El escenario. Un cambio para frenar el descontento
SAN PABLO (De nuestro corresponsal).- El mismo día en que el gobierno brasileño lanzó su reforma ministerial, un organismo oficial y confiable anunció el balance del primer año de Lula en el poder: el desempleo aumentó y el poder adquisitivo de los brasileños cayó. Las consecuencias obvias de estos índices fueron el aumento visible de la miseria, la violencia y la informalidad de la economía brasileña.
Ayer también fue el día en que Lula emprendió su vigésima gira internacional, esta vez a la India, en 13 meses de gobierno. No por nada, cuando estuvo en Buenos Aires dijo a alumnos argentinos que "lo bueno de ser presidente es que uno puede viajar mucho".
Entre viaje y viaje, el tiempo comenzó a acortársele a Lula para cumplir su misión de revertir el cuadro social grave, que pone en riesgo el propio ejercicio de un capitalismo saludable.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística anunció que el desempleo alcanza a 12,3% de la población, o 2,3 millones de brasileños. En diciembre de 2002, antes de que Lula asumiera, era de 10,5 %. El poder adquisitivo de los brasileños, en tanto, se derrumbó y cayó 12,5%.
La ortodoxia económica aplicada para conquistar credibilidad cosechó un año entero de elogios en el sector financiero, pero hasta ese sector reaccionó esta semana con enojo frente a la decisión del Banco Central de no bajar las tasas de interés, considerada "excesivamente conservadora".
La reforma anunciada ayer por Lula parece tener un carácter preventivo. Antes de que la insatisfacción de la sociedad frente a una economía que no crece y un cuadro social que se deteriora se deriven en una pérdida peligrosa de apoyo político, Lula optó por "blindar" a su gobierno sumando al barco al segundo mayor partido político de Brasil.
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