trataba de superar la derrota militar en Malvinas y que estaba encaminándose al proceso democrático. Además de Buenos Aires, estuvo en Santa Fe, donde visitó una casa de su orden, en Frontera.
El fallecimiento de la Madre Teresa provocó amplia congoja en el mundo. El Papa, rápidamente notificado, oró por ella y planea celebrar una misa in memoriam, mañana, en su residencia de Castelgandolfo.
El presidente Clinton la calificó como "uno de los gigantes de nuestra era".
Ejemplo sin fronteras: Una existencia dedicada a los desprotegidos
Impulsora de una obra que se expandió como pocas en el inagotable mundo de los pobres, con la caridad y humildad como únicos instrumentos, la vida de la Madre Teresa, extinguida ayer a los 87 años, no siguió otro camino que el de sembrar en todos los actos de su existencia la idea cristiana de la solidaridad.
Y tal vez su mensaje más importante no fue el que estuvo dirigido a los enfermos, a los pobres y necesitados, con una entrega que no conoció descansos, sino el que emitió con su ejemplo conmovedor al resto de los hombres.
Su nombre trascendió al mundo en octubre de 1979, cuando le fue concedido el Premio Nobel de la Paz, por su "promoción de la paz y el entendimiento internacional". Pero hacía varias décadas que su palabra y sus manos asistían, sin recibir recompensas, a leprosos, desahuciados e indigentes. En muchas ocasiones, esa ayuda constituía una fraternal compañía hasta los momentos extremos de una vida.
La Madre Teresa había nacido el 27 de agosto de 1910 en Skopje, Yugoslavia, en un hogar formado por padres albanos y dos hermanos. Su nombre original era Anges Gonxha Bojaxhiu.
Desde la Europa oriental se trasladó a la India, donde en los años veinte inició su actividad misionera. A los 12 años recibió su primer llamado religioso y, a los 18, se incorporó a las monjas Loreto, que hacían trabajos misioneros en Calcuta.
Después de obtener un permiso especial de Roma para vivir fuera del convento, fundó su primera escuela en los barrios pobres de Calcuta y creó, en 1950, la obra de las Misioneras de la Caridad, que comenzó como un pequeño hogar para indigentes agonizantes, con el fin de "servir a Dios entre los más pobres de entre los pobres".
Allí se congregaban centenares de pobres, enfermos y necesitados, sin distinción de males, en busca de alimentos y auxilio, asistencia que más tarde comprendió atención médica, enseñanza y, sobre todo, un lugar limpio y digno donde habitar.
Su obra trascendió los límites de la India y hoy, en el momento de su muerte, existen en el mundo más de 500 misiones, en más de 63 países. Su mensaje llegó a países de Europa occidental, América y Africa e, inclusive, superó las barreras de la órbita comunista, al instalarse, en los últimos años, fundaciones en Hungría, Polonia y Rumania.
Tímida pero de una fortaleza excepcional, recibió regalos de varios pontífices, que, naturalmente, siempre fueron empleados en curas y cuidados para los pobres.
En 1974, cuando el papa Paulo VI fue a la India, le regaló un automóvil Lincoln, que usó para sus traslados. Con lo obtenido por la venta del coche compró leche y harina para cientos de niños.
El mundo asistió, expectante, a la ceremonia en la que recibió el Premio Nobel de la Paz. Expresó que lo aceptaba "para la gloria de Dios y de su pueblo, el más pobre entre los pobres", y cumplió su promesa de invertir el premio para socorrer a los necesitados.
A partir de ese instante recorrió diversos países, a los que llevó su mensaje de caridad y amor. Fue constante su prédica en defensa de la vida y condenó, sin atenuantes, el aborto, al que calificó como un asesinato. "Si una madre puede matar a sus propios hijos, creo que ésa puede ser la causa de todos los asesinatos del mundo", repitió con insistencia ante los foros más diversos del mundo.
En la Argentina
La obra de las hermanas Misioneras de la Caridad en la Argentina se inició en 1978, con una abnegada y silenciosa tarea cumplida en la ciudad bonaerense de Zárate, que luego se extendió a otras zonas del país. Allí, las religiosas comparten la vida de oración y contemplación con la asistencia a los pobres, enfermos y desamparados.
La Madre Teresa visitó la Argentina en 1982. Durante su permanencia en el país definió las actividades de su obra: "Nuestra única tarea es alimentar a quienes no tienen comida, vestir a quienes no tienen vestimenta y amar a los que necesitan ser amados". En la oportunidad recibió el Premio Mitsuda, concedido por el Instituto de Investigaciones Leprológicas de Rosario.
Sus pies pisaron también los campos de batalla, como aquel viaje a Beirut, donde afrontó los peligros de la guerra para rescatar a 37 niños lisiados.
En oportunidad del accidente nuclear en Chernobyl, en 1986, la Madre Teresa se trasladó a la URSS, donde ofreció su apoyo moral al personal que cumplió tareas de rescate. Por ese gesto las autoridades comunistas le otorgaron la Medalla de Oro del Comité Soviético de Paz y le dieron permiso para instalar un centro de la congregación en ese Estado oficialmente ateo.
Ese mismo año, Juan Pablo II, durante su viaje a la India, recorrió la "Nirmal Hidray" ("Casa del Corazón puro"), fundada por la religiosa y conocida como la "casa del moribundo". Allí el Pontífice visitó a aquellos a los que las misioneras permitían morir con dignidad.
En 1989 se le implantó un marcapasos, y dos años más tarde debió internarse en un hospital de California por deficiencias cardíacas y neumonía. También en los últimos años sufrió de artritis y problemas de visión. Aún así, no abandonó su lucha tenaz, no sólo contra la pobreza y el hambre, sino contra la soledad y el desamparo.
"La soledad también es un tipo de hambre, pero de calor y de afecto", dijo en una oportunidad en la que recordó el angustioso encuentro con un indigente en una calle de Londres.
"Tomé su mano y estaba tan fría. Cuando le pregunté por qué, me contestó: ÔSi supiera cuánto tiempo hacía que no sentía el calor humano´. Fue uno de los momentos más dolorosos de mi vida." Persistente en su amor hacia los demás, la Madre Teresa les recordaba a las hermanas de su congregación la necesidad de que ese espíritu de lucha en favor de los pobres no sufriera desmayos.
"Debes estar preparado para trabajar sin descanso si quieres servir a la humanidad que sufre", les decía.
Los males de la década de los ochenta fueron también motivo de angustia para la misionera de Calcuta, que definió a las víctimas del SIDA como "los leprosos de nuestro tiempo".
La sucesora
El 13 de marzo de 1997, las Misioneras de la Caridad eligieron como sucesora de la Madre Teresa a la hermana Nirmala, nacida en la tradición brahmán hindú y convertida al catolicismo.
En el comunicado en el que se dio la noticia se destacó que la Madre Teresa haría entrega de sus poderes administrativos, pero que proseguiría con su labor humanitaria.
"Continuaremos teniendo a nuestra Madre con nosotras. Recibimos inspiración de ella", confió entonces la hermana Cristina, una de las religiosas de la orden.
Además del Premio Nobel, la Madre Teresa ha recibido el premio Nehru, el Templeto y el Bharat Ratna, la más importante condecoración civil otorgada por la India, el premio de la Fundación Kennedy y el Premio Balzan, otorgado en 1978 por el presidente de Italia, Sandro Pertini. Todos esos galardones simbolizan acaso el reconocimiento de la humanidad toda a quien no interrumpió sino hasta último momento su tránsito por territorios devorados por la pobreza para llevar su mensaje de esperanza y dignidad.
Congoja de Juan Pablo II
LONDRES, 4 (AP).- El Vaticano dijo que el papa Juan Pablo II fue notificado rápidamente de la muerte de la religiosa y de inmediato oró por ella. El papa planea celebrar una misa In Memoriam el sábado en Castelgandolfo, su residencia de verano, a las afueras de Roma.
"La muerte de la Madre Teresa conmovió su corazón muy profundamente" porque el Sumo Pontífice valoraba la dedicación de la religiosa a los pobres, dijo un vocero del Vaticano, el reverendo Ciro Benedettini.
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