Turquía vuelve a cerrar la puerta a una nueva era con Armenia
Luego de tibios acercamientos, el gobierno de Erdogan endurece su negación de la masacre que acaba de cumplir un siglo
EREVÁN.- En 2008, el intento de reconciliación llegó a través de la "diplomacia del fútbol". Los presidentes de Armenia y de Turquía juntos para asistir a dos partidos de sus seleccionados, con los que se inició un proceso de acercamiento tras casi un siglo de enemistad. La prueba luego fracasaría, pero sirvió para derribar barreras sobre la palabra "genocidio" entre los turcos.
Y más cerca, hace un año, el entonces primer ministro Recep Tayyip Erdogan dio un paso inédito al ofrecer sus condolencias a las familias de los armenios asesinados por los otomanos desde 1915. Fueron las palabras más conciliadoras para un dirigente turco, aunque de poco valor para sus vecinos, al no pedir oficialmente perdón.
"Este gobierno hizo más que todos los precedentes para quebrar los tabúes de la fundación de la república, pero desgraciadamente se detuvo en pleno movimiento", dijo el politólogo turco Cengiz Aktar.
Cuando parecía que Ankara había iniciado el camino para suavizar su postura en el conflicto diplomático que mantiene con el gobierno armenio, la conmemoración del centenario del inicio de lo que aquí consideran el primer genocidio del siglo XX terminó por agravar la histórica disputa. Muchos de los signos de avance se desvanecieron y la situación volvió a caer en patrones marcados que alejan posiciones: la radicalización de Turquía en su postura, la irritación de Armenia por la política negacionista de la masacre de los otomanos y pocas señales para una posible reconciliación entre dos vecinos con su frontera común cerrada.
Luego del sismo diplomático que generó el reconocimiento del Papa del genocidio, cada apoyo que suma la causa armenia es como una daga para el gobierno turco, que alimenta su rabia por la postura de varios gobiernos y organismos.
En la última disputa diplomática, Ankara retiró el jueves pasado a su embajador en Austria después de que el Parlamento reconociera oficialmente el genocidio armenio e instara a Turquía a enfrentarse a ese "oscuro y doloroso capítulo de su pasado". Mientras, el gobierno del presidente Erdogan se prepara para un áspero enfrentamiento con Alemania, luego de que anteayer el Parlamento reconociera el genocidio y se refiriera a la muerte de un millón y medio de armenios entre 1915 y 1917 como "limpieza étnica".
Como cada vez que Armenia suma un reconocimiento de la masacre, la maquinaria de la diplomacia de Turquía se enciende para jugar sus cartas de represalia. La cancillería llamó a consultas al embajador en Austria y se comunicó con Angela Merkel para protestar por la declaración del Parlamento. "Turquía gasta mucho dinero en Europa y Estados Unidos para continuar con su política negacionista y presionar por sus intereses", señaló Roger Smith, especialista en estudios de genocidio. "No hay pautas que demuestren que Ankara pueda cambiar de parecer", añadió.
Las acciones de Turquía llegaron la semana pasada hasta Washington, adonde viajó el premier Ahmet Davutoglu para presionar para que Barack Obama no mencionara la palabra "genocidio" el 24 de abril. Obama finalmente evitó decirla, lo que generó críticas de la comunidad armenia en Estados Unidos.
La dureza en el plano político contrasta con el proceso de acercamiento en el seno de la sociedad civil en Turquía, con debates académicos, encuentros de organizaciones turcas y armenias, y hasta intelectuales que hablan de genocidio. Incluso anteayer hubo una manifestación de miles de personas en Estambul para conmemorar el centenario. Sin embargo, muchos consideran que una suavización del gobierno en la postura sobre el genocidio armenio podría herir el nacionalismo turco, justo en momentos en que se acercan las elecciones legislativas de junio, y Erdogan, del partido islámico AKP, busca seducir a ese sector.
Además, un reconocimiento del genocidio podría tener a futuro un fuerte impacto económico en Turquía. Ello equipararía la masacre de los otomanos con el extermino nazi de los judíos, por lo que Ankara podría verse obligado a dar compensaciones por la expropiación a cientos de miles de armenios asesinados. "La sola palabra «compensaciones» causa terror en Turquía", señaló Aktar. "De todas formas, el gobierno no reconoce el genocidio más por cuestiones políticas que económicas", agregó a LA NACION.
En el derecho internacional, según el experto canadiense Patrick Dumberry, Turquía se configura como la continuidad del Imperio Otomano, señalado por Armenia como el autor del genocidio. Por eso mantendría la responsabilidad por los delitos cometidos por el imperio que cayó en 1923.
"Tan importante como un resarcimiento económico es uno moral, que genere la base de una nueva relación de Armenia con sus vecinos", dijo a LA NACION el argentino Juan Pablo Gechidjian, que hace 13 años vive en Ereván y cuyo bisabuelo era el intendente de un pueblo que cayó en manos otomanas.
Según especialistas, muchos de los líderes de la nueva República de Turquía fueron arquitectos de la persecución a los armenios, y varios se enriquecieron por las confiscaciones. "No es fácil para un país pasar a tratar a sus padres fundadores como asesinos y ladrones", dijo Taner Akcam, un prominente historiador turco sobre el genocidio, al explicar una de las dificultades para resolver uno de los más trágicos conflictos del siglo pasado.
Homenaje en Galípoli
Familiares de soldados, gobernantes y visitantes se reunieron ayer cerca de los antiguos campos de batalla de Galípoli, en homenaje a los miles de australianos y neozelandeses que lucharon en esa localidad turca en la Primera Guerra Mundial, en una contienda que dejó miles de muertos y heridos.