El debate de los vicepresidentes: Mike Pence fue el más sólido, pero no es suficiente para Trump
Después de una semana difícil para el magnate, su compañero de fórmula pareció ganar el debate con Kaine, pero todo indica que esos 90 minutos no tendrán peso en la campaña
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NUEVA YORK.- Un dato que terminó de cobrar forma ayer, antes del debate entre los candidatos a vicepresidente, mostraba el enorme desafío al que se enfrentaba Mike Pence, el compañero de fórmula de Donald Trump : Hillary Clinton apareció al frente en 23 de las últimas 24 encuestas en “swing states” que se difundieron desde el primer debate presidencial.
La última semana ha sido un calvario para las aspiraciones presidenciales de Trump . Y un calvario, en gran medida, autoinflingido, no sólo por la mala noche que tuvo frente a Clinton sino, sobre todo, por su reacción durante los días siguientes.
Pence debía quebrar al demócrata Tim Kaine, asestar un épico golpe de K.O. para detener la hemorragia, un trabajo parecido al que le tocó a Joe Biden, vicepresidente de Barack Obama, hace cuatro años, luego del muy mal debate del mandatario ante Mitt Romney, en el primero de sus tres choques.
Pence cumplió a medias. Más cómodo durante todo el debate que Kaine, zozobró al final, pero pareció dominar el debate gestual y lanzó todos los ataques que Trump olvidó en su debate con Clinton: criticó el plan económico de la demócrata, criticó las donaciones de gobiernos extranjeros a la Fundación Clinton, respondió a un ataque de Kaine recordando la famosa “canasta de deplorables”, la frase con la cual Clinton definió a una parte de la coalición de Trump. Además, mantuvo una de las ofensivas efectivas de Trump.
“Hillary Clinton y Tim Kaine quieren más de lo mismo”, dijo, durante la primera media hora, en la cual se lo vio más cómodo y relajado que Kaine, con un mayor control del ambiente. Miró a Kaine y meneó la cabeza sin perder la sonrisa.
Fue un debate entre Pence y Kaine sobre Trump y Clinton. Una y otra vez, ambos se encontraron en el rol de defender al candidato que aceptaron acompañar. Y en esa pelea, Pence y Clinton parecieron ser los ganadores de la noche.
Fue un debate entre Pence y Kaine sobre Trump y Clinton
No hubo golpe de K.O., no hubo errores groseros o uno de esos instantes que deja boquiabierto a los televidentes. Y nada sugiere que un buen debate de Pence, en el cual Kaine, además, logró asestar algunos golpes quirúrgicos, sea suficiente para devolverle el equilibrio a una campaña en la cual Trump parece desatado, dispuesto a testear todos los límites, sin importar cuanto daño provoca, incluso a si mismo.
Otro dato: ayer, poco después de que Trump anunció que seguiría el debate en vivo por Twitter, su campaña filtró a la prensa que el magnate estaría acompañado por cuatro colaboradores, incluido Steve Bannon, uno de los jefes de su campaña. “Eso son un montón de niñeras”, aguijoneó Brian Fallon, vocero de Clinton, en Twitter.
En los papeles, nadie esperaba que el debate entre los candidatos a vicepresidente moviera la aguja. Ya de por si hay un debate en Estados Unidos acerca de cuál es el impacto real que tienen los debates presidenciales en la mente de los votantes.
Se esperaba, también, un debate un tanto más sustancial que el de Trump y Clinton, y por momentos lo fue. El mejor tramo de Kaine llegó cuando se tocaron temas sociales, y Kaine atacó a Trump por sugerir que las mujeres debían recibir un castigo si decidían abortar.
“¿Por qué Donald Trump no confía en las mujeres?”, preguntó Kaine.
Pence, un conservador duro, que en Indiana ha lanzado una ofensiva contra el aborto y ha permitido que los negocios discriminen a la comunidad gay, quedó un tanto descolocado. Luego Kaine volvió a traer a colación la discriminación contra los mexicanos, a lo que Pence respondió: “Senador, vuelve a sacar esa cosa mexicana”.
Apenas terminó el debate, Trump tuiteó: “Mike Pence ganó a lo grande”.
Para algunos, fue así. Para otros, no. Más allá de la lectura, la trayectoria de la campaña no pareció trastocarse por 90 minutos de discusión entre dos candidatos que se jactan de ser aburridos.
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