Trump, la caricatura extrema de un político
WASHINGTON.- Confieso que más allá de la preocupación que me generan las diatribas de Donald Trump contra los inmigrantes y contra el libre comercio, su estrategia de campaña me parece verdaderamente interesante. No es, como dice la gente, un "antipolítico". En realidad, está caricaturizando a los políticos. Y como todo buen caricaturista, Trump identifica los rasgos más salientes de un sujeto y luego los exagera.
En el caso de Trump, el rasgo que ha identificado es la facilidad con que los políticos de carrera miran directo a cámara y mienten o adornan las cosas. Como han sido tantos los políticos que llamaron a su puerta, cuando no era más que un empresario, para decirle lo que fuese que él quería oír con tal de conseguir su dinero o su apoyo, Trump es obviamente un experto en esas mañas. Así que Trump simplemente ha llevado ese chiste al extremo.
De hecho, si me abocara a escribir un libro sobre su campaña electoral, empezaría con su entrevista del 27 de septiembre en el programa 60 Minutes, de la cadena CBS. Trump hace allí propaganda de su plan de salud universal diciéndole a Scott Pelley: "Voy a cuidar a todo el mundo". Y cuando Pelley le pregunta cómo piensa hacerlo, Trump pronuncia la mejor frase que ha dejado hasta ahora la campaña: "Lo va a pagar el gobierno, por la cantidad de dinero que vamos a ahorrar en otras cosas. Pero en su mayor parte será un plan privado, y la gente podrá salir a negociar excelentes planes de salud de excelentes empresas que competirán entre ellas, y podrán tener médicos, planes y todo lo que quieran." Adoro esa última frase: "Y podrán tener médicos, planes, ¡y todo lo que quieran!".
Y lo mejor es que no fue dicho en Saturday Night Live, sino en 60 Minutes. Al pobre Jeb Bush no le da para tanto. No es más que un exagerador político estándar. (Basta ver su plan económico.) Trump es la caricatura, la versión industrializada. Es por eso que da lo mismo si aparece en SNL o en 60 Minutes.
Así como Mario Cuomo se hizo famoso por decir que "se hace campaña con poesía, pero se gobierna en prosa", Trump parece decir que eso es para los políticos del montón y que él hará campaña con fantasías, y gobernará en prosa, ¿por qué no?
Y dado el grado de absurdo de las propuestas impositivas de los candidatos republicanos, Trump parece haber iniciado una carrera armamentística de "usted puede tener todo lo que quiera". Hasta Bernie Sanders ya anda prometiendo la gratuidad de las universidades públicas, más beneficios de seguridad social y cuidado materno-infantil, todo pagado con impuestos al 1% más rico, y sin que la clase media tenga que ceder en nada.
El nuevo presidente de la Cámara baja, Paul Ryan, también se sumó. Ryan calificó de "repugnante" la decisión de Obama de cancelar definitivamente el proyecto del oleoducto Keystone XL.
De novela
Parece algo salido de una novela de Orwell: en tiempos en que el Partido Republicano es una subsidiaria de la industria petrolera y gasífera, el jefe de la bancada republicana, Paul Ryan, acusa a Obama de responder a intereses particulares y califica la decisión presidencial de cancelar el proyecto de un ducto para transportar petróleo de arenas bituminosas, uno de los combustibles más sucios del planeta, de "repugnante", para agregar que combatir el cambio climático responde a un "interés particular".
Sin embargo, el próximo presidente no podrá gobernar con fantasías, sino con la cruda realidad de los números. Es probable que el día después de las elecciones nos despierten con un balde de agua fría.
Para empezar, está la situación geopolítica, como el descomunal agujero de gobernabilidad que habrá que llenar simultáneamente para destruir a Estado Islámico, derrotar al dictador Bashar al-Assad y reconstruir Siria, Irak, Yemen y Libia hasta que sean gobiernos autosustentables. Para colmo, el costo de hacer poco y nada -permitir la interminable sangría de refugiados hacia países aliados como Turquía, Jordania, el Líbano y la Unión Europea- también es astronómico. Cuando tanto el precio de hacer como el precio de no hacer son insostenibles, estamos frente a un problema endiablado.
No sólo los planes de reducción de impuestos que proponen los principales candidatos del Partido Republicano generarían un déficit descomunal, sino que algunos aumentos de impuestos propuestos por los demócratas tampoco ayudan.
Tal como lo informó la semana pasada el columnista económico del diario The Washington Post Robert Samuelson, un estudio de la Brookings Institution reveló que incluso si los impuestos a los más ricos se subieran del 39,6% actual al 50%, no llegarían ni a cubrir una cuarta parte del déficit fiscal del año 2015, ni hablar de generar ingresos frescos para aumentar la inversión.
Traducción de Jaime Arrambide